miércoles, 1 de junio de 2011
LOS CRÍMENES DE LA DICTADURA DE TRUJILLO EN MAO
APUNTES HISTÓRICOS
Por Rafael Darío Herrera
Durante gran parte de la dictadura de Trujillo no se generaron movimientos de oposición, solo al final de la misma surgieron expresiones de repudio. Sin pretender mostrar una relación exhaustiva, veamos los principales crímenes cometidos en la pequeña ciudad de Mao entre 1931 y 1961. Comencemos por el asesinato del caudillo liniero, y a la sazón senador de la República, general Desiderio Arias, el 20 de junio de 1931, quien a pesar de no ser maeño vivió los últimos años de vida aquí y gozaba de una extraordinaria simpatía.
Este hecho estremeció la conciencia colectiva del conglomerado local que rondaba los tres mil habitantes y representó el hecho más relevante ocurrido al principio del régimen, además de marcar el fin del caudillismo en nuestro país. El 24 de septiembre de 1933, cuando vino a inaugurar el puente San Rafael sobre el río Yaque del norte, Trujillo hizo que el Ayuntamiento lo declarara “hijo adoptivo y predilecto de Mao”.
A los pocos días del crimen de Arias asesinaron a otro ciudadano maeño de origen árabe, padre de Milet Haddad, nos referimos a Salomón Haddad, casado con Estaurofina Pichardo, quien junto a Emiliano Torres, y con la mediación del alcalde de Piloto, Maximito Peña, se había entregado a una patrulla comandada por el entonces capitán Mélido Marte, luego de la eliminación de Arias en las lomas de Gurabo.
Los seguidores del general Arias de Mao, tal como lo hicieron muchos opositores en el país, al quedar sin la protección de su líder, pactaron con Trujillo. La mayoría de ellos se reunieron con el déspota en La Mansión de San José de las Matas, a partir de lo cual recibieron un estipendio mensual del Partido Dominicano y se les dotó de armas de fuego para realizar los “servicios” que le encomendaba la dictadura. Pero también muchos otros miembros de familias de alcurnia de Mao se integraron a la dictadura, mientras algunos permanecieron como desafectos.
Pero el miedo se apoderó de la población de Mao, pues en el imaginario colectivo se instaló la creencia del carácter omnisciente de la dictadura, “las paredes oyen”, se decía. El régimen conformó un eficaz aparato de espionaje al que dotó de sofisticados equipos tecnológicos que le permitían escuchar y bloquear señales de radio, principalmente procedentes de estaciones radiales cubanas. El siquiatra Antonio Zaglul, de quien por cierto acaban de publicar sus obras casi completas, tipifica el “estar chivo y bronco” como conductas típicamente paranoicas (perturbación mental fijada en una idea o en un orden de ideas, según la RAE). En Mao son proverbiales los casos de Isidro Corcino en el barrio Los Cambrones y Chencho Santana, quienes desafiaban al régimen y escuchaban la radio del exterior durante la Era.
Pero veamos la relación de los caídos durante el régimen totalitario, además de los ya referidos, como el caso de un antiguo seguidor del general Arias, Victoriano Almánzar, quien entró en contradicciones con Trujillo y cayó abatido en La Yagua, Pueblo Nuevo. Alguien que realizaba labores de topografía en el área pudo observar el crimen. Otra persona asesinada en la calle Mella de Mao, en julio de 1932, fue el fabricante de chocolate Santiago Espaillat Ulloa, hijo de Santiago Espaillat Pérez y la señora María R. Ulloa, madre del también comerciante José Espinal, progenitor de una extensa prole, entre los cuales se encuentran Pachelo, Luis (Casona), Luisito Espinal y otros.
A fines de 1956 la población de Mao quedó estremecida con el asesinato de Francisco L. Madera (Panchito), un verdadero “hidalgo de bragueta” como dicen en España, amigo íntimo del general Arias, miembro de una respetable familia de esta localidad y uno de los hombres más acaudalados de la región del Cibao. Fue un crítico acérrimo de la tiranía quien se apropió de todos sus bienes (tierras, ganado vacuno, porcino, etc.).
A raíz del embadurnamiento con material fecal del busto de Trujillo ubicado en un pasillo de la escuela primaria, denominada entonces “Presidente Trujillo”, se desató en Mao una intensa escalada represiva. La furia de los cuerpos represivos alcanzaba tal nivel que hasta las personas que osaban sentarse en el parque eran apresados. La primera víctima fue un mecánico, Sergio Augusto Luna, nativo de Cercadillo, Santiago Rodríguez, empleado del taller de mecánica de Coti, quien al salir del cine pasó por el patio de la escuela y al siguiente día apareció ahorcado. Su muerte se atribuyó a matones al servicio del régimen que incluso continuaron operando en los Doce Años de Balaguer.
El 7 de noviembre de 1959 los esbirros de la tiranía liquidaron a Eladio Antonio Inoa (Laíto). Se le apresó en su lugar de trabajo, el bar Jimenoa, donde se desempeñaba como sirviente. Su cuerpo amoratado apareció en la carretera Mao Esperanza y su muerte se le atribuyó a un oficial del Ejército Nacional de apellido Taveras. Los sicarios de la tiranía también liquidaron al profesor Pericles Disla, el 28 de noviembre de 1959, quien andaba acompañado de Laíto Taveras, nativo de Hato Nuevo, quien logró eludir a los matones. La muerte del profesor Disla se le imputó a Bisonó Jackson, comandante policial de Mao.
Cuando se produjo la expedición revolucionaria de junio de 1959, dos hijos de Carlos Daniel que realizaban trabajos de carpintería en la zona donde se produjo el desembarco también fueron mandados al otro barrio por el ejército nacional. De igual modo, en Mao fue liquidado el juez Leonte Aguilera, cuyo cadáver apareció a orillas del canal mayor.
Por Rafael Darío Herrera
Durante gran parte de la dictadura de Trujillo no se generaron movimientos de oposición, solo al final de la misma surgieron expresiones de repudio. Sin pretender mostrar una relación exhaustiva, veamos los principales crímenes cometidos en la pequeña ciudad de Mao entre 1931 y 1961. Comencemos por el asesinato del caudillo liniero, y a la sazón senador de la República, general Desiderio Arias, el 20 de junio de 1931, quien a pesar de no ser maeño vivió los últimos años de vida aquí y gozaba de una extraordinaria simpatía.
Este hecho estremeció la conciencia colectiva del conglomerado local que rondaba los tres mil habitantes y representó el hecho más relevante ocurrido al principio del régimen, además de marcar el fin del caudillismo en nuestro país. El 24 de septiembre de 1933, cuando vino a inaugurar el puente San Rafael sobre el río Yaque del norte, Trujillo hizo que el Ayuntamiento lo declarara “hijo adoptivo y predilecto de Mao”.
A los pocos días del crimen de Arias asesinaron a otro ciudadano maeño de origen árabe, padre de Milet Haddad, nos referimos a Salomón Haddad, casado con Estaurofina Pichardo, quien junto a Emiliano Torres, y con la mediación del alcalde de Piloto, Maximito Peña, se había entregado a una patrulla comandada por el entonces capitán Mélido Marte, luego de la eliminación de Arias en las lomas de Gurabo.
Los seguidores del general Arias de Mao, tal como lo hicieron muchos opositores en el país, al quedar sin la protección de su líder, pactaron con Trujillo. La mayoría de ellos se reunieron con el déspota en La Mansión de San José de las Matas, a partir de lo cual recibieron un estipendio mensual del Partido Dominicano y se les dotó de armas de fuego para realizar los “servicios” que le encomendaba la dictadura. Pero también muchos otros miembros de familias de alcurnia de Mao se integraron a la dictadura, mientras algunos permanecieron como desafectos.
Pero el miedo se apoderó de la población de Mao, pues en el imaginario colectivo se instaló la creencia del carácter omnisciente de la dictadura, “las paredes oyen”, se decía. El régimen conformó un eficaz aparato de espionaje al que dotó de sofisticados equipos tecnológicos que le permitían escuchar y bloquear señales de radio, principalmente procedentes de estaciones radiales cubanas. El siquiatra Antonio Zaglul, de quien por cierto acaban de publicar sus obras casi completas, tipifica el “estar chivo y bronco” como conductas típicamente paranoicas (perturbación mental fijada en una idea o en un orden de ideas, según la RAE). En Mao son proverbiales los casos de Isidro Corcino en el barrio Los Cambrones y Chencho Santana, quienes desafiaban al régimen y escuchaban la radio del exterior durante la Era.
Pero veamos la relación de los caídos durante el régimen totalitario, además de los ya referidos, como el caso de un antiguo seguidor del general Arias, Victoriano Almánzar, quien entró en contradicciones con Trujillo y cayó abatido en La Yagua, Pueblo Nuevo. Alguien que realizaba labores de topografía en el área pudo observar el crimen. Otra persona asesinada en la calle Mella de Mao, en julio de 1932, fue el fabricante de chocolate Santiago Espaillat Ulloa, hijo de Santiago Espaillat Pérez y la señora María R. Ulloa, madre del también comerciante José Espinal, progenitor de una extensa prole, entre los cuales se encuentran Pachelo, Luis (Casona), Luisito Espinal y otros.
A fines de 1956 la población de Mao quedó estremecida con el asesinato de Francisco L. Madera (Panchito), un verdadero “hidalgo de bragueta” como dicen en España, amigo íntimo del general Arias, miembro de una respetable familia de esta localidad y uno de los hombres más acaudalados de la región del Cibao. Fue un crítico acérrimo de la tiranía quien se apropió de todos sus bienes (tierras, ganado vacuno, porcino, etc.).
A raíz del embadurnamiento con material fecal del busto de Trujillo ubicado en un pasillo de la escuela primaria, denominada entonces “Presidente Trujillo”, se desató en Mao una intensa escalada represiva. La furia de los cuerpos represivos alcanzaba tal nivel que hasta las personas que osaban sentarse en el parque eran apresados. La primera víctima fue un mecánico, Sergio Augusto Luna, nativo de Cercadillo, Santiago Rodríguez, empleado del taller de mecánica de Coti, quien al salir del cine pasó por el patio de la escuela y al siguiente día apareció ahorcado. Su muerte se atribuyó a matones al servicio del régimen que incluso continuaron operando en los Doce Años de Balaguer.
El 7 de noviembre de 1959 los esbirros de la tiranía liquidaron a Eladio Antonio Inoa (Laíto). Se le apresó en su lugar de trabajo, el bar Jimenoa, donde se desempeñaba como sirviente. Su cuerpo amoratado apareció en la carretera Mao Esperanza y su muerte se le atribuyó a un oficial del Ejército Nacional de apellido Taveras. Los sicarios de la tiranía también liquidaron al profesor Pericles Disla, el 28 de noviembre de 1959, quien andaba acompañado de Laíto Taveras, nativo de Hato Nuevo, quien logró eludir a los matones. La muerte del profesor Disla se le imputó a Bisonó Jackson, comandante policial de Mao.
Cuando se produjo la expedición revolucionaria de junio de 1959, dos hijos de Carlos Daniel que realizaban trabajos de carpintería en la zona donde se produjo el desembarco también fueron mandados al otro barrio por el ejército nacional. De igual modo, en Mao fue liquidado el juez Leonte Aguilera, cuyo cadáver apareció a orillas del canal mayor.
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Cuando el Profesor de Cultura Física Manuel Rodríguez (QEPD) embadurnó de mierda el rostro del busto de Trujillo, en la Escuela Primaria Presidente Trujillo, le puso un letrero que decía: "come ahí papá". Esto fue lo que más enfureció a los acólitos de la "Era". Hubo otros muertos como consecuencia de este acto, pero estos aparecieron "ahogados", con signos visibles de violencia física, en el canal mayor.
ResponderBorrarEn esa época, yo era un niño y estudiaba en dicha Escuela. Recuerdo que nos formaban por cursos, en la calle Máximo Cabral, en la parte frontal de la Escuela, para izar la bandera.
También recuerdo perfectamente la escena del jóven que cita Rafael Darío, "ahorcado" con su propia correa, en una mata de granada que había en el jardín frontal de la Escuela. La nota discordante del "ahoracamiento", es que el cadáver de este infortunado muchacho, estaba sentado en el suelo, y la correa que pendía de su cuello, no estaba tensada.
Probablemente lo ahorcaron con las manos y lo llevaron hasta donde apareció su cadáver, y además, lo dejaron allí para los habitantes de Mao, incluyendo a nosotros los alumnos, viéramos la escena dantesca y "creáramos conciencia" de lo que el régimen era capaz de hacer (como si esto hiciera falta).
Fernan Ferreira.
Asi se hace mi estimado. La historia hay que difundirla para conocimiento de todos y tú como historiador es el mas indicado para hacerlo. Se te aprecia en la distancia.
ResponderBorrarcon afectos, Ley S.
Rafael Darío:
ResponderBorrarMi madre me relató el inicio del calvario de Don Panchito Madera, cuando el monstruo de Trujillo fue a Mao (sería noviembre 1951) con motivo de entregar una casa a una persona adepta. Vivimos en una casa propiedad de Don Panchito. Presencié, como muchos escolares, el horror de aquel muerto que tiraron en el jardín frontal de la escuela pública, recostado de un arbusto. La memoria colectiva es el mejor antídoto contra el olvido.
Guarionex Flores
guarionexf@gmail.com
Gracias profesor por todas esa narrativa historica de nuestro pais y region, se necesita saber la historia para poder asumir actitudes positiva a favor de nuestro pais
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