sábado, 11 de junio de 2011
FUI FELIZ, Y NO ME DI CUENTA…
TERCER CAMINO
Por Lavinia del Villar
Alicia abrió las puertas de su alma para dejar salir su dolor, mientras llorando desconsoladamente contaba la historia de su vida. Evocar su infancia le producía sentimientos encontrados, que eran una mezcla de alegría y tristeza, por las bendiciones del antes y las carencias del ahora.
Necesidades básicas cubiertas, educación de primera, formación religiosa, mimos, cuidados, diversiones, paseos…, fueron parte de los privilegios que recibió de sus padres. Pero entonces, ¿dónde quedó todo ese bienestar?
Ser feliz para ella iba más allá, así que optó por experimentar las cosas que decían sus compañeros eran “heavy”, y quiso ser “cool”. Admiraba la alegría y el desenfado de sus amigos, y con tal de ser parte del grupo, se dejó llevar por la corriente. El uso y abuso de alcohol y otras drogas, con sus consecuencias en la conducta no solo social, sino también sexual, no se suponía que dejaran secuelas futuras, sino por el contrario, debía ser sinónimo de pasarla bien en el momento, y punto. Sin embargo, en esa carrera desenfrenada, para su sorpresa, los momentos de placer fueron cada vez más escasos, hasta que al final en su mochila sólo quedaron malas experiencias, y pérdidas. Con ese bagaje de vergüenza y culpa llegó el despertar de la niña de ayer, que trataba en ese momento de no dejarse devorar por el monstruo que se llama “adicción”.
“Fui feliz, y no me di cuenta”... expresó Alicia al terminar su testimonio.
El salón quedó en silencio, y creo que cada uno de los presentes reflexionó que de una forma u otra, todos tenemos un poco de Alicia. Andamos buscando la felicidad como algo grande, y nos llenamos de resabios e inconformidades por lo que no alcanzamos, sin notar que la felicidad no es más que la dicha de lo simple, el privilegio de dormir tranquilos, la sabiduría de valorar lo que tenemos por poco que sea, y la humildad de dar gracias por todo.
Por Lavinia del Villar
Alicia abrió las puertas de su alma para dejar salir su dolor, mientras llorando desconsoladamente contaba la historia de su vida. Evocar su infancia le producía sentimientos encontrados, que eran una mezcla de alegría y tristeza, por las bendiciones del antes y las carencias del ahora.
Necesidades básicas cubiertas, educación de primera, formación religiosa, mimos, cuidados, diversiones, paseos…, fueron parte de los privilegios que recibió de sus padres. Pero entonces, ¿dónde quedó todo ese bienestar?
Ser feliz para ella iba más allá, así que optó por experimentar las cosas que decían sus compañeros eran “heavy”, y quiso ser “cool”. Admiraba la alegría y el desenfado de sus amigos, y con tal de ser parte del grupo, se dejó llevar por la corriente. El uso y abuso de alcohol y otras drogas, con sus consecuencias en la conducta no solo social, sino también sexual, no se suponía que dejaran secuelas futuras, sino por el contrario, debía ser sinónimo de pasarla bien en el momento, y punto. Sin embargo, en esa carrera desenfrenada, para su sorpresa, los momentos de placer fueron cada vez más escasos, hasta que al final en su mochila sólo quedaron malas experiencias, y pérdidas. Con ese bagaje de vergüenza y culpa llegó el despertar de la niña de ayer, que trataba en ese momento de no dejarse devorar por el monstruo que se llama “adicción”.
“Fui feliz, y no me di cuenta”... expresó Alicia al terminar su testimonio.
El salón quedó en silencio, y creo que cada uno de los presentes reflexionó que de una forma u otra, todos tenemos un poco de Alicia. Andamos buscando la felicidad como algo grande, y nos llenamos de resabios e inconformidades por lo que no alcanzamos, sin notar que la felicidad no es más que la dicha de lo simple, el privilegio de dormir tranquilos, la sabiduría de valorar lo que tenemos por poco que sea, y la humildad de dar gracias por todo.
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
Mi adorada profe : Cuanto dijo en tan breves palabras,y no tanto eso, sino en la etapa que lo dice,en los momentos mas necesarios,para que nosotros como padres hagamos un paréntesis y sentemos a nuestros hijos junto a nosotros y leer este testimonio, y sacar conclusiones para trillar el camino lleno de espinas que los va a conducir hácia una verdadera felicidad.
ResponderBorrarCon cariño,
Manito
Querida Profe:
ResponderBorrarA éste, con su permiso, le voy a dar un "copy-paste" y se lo voy a enviar al Grupo con quien intercambio mensajes electrónicos. Excelente material para reflexionar.
Un beso,
Fernan Ferreira.
Que interesante narrativa, mas que eso, bien podría ser un espejo donde muchos de nuestros jóvenes debían pararse en el frente y maquillarse con ese testimonio ejemplar. Nos recuerda aquel refrán que dice: "El que siembra viento, cosechará tempestades". Ojalá que los jóvenes puedan leer este interesante artículo.
ResponderBorrarAfectos (in couple) de Ley S.
Queridos Manito, Fernan y Ley: Honor que me hacen con sus comentarios tan hermosos. La idea es que estas experiencias que viví, puedan ayudar a alguien. Así que gracias Fernan por difundirla, y ustedes Manito y Ley por considerarla.
ResponderBorrarLos quiero.
Lavinia.
Querida y recordada profe,
ResponderBorrarHoy me considero una mujer feliz y creo que eso esta pasando porque con el paso del tiempo he aprendido a valorar lo poco o mucho que poseo y disfruto de cosas tan simple como ir de vacaciones a mi querido Mao y sentarme en el parque a revivir mi ninez,que aunque con muchas carencias economicas,fue muy rica en hermosas y positivas vivencias, en amor y dedicacion (por parte de mis padres(Gela y Lilo) QPD, y de haber tenido profesores,que como usted,hicieron un trabajo maravilloso y formaron personas con muchos valores morales, que aun hoy,viviendo en una "Sociedad TAN Moderna", tenemos muy presente esos valores en nuestro convivir diario. Excelente articulo. La recuerdo siempre con mucho amor. Rose Mary (Memela)
Mi querida Profe tiene la virtud de decir las grandes verdades para el alma del ser humano que no necesita intelectualidad. Saber decir las cosas del alma para el alma del lector es una gran virtu.Bienventurada mi Profe.
ResponderBorrarAbrazos
Juan Colon
Querida prima...
ResponderBorrarCuanta sabiduría encierra ese testimonio, espero nos sirva de aprendizaje a muchos. Lo socialicé con hijos y esposa. Aprovecho para enviar un caluroso y efusivo abrazo a mi prima Rose Mary , Memela, y en especial a todos los lectores y colaboradores de MEEC.
Para usted, mi bella y querida profe, un paquetón de cariño y profundo afecto.
Diómedes Rodríguez
Memela, Juan y Diómedes: Gracias mis niños queridos, mis alumnos de siempre. No hay satisfacción más grande para mi que recibir el cariño de ustedes. Eso paga mi estadía en este hotel que se llama vida.
ResponderBorrarLos quiero. Lavinia.