viernes, 17 de junio de 2011

CÓMO JOSÉ BAUTISTA PASÓ DE ITINERANTE DEL BÉISBOL A SER EL MEJOR BATEADOR DEL JUEGO

EXCLUSIVO EN ESPAÑOL PARA MEEC
Por Jeff Passan
The Post Game.

¿Está el hombre usando sustancias prohibidas? ¡Solo él y sus íntimos lo saben! Lo que sí creo es que después de leer este artículo es posible que su respeto por José Bautista haya aumentado.

José Bautista siempre obtuvo A en las clases basadas en las matemáticas. Álgebra, geometría, química, física: la disciplina no importaba. Su mente funcionaba como una calculadora. Bautista tomó clases de inglés siendo un niño de 8 años de edad en la República Dominicana, y con el tiempo aprendió el idioma, pero él prefería la formalidad de los números. Estos nunca le mentían.

"No hay defectos en las matemáticas", dice Bautista. "50 personas pueden leer un párrafo, y lo van a interpretar de 50 formas diferentes. Usted no puede encontrar a alguien que le diga que dos más dos no son cuatro”.

Más que cualquier otro deporte, el béisbol ama sus números. Estos catalogan su pasado y siempre han predicho su futuro. Ellos imponen el sistema de castas al juego. Hay súper-estrellas, estrellas, buenos jugadores, jugadores promedio, los viajeros, los rellenos y jugadores de ligas menores. Nadie se mueve más de una desviación estándar o dos de su dominio.

Es por eso que el juego lucha por entender el fenómeno Bautista, el jardinero derecho de los Azulejos de Toronto. Lo que él ha hecho sigue siendo inconcebible: evolucionar de un don nadie, un trozo moldeado de las escorias del deporte, a ser el bateador más peligroso del planeta. Él bateó 54 jonrones el año pasado cuando ningún otro llegó a los 40, y continuó esta temporada con el mejor período de dos meses desde que Barry Bonds lo logró.

La historia dice, sin malicia, que Bautista no debería estar haciendo lo que hace. Él ha perturbado el pulcro orden del béisbol. No fue un período casual, un eructo en la matriz. Esto exige una explicación. Y así, durante los últimos 14 meses los cazatalentos, los expertos en estadísticas y los aficionados han investigado, aguijoneado y seccionado el ascenso de Bautista, de forma que da mareo a los buzos. Convirtieron logros en gimnasia de interpretación. Un conjunto de números, 50 teorías detrás de estos, buscando responder la misma pregunta.

¿Cómo?

El cálculo de béisbol cambió con los esteroides. Ningún oftalmólogo puede arreglar el lente a través del cual el público ve ahora los logros. El éxito -el que sale de la nada, en especial el éxito de-donde-diablos-sale engendra escepticismo. Debe haber una razón, un conecta-y-reproduce, fácil de digerir, un rápido y sucio cajón de sastre que dé paso a la siguiente pregunta.

"A veces hay una razón", dice Bautista. "No es tan simple."

***

En su tiempo libre, Bautista lee libros de excepcionalidad. "Estoy tratando de entender por qué un mediocre llega a ser bueno en lo que hace", dice, "y por qué los buenos se convierten en mejores." Así, él mezcla las reflexiones de fin de carrera acerca del éxito de otros jugadores con proteína mental real. Se ha puesto a leer a Malcolm Gladwell. Recientemente terminó "Outliers” (Personas excepcionales).

Si Gladwell estuviera escribiendo el libro hoy, Bautista podría constituir un capítulo entero. Él es a la vez la excepción y lo excepcional, su vida igual de tortuosa y poco ortodoxa como su trayectoria profesional.

A diferencia de muchos de sus compatriotas que crecieron en la pobreza usando cartones de leche como guantes y pelotas hechas de calcetines y cinta adhesiva, Bautista vivió una niñez de clase media con una familia que hizo hincapié en la educación. Su padre, Américo, regenteaba granjas de aves de corral, y su madre, Sandra, era una contadora y asesora financiera. En su barrio, en la ciudad capital de Santo Domingo, Bautista era conocido como "El Ratón", llamado así por sus amigos porque era flaco y tenía las orejas grandes.

La vida de Bautista no es la del típico prospecto dominicano: abandona la escuela alrededor de los 13 y se une a los agentes, llamados buscones, que le dan albergue y comida, le enseñan el juego y toman cortes de usura del dinero del bono cuando a los 16 años firman como agentes libres internacionales. Bautista fue a una escuela secundaria católica privada y fue el más joven graduado de su clase. Su mayor exposición la obtuvo en una liga de la ciudad dirigida por el antiguo jugador de béisbol dominicano Enrique "Quique" Cruz. Los cazatalentos lo vieron allí y le gustó lo suficiente como para invitarlo a entrenar en sus complejos y ver si valía la pena firmarlo.

Durante el día, Bautista trabajaba con los Yankees de Nueva York. Por la noche, tomaba clases de negocios en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra, una universidad con una de las mejores escuelas de negocios del país. Bautista se dijo que si el estrellato del beisbol nunca se materializaba, le iría muy bien como hombre de negocios bilingüe. Él tomó la escuela tan en serio que cuando los Yankees finalmente le ofrecieron un contrato por $5,000, en 1999, Bautista se echó a reír.

"Yo no iba", dice Bautista, "a abandonar la universidad por $5,000”.

Comenzó a entrenar con los Diamondbacks de Arizona. Estos intentaron firmarlo por $42,000. Él rechazó esa oferta también. Poco después, los Rojos de Cincinnati reconocieron la misma floreciente velocidad del bate y la fuerza de su brazo y le ofrecieron a Bautista un bono de $300,000. Estuvo de acuerdo y firmó. Entonces Marge Schott vendió los Rojos a Carl Lindner, y la franquicia no cumplió con la oferta.

Frustrado, Bautista empezó a empalmar una cinta de sí mismo filmada con una cámara de video. La envió a universidades en los Estados Unidos. Nadie respondió. Su carrera beisbolera se estancó hasta que recibió una llamada de un hombre llamado Oscar Pérez, quien conocía acerca de la Liga Quique Cruz. Pérez comenzó a hablarle de un programa en los Estados Unidos llamado el Fondo de Educación para Atletas Latinos. Don Odermann, un hombre de negocios en el área de la bahía (San Francisco, CA), ofrece ayudas a jugadores procedentes de países de habla española que quieran jugar béisbol en una universidad en los EE.UU. Y dio la casualidad que Chipola College, una universidad junior en la Florida, necesitaba un jugador.

La oportunidad intrigó a Bautista, más aún después de conocer a Odermann, quien en su tiempo como director del Cuerpo de Paz en Colombia y la República Dominicana desarrolló una afinidad para ayudar a los adolescentes de América Latina. Todavía hoy día él está en eso.

"Estoy en una montaña aquí en Puerto Rico hablando de béisbol", dice Odermann. "Estoy buscando el próximo José Bautista".

***

Jack Powell encontró el primer José Bautista, y recuerda bien el día, al igual que todos los cazatalentos recuerdan sus preciados hallazgos. Bautista era un estudiante de primer año en Chipola, ágil y angular, lleno de potencial. Se movía bien. Se reía mucho. Atrapó bolas en el aire, fildeó bolas por el suelo y bateó líneas y Powell, entonces con los Piratas de Pittsburgh, no podía apartar sus ojos de él.

"Usted se convencía solo de verlo", dice Powell.

Los cazatalentos ignoraron a Bautista después que sufrió un esguince en el tobillo y perdió casi toda la temporada. Powell presentó un informe sobre él de todos modos: "Este chico tiene el potencial para conectar 30 jonrones." Instó al director de exploración de los Piratas, Mickey White, para reunirse con él en la Florida antes del reclutamiento para ver a Bautista en persona. Pittsburgh eligió a Bautista en la ronda 20 del reclutamiento del año 2000 y le permitió regresar a Chipola, donde se le daría seguimiento como un prospecto-candidato de interés que podría ser firmado en cualquier momento en el curso del año siguiente. Bautista brilló como estudiante de segundo año y obtuvo una beca a Carolina del Sur sobre la cabeza de los Piratas. Tampoco nunca perdió la intuición del empresario: Le dieron $500,000 dólares, 100 veces más que la oferta de los Yankees.

Dos años más tarde, fue uno de los mejores prospectos de los Piratas, un tercera base de 22 años de edad, bateando tercero en AAA, a tres pasos de las Grandes Ligas. Su equipo, Lynchburg Hillcats, estaba lleno de futuros jugadores de Grandes Ligas: Nate McLouth, Ryan Doumit, Jeff Keppinger, Ronny Paulino, Ian Snell, Bryan Bullington y otros. Incluso entre estos, las herramientas de Bautista sobresalían: el swing de látigo, la agudeza de su defensa y la clase de sabiduría que no correspondía a su edad.

"Lo recuerdo haciendo swing a malos lanzamientos solo para confundir a los lanzadores", dice Dave Clark, el manager de Lynchburg y ahora coach de tercera base de los Astros de Houston. "Usted no ve eso en un jugador de Clase A. Él se perfilaba como un jugador ganador. Se preocupaba. Él creía que cada vez que fuera a batear se suponía que debía dar un hit. Eso me gusta. Pero terminó siendo un rudo despertar para él".

Un poco más de 50 juegos en la temporada, Bautista volvió al dugout después de hacer un out y golpeó un bote de basura. Bautista imaginó que estaba hecho de plástico barato, al igual que en la mayoría de dugouts de ligas menores. El recipiente de metal no se quebró. Bautista se rompió un hueso de la mano y perdió el resto de la temporada.

"Yo aprendí algo", dice. "No golpear nada si no sé de qué está hecho".

***

La odisea comenzó el 15 de diciembre de 2003 y finalizó 229 días después, quedando Bautista exactamente donde estaba antes: el purgatorio del béisbol. El puñetazo y la producción dudosa anterior, comenzó a agriar la relación de los Piratas y Bautista, y lo dejaron expuesto a la Regla 5 del reclutamiento, el saco de rechazos de la reunión anual de invierno en el que los equipos pueden dar $50,000 por un jugador de alto relieve pero de futuro dudoso. Esto redujo a Bautista a una lata vieja, pateada y no deseada, dejada a oxidar a la intemperie.

Cinco equipos renunciaron a él en esa temporada. Él apareció en transacciones más a menudo que una socialité desesperada aparece en la página seis. Designado para asignación, dejado cesante, vendido, canjeado: A Bautista lo rechazaron en casi todas las formas posibles.

Los Orioles de Baltimore lo seleccionaron como una adquisición de Regla 5 en diciembre de 2003 y lo reemplazaron a fines de mayo con José León, de 27 años de edad, quien agotó 66 turnos al bate ese año y nunca más jugó en las Grandes Ligas. Los Tampa Bay Devil Rays mantuvieron a Bautista por tres semanas antes de descartarlo por Joey Gathright, quien tendría el peor porcentaje de slugging de cualquier jugador con por lo menos 1,000 turnos al bate en la década del 2000. Los Reales de Kansas City compraron a Bautista por $50,000, lo pusieron en el banco mientras el viajante Desi Relaford acumulaba turnos al bate a tiempo completo y un mes más tarde lo cambiaron a los Mets de Nueva York por Justin Huber, quien se destruyó después de 175 turnos al bate. Los Mets fueron propietarios de los derechos de Bautista por pocos minutos, mandándolo de nuevo a Pittsburgh en un canje por Kris Benson.

"No estábamos seguros acerca del bate de Bautista", dice Jim Beattie, entonces co-gerente general de los Orioles.

Ellos no eran los únicos. El director de cazatalentos de los Devil Rays, Cam Bonifay, era el gerente general en Pittsburgh cuando los Piratas escogieron y firmaron a Bautista. Su tiempo con Tampa Bay no dejó ninguna impresión. "No puedo recordar tan atrás", dice Bonifay. El gerente general de los Rays en ese entonces, Chuck Lamar, tampoco puede recordar nada específico. "Si lo tuvimos", dice Lamar, "Supongo que somos parte de esa historia de éxito".

El mejor bateador en el béisbol implantó un récord de Grandes Ligas: militó con cinco equipos diferentes en una temporada, su talento encerrado dentro de una caja fuerte que él no podía romper. Al final de su odisea de la Regla 5, Bautista bateó .208 con dos carreras impulsadas y se ponchó en casi la mitad de sus 48 turnos al bate. Aun si su programa de desarrollo sugería que él pasara el año en Doble-A, 2004 confirmó la percepción acerca de Bautista.

"Yo recuerdo cuando empecé a trabajar para los Mets", dice Rafael Pérez, actual director de operaciones internacionales de Nueva York. "Le pregunté a uno de los cazatalentos lo que pensaba de José. Nunca olvidaré la respuesta: ‘Es un cuarto jardinero’".

Bautista cayó dentro y fuera de la gracia de Pittsburgh en los próximos cuatro años, en un tiempo decisivo en las carreras de la mayoría de los jugadores. Los Piratas lo pusieron en la parte inferior del orden de bateo y le sugirieron que tratara de batear la pelota a la banda contraria. A él le irritaba la idea, y la relación de agrura llegó a su punto más bajo el 13 de agosto 2008, cuando el equipo mandó a Bautista a Triple-A. Él se dirigió al gerente general de los Piratas, Neal Huntington, y sugirió que el equipo lo dejara libre con lo que podría arrojar el resto de su salario de $2.4 millones dólares y así empezar de nuevo.

"A veces tienes que toparte con las personas adecuadas", dice Clark, su manager de Clase A. "Es un poco como estar con mujeres diferentes antes de encontrar la que quieres para pasar el resto de tu vida."

***

Nadie lo sabía. Eso es lo que todos dicen ahora, incluso el propio Bautista. Nadie se dio cuenta del impacto que puede tener un canje, una conversación, una modificación. El 21 de agosto de 2008, el día que los Piratas enviaron a Bautista a Toronto por un receptor de tercera llamado Robinson Díaz, el columnista del Toronto Star, Richard Griffin, le preguntó al gerente general de los Azulejos, J.P. Ricciardi, sobre Bautista.

"Este tipo no es como Mike Schmidt", dijo Ricciardi. "Él no va a salir y batear 40 jonrones".

Bautista llegó a Toronto y procedió a batear de 14-0. Aunque cualquier fallo provocaba el temor de sus días de la Regla 5, el nuevo manager de Bautista, Cito Gaston, y el coach de primera base, Dwayne Murphy, le instaron a relajarse. Ellos vieron el potencial de Bautista. Siempre que trabajara con ellos -Murphy se convertiría en el entrenador de bateo antes de la temporada de 2010, y Gaston ha sido considerado durante mucho tiempo como un gurú del bateo - creían que podían abrir la caja fuerte. Después de años de fallar en Pittsburgh, Bautista aceptó sus sugerencias.

"El béisbol es uno de los deportes donde resulta más difícil hacer ajustes y tener confianza en los cambios", dice Bautista. "Los resultados inmediatos se ven afectados por el cambio, y por lo menos al principio, a corto plazo, los afecta negativamente. Tu producción va hacia abajo cuando realizas un cambio. Puede ser que te ayude a largo plazo, pero en realidad es difícil confiar en ti mismo. Uno siente que su desenvolvimiento se ve afectado, y quizás sea negativamente. Yo sabía que tenía que hacer cambios para tener éxito en el futuro. Pero si los hacía y no veía resultado en uno o dos meses, de todos modos me quedaría sin trabajo. Es difícil hacer eso, y lo sé porque me pasó a mi".

Antes de intentar rescatar la psique de Bautista, Gaston y Murphy querían modificar su swing. Los cazatalentos admiran las caderas de Bautista tanto como las de Shakira. La torsión que él genera le permite esperar que la pelota viaje más profunda dentro de la zona de strike antes de comenzar su swing. Bautista sabía eso, pero nunca lo aprovechó. El retraso de Bautista en comenzar el swing anulaba la rapidez de sus caderas. Gaston y Murphy sugirieron a Bautista que comenzara su swing moviendo la mano superior en un semicírculo pequeño, casi un segundo antes y permitiera que sus muñecas condujeran el bate a la zona.

"Solía comenzar cuando el lanzador iba a soltar la bola", dice Bautista. "Su posición sería así" - él congela el brazo en un ángulo de 90 grados, la muñeca al lado de su oído - "y al salir la pelota de su mano, ya yo estaba tarde. Cuando el lanzador saca la pelota de su guante [ahora], ya me estoy moviendo. Tengo todo este tiempo para cargar. Mi mano superior se mueve al mismo ritmo que el lanzador ladea su brazo”.

Bautista agregó una elevación de la pierna, también, sobre todo para lograr ritmo. Él se inspiró en algunos de sus bateadores favoritos: Robinson Canó, Alex Rodríguez, Ichiro Suzuki - y pasó horas estudiando sus swings. Su compañero con los Azulejos Rajai Davis, quien jugó con Bautista en su primera temporada como profesional hace 10 años, llama sus sesiones de video "maníacas". Bautista vio las buenas tendencias de los demás y las malas suyas y trató de sustituirlas.

Él también adoptó el lema agarra-y-rasga de Murphy. Busca un buen lanzamiento, le insta Murphy, y no lo desaproveche. Un innato conocimiento de la zona de strike ha ayudado a Bautista evitar el desespero que afecta a algunos de los otros discípulos de Murphy.

"Uno mira los lanzamientos que él deja pasar", dice Murphy. "Es una locura. Los lanzamientos que deja pasar son peligrosos. Los verdaderos buenos bateadores hacen eso. Los bateadores mediocres son eliminados con esos lanzamientos”.

El nuevo swing tomó cerca de un año para sincronizar, momento en el que ya los Azulejos de Toronto le habían apartado a Bautista un lugar en la alineación. Desde abril hasta agosto de 2009, Toronto nunca le dio a Bautista más de 68 apariciones en el plato en un mes. En septiembre y octubre, bateó 125 veces. Diez veces al bate terminaron en jonrones, la mayor cantidad en el béisbol en ese período de tiempo. Desde entonces, él ha bateado 75 jonrones. Albert Pujols es el segundo con 57.

"Es como el átomo", dice Powell, el cazatalentos que lo firmó. "Él está tratando de averiguar cómo funciona. Quería saber cómo escindir el átomo. Y, por último, lo logró".

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Bautista necesita entender cómo y por qué funcionan las cosas. Eso lo obsesiona, ahora y en su juventud, cuando él y su hermano, Luis, rebuscaban el interior de los equipos electrónicos rotos, los estudiaban y construían algo nuevo.

Él entiende por qué él fue el error colectivo del béisbol, por qué cinco equipos renunciaron a él, por qué otros siete lo ignoraron en el proceso de la Regla 5 y de cesantía, por qué los otros 18 se negaron a pagar más de los $50,000 que Kansas City pagó: No estaba preparado para eso.

Y él entiende por qué el gerente general de los Azulejos, Alex Anthopoulos, se acercó a su agente, Bean Stringfellow, el otoño pasado e inició lo que conduciría a la firma de un contrato por cinco años, por valor de $64 millones dólares al inicio de la pretemporada: Él es, además del mejor bateador de jonrones, un poquito de cada uno en el juego. Se crió en la República Dominicana y se compadece de la considerable presencia de latinos de los Azulejos. Él fue a la universidad y habla mejor inglés que la mayoría de los jugadores estadounidenses. Sus adversidades le permiten apreciar las luchas de jugadores de menor estatus, y sus triunfos le granjean el respeto instantáneo por el que ha trabajado.

Él entiende, también, por qué "extraños me tratan como nunca he sido tratado antes. Es extraño. Ellos te tratan como un ---"

Se detiene. Quiere decir un dios, porque eso es lo que es - la boca abierta, los ojos agitados, la emoción espasmódica - pero él es demasiado educado.

"--- es como si te respetaran o algo así. Creo que es gracioso. No creo que yo pueda llegar a acostumbrarme a ello. Supongo que en tu segunda vuelta, la gente está más consciente de ti, más propensa a reconocerte. Ellos creen en ti".

Él entiende esa creencia, porque es un estudioso del juego. Él sabe que en 1973, Davey Johnson bateó 43 jonrones un año después de haber bateado solo cinco. Y que Jayson Werth, el jardinero que firmó un contrato de 126 millones dólares con los Nacionales de Washington esta temporada, no fue un jugador de tiempo completo hasta su cumpleaños número 29. Y que "Cactus" Gavvy Cravath, que tenía el récord de jonrones hasta que Babe Ruth lo rompió, fue jugador de ligas menores hasta que cumplió 31 años. Él no es el primer atípico.

Por encima de todo, Bautista cree que sabe cómo sucedió todo esto.

En "Outliers", Gladwell describe la regla de las 10,000 horas - la idea, basada en la teoría del psicólogo sueco Anders Ericsson, que el éxito se manifiesta cuando una persona pasa 10,000 horas practicando una tarea en particular. A menudo toma una década.

Otro capítulo enfoca la superioridad de los jugadores de hockey juveniles en Canadá, nacidos en enero, febrero y marzo, justo después de la fecha de corte del año anterior. Según se argumenta, su desarrollo físico y mental les da una clara ventaja sobre los niños tan sólo meses más jóvenes. Bautista nació en octubre de 1980, y sus padres lo empujaron adelante en lugar de detenerlo y permitirle ser el más viejo de su curso.

"Ambos se aplican a mí", dice Bautista. "Eso es lo que sucede con esto. Todo el mundo quiere una respuesta rápida. Quieren decir estoy haciendo esto por una razón. Pero yo perdí dos años por mi lesión en el 2003 y la Regla 5 en 2004. Y luego me recuperé y avancé, y mis veces al bate en las mayores eran aún de desarrollo para mí. Y el swing es totalmente diferente. Estas son todas cosas que deben examinarse. Muchas cosas pueden sumarse para que alguien tenga un florecimiento tardío.

"No siempre es suerte."

***

Aunque lo odia, José Bautista también entiende el espectro de los esteroides.

Hemos visto esto antes. Nuevo swing. Florecimiento tardío. Las excusas no cambian. Sólo los nombres y los rostros. Y no importa que con 6 pies de altura y 195 libras, Bautista porte la misma poco impresionante figura que Hank Aaron, Willie Mays, o Mickey Mantle. Él está jugando en el 2011, lo que significa que confronta las consecuencias de los que abusaron de las drogas para mejorar el rendimiento en los años de 1990 y 2000, que él ve sus logros enfundados en el cinismo y la incredulidad.

"No he hecho nada para crear sospecha que no sea jugar bien", dice Bautista. "Creo que es triste y divertido a la vez. ¿Desde cuándo significa de facto que cuando uno triunfa está haciendo trampas o burlando el sistema o haciendo algo ilegal?"

El daño de los últimos 20 años sigue siendo palpable. No sólo están ahora los números históricos del béisbol sujetos a una división moral, todos los logros de hoy se encuentran bajo un microscopio electrónico, y en última instancia, nunca libres de sospecha. Un columnista de Toronto en agosto pasado se preguntó si Bautista podría hacer lo que ha hecho de forma limpia. Otros, más tarde entonaron la esperanza de que él estuviera libre de drogas, lo cual equivalía a insinuaciones tácitas de que a lo mejor no estuviera. El locutor de los Medias Blancas, Hawk Harrelson, en mayo sugirió que Bautista podría estar encorchando su bate. Bautista no dispone de mala voluntad hacia sus predecesores - "En ese momento", dice, "ellos lo hacían bajo las condiciones existentes"- pero los hechos de aquellos ponen los suyos bajo interrogante.

Y se quedan allí, a pesar de que Bautista ha depositado orina limpia en docenas de frascos de prueba, a pesar de que, cuando le preguntan si él habría usado esteroides en la década de 1990, él dice: "No. Esa no es mi naturaleza. Yo nunca hice trampas en los exámenes en la escuela. Yo no falté a mis entrenamientos y usé otra cosa para aumentar mi rendimiento. Trato de ser el mejor en todo lo que hago, sea en la escuela, o el béisbol. Cualquier cosa que tome en serio, lo hago para ser mejor, para aprender y para tener éxito. No hago nada a medias. Mi éxito se basa en el trabajo arduo, la dedicación y la perseverancia. No tengo ninguna vergüenza en hablar de ello, y no tengo nada que ocultar. Así que cuando la gente hace esas preguntas, si eso es lo que tengo que enfrentar como producto de mi éxito, lo confronto. Sé que no he hecho nada malo. Lo que sea. Voy a enfrentar cualquier pregunta que se me haga".

Estas continuarán por el resto de la carrera de Bautista. Él es un daño colateral de los esteroides: Si él sigue bateando jonrones, tiene que estar usando algo. Si no da jonrones, fue que dejó de usarlos.

Todo el asunto está amañado, por supuesto. No importa lo robusto de su caso, Bautista sabe que no puede ganar un debate en contra de la percepción. De todos modos, él la enfrenta con certeza y convicción, con la esperanza de que las personas opten por confiar en él. Él se comprende, por encima de todo, a sí mismo.

Es así de sencillo.

Título original en inglés: How Jose Bautista Went From Baseball Vagabond to the Game's Best Slugger. Traducción de Isaías Ferreira (metransol@yahoo.com)

1 comentario:

  1. Tremendo artículo. Yo no creo que José Bautista esté usando esteroides. Sería un loco. Tarde o temprano, aun las sustancias que hoy no se pueden detectar serán detectables. Gracias Isaías por traducirlo.
    Pablo Arzuela

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