PRÓLOGO DE MORA SERRANO

HÉCTOR BREA TIÓ Y SUS PRIMICIAS MAEÑAS

Este es el prólogo al importante libro del Dr. Héctor Brea Tió Músicos y cantantes maeños. Homenaje a Juan Colón, escrito por el Dr. Manuel Mora Serrano, profesional del Derecho y la literatura.

Los que vivimos alguna vez allí nunca podremos olvidar al pueblo de Mao, portal y capital actual de la Línea Noroestana gracias a su pujanza agrícola y comercial, por el uso de uno de los grandes privilegios que la naturaleza otorga a ciertas regiones: la abundancia de agua, sol y habitantes laboriosos, algunos descendientes de aquellos pioneros llegados desde el continente europeo como el belga monsieur Louis Bogaert (Musié) y el valenciano Valentín García Viana y de emprendedores de todas las latitudes, porque aquella ciudad de entre ríos es abierta y cosmopolita y gracias a ello han florecido las artes. Basta pasar revista a sus apellidos más ilustres para encontrar raíces de muchas partes, en la poesía y en la música los Reyes vinieron de Moca y Puerto Plata, los Tió desde Blanes, Cataluña, España, los Arté desde Santiago, los Alberti de La Vega, Bayoán de Hostos de Puerto Rico, etc., etc.

Nunca sabremos si el progreso, con todas sus ventajas y las ofertas tecnológicas, es bueno o no para las artes. Particularmente para la música. Aunque hoy florecen artistas maeños del pentagrama, ayer era normal que en las casas señoriales se escuchara un piano o un violín. Maestros de la estirpe de don Emilio Arté, desde 1916, afinaron el gusto de generaciones. La Banda Municipal de Música de Mao al final del trujillato que fue la época que me tocó vivir allá, era bien afinada y daba gusto asistir a los conciertos en el parque central. Desde tiempo inmemorial la mujer maeña ha tenido fama nacional bien ganada de ser simpática, expresiva y hermosa. Sin duda alguna, un pueblo enclavado entre un bosque rumoroso, como originalmente era Mao, con ese desfile de bellas mujeres concitaba al poeta y al músico a cantarle. Hay tan bellas metáforas en Juan de Jesús Reyes como en Ramón Emilio Jiménez y tanta armonía en Luis Alberti como en Tontón Arté.

En este volumen dedicado a los músicos maeños, Héctor Brea Tió, trabajador de la cultura y de la iconografía, resume y amplía lo que en su libro La magia del bolero había ya insinuado al dedicarle a su pueblo natal una parte que iluminaba parte de lo que en este volumen enriquece y amplía. Pocos pueblos pueden ofrecer la riqueza lírica de los maeños. Nuestro autor, que ya había debutado con buen pie editorial con Mao y su gente, La familia Tió en el Caribe, orígenes y procedencia y La magia del bolero, que tiene en prensas El enigma de Joaquín Balaguer, continúa con este Músicos de Mao su labor de rescate de figuras olvidadas a veces o menospreciadas. Comienza por Juan Colón que es a quien dedica el estudio, citando de corrida a Elpidio Marino Tió Inoa, Rafael Rodríguez Colón, Otoniel Acevedo, Ricardo Luna Brea (Rico), Daniel Colón (Lucero), Alcides Bonilla y un largo etc., detallado en su Introducción, sin dejar de mencionar glorias maeñas y nacionales tan conspicuas en el arte popular como Radhamés Reyes Alfau y Guarionex Aquino Reyes, maeños por los cuatro costados. Y el largo desfile de músicos que surgieron a partir de la primera Banda Municipal hace un siglo y pico, en 1910, dirigida por Carlos José Ostenwalder Rodríguez, aunque la gran dicha de Mao aconteció en 1916 con la llegada del maestro Rafael Emilio Arté, aunque nacido en Santiago, fijó residencia en la ciudad entrerriana y no se sabe quien se hizo más, si Emilio Arté maeño, o Mao arteísta.

Sin quizás, la llegada de don Emilio significó un cambio absoluto en el gusto y en la calidad de la música de los maeños. Naturalmente, no fue pequeña suerte tampoco que un muchacho llamado Luis Felipe Alberti viniera con su familia paterna a fijar residencia allí y casarse con Gilma Tió, tía del autor, tuviera como maestro a don Emilio y luego Mao contara también con la hija del maestro Antonia Magdalena, Tontón, que lo heredó como pianista y maestra y ha dejado un legado que rebasa la municipalidad. Cuando una comunidad tiene buenos maestros, estos discípulos se convierten a su vez en excelentes pregoneros de calidad.

La música es una de las artes más complejas, pero tiene una ventaja sobre la literatura: Es universal. El que aprende solfeo perfectamente puede leer y ejecutar en cualquier lugar del mundo y en todas partes puede ser comprendido, escuchado con interés y asimilado.

En estas páginas desfilan nombres que ya son símbolos, porque Héctor Brea Tió, cantante a su vez y no sólo amante de la música, persigue a los maeños de sangre por todas las latitudes, así hace el aporte y la gran revelación de Mónica Boyar, que junto con María Montez, Margarita Mora y el tenor Manuel Hernández fueron de los primeros artistas nacionales que aparecieron en la gran pantalla del llamado séptimo arte, las primeras en Estados Unidos y los últimos en México. Sobre esta Mónica Boyar, cuyo nombre real era Argentina Mercedes María González Morel, hija de la maeña Juanita Morel Ureña (ni familia de la del merengue), ofrece auténticas primicias nacionales.

Esta mujer, nacida en Santiago en 1920 se fue a Estados Unidos, y como podrá apreciar el lector, tenía tan magnífica voz que debutó como soprano y luego como contralto; pero no sólo eso, sino que actuó con éxito en Broadway en un papel dramático, que hizo cine, que trató de llevar el merengue por el mundo, que luchó contra el trujillato y sin embargo, como dice nuestro autor, sigue siendo una desconocida. Entre otras cosas fue la esposa de Gugú Henríquez que murió en la invasión del 1949 y fue secretaria del Comandante del 14 de junio de 1959 Enrique Jimenes Moya. No abundamos más sobre estos detalles porque no queremos restarle méritos a la primicia, pero es un ejemplo de que además de músicos maeños, el lector puede encontrar otras sorpresas nacionales en este libro revelador. Felicitamos a Mao por su hijo Héctor que en este volumen muestra al mundo lo que hay de valioso en el arte musical en esa gran ciudad liniera.

MANUEL MORA SERRANO