miércoles, 8 de agosto de 2012
MANICOSAS
EL TRAGO: DE LA MISERIA A LA ESPLENDIDEZ
Por Manito Santana
Desde la llegada de Colón venimos arrastrando calladamente una molestia, un resquemor por habernos dejado engañar tan fácilmente, cambiando oro por espejitos. No me gusta ni recordarme de ese pequeño capítulo de nuestra historia. Esos españoles vivían más a lo claro que nosotros; nos jodieron.
Pero no se conformaron con eso, entonces tres siglos y medio después nos mandan tres españolitos por separado y nos montan tres fábricas de Ron: Erasmo Bermúdez, en 1852; Andrés Brugal Montaner, en 1888, y Julián Barceló, en 1929 (buenas las tres marcas. ¡Ay, papá! Con ron y peloteros competimos con cualquiera).
Fabricaron un producto (debió haber sido igual que la leche) que al consumirlo muchas veces nos alegra, nos emociona, nos reviste de valor para decir una verdad o hacer una declaración amorosa; que hace que nazca un compadreo sin haber bautizo entre contertulios y hace que el amor flote por los aires como esencia mágica… bueno, a veces.
El ron (romo, para el vulgo) justifica los triunfos y los fracasos, motiva al recién afuereado por la mujer que ama, provoca oir una canción repetidas veces, hace nacer una lagrimita al recordar un amor perdido y al mismo tiempo causa el rompimiento de vasos y botellas y es ahí donde nace un "hombre amargao" (ejemplo, el guardia que acabó con tó en Mao, por los años 70).
Cuánto placer se siente al surtir sus efectos; la lengua se torna estropajosa y se comienzan a recortar palabras como "oe tú, enacá" (oye tú, ven acá ), "abe" (sabe), "opare" (compadre) pero, cuánta infelicidad al otro día, cuando sus efectos secundarios comienzan con ese dolorcito de cabeza, náuseas que traen unos recuerdos en vivo de lo comido la noche anterior al ver parte del sandwich, tomate, tostones y granos de arroz rodando en el baño. Este es el momento donde el bebedor dice su mentira piadosa: "no vuelvo a tomar más ni nunca... mientras viva no volveré a probar esta vaina".
El romo era vendido en botellas o frascos sellados con precios de 45, 60, 80 cheles por los años 40, 50 y 60; pero el poder adquisitivo no era fácil, ya que por día laboral se ganaba 20 cheles (un clavao), luego 60 cheles y más tarde 90 cheles; (perdonen el no uso del signo de $ ni centavos, por vergüenza, jaja). Esto ponía comprar una botella fuera del alcance del hombre del pueblo. Por eso nació la idea de vender el líquido felino (como llamaba Ramón Bonilla al ron) por tercia o por tragos.
Cito personajes reales de mi pueblo por los años 50 - 60 en mi escrito para hacer una amena relación de la compra de un "trago" o una "tercia" y su origen; además, cómo a través del tiempo el trago y la tercia pasan de ser consumo miserable a ser muestra de esplendidez.
"Doña Filó, deme un trago por favor", le solicita un señor apodado "Conine”, antiguo miembro de la Banda de música de Mao, pasándole 5 centavos a la respetable señora, propietaria de la Pulpería, recibiendo a cambio lleno de Ron, un cristalino vasito, provisto de agarradera u oreja, fabricado para esos fines.
Momentos más tarde se apersonaban el famoso Chino "el zapatero" y "Macachicles", el más famoso bebedor de la región, solicitando la misma dosis del músico: "un trago" para cada uno, sentándose los tres sobre una larga tabla pegada a la pared, preparada en forma de asiento para esos fines, compartiendo sus bebidas individuales mediante un diálogo ameno.
De repente, hace su aparición el sastre Blanco-Lala (el hijo de doña Lala, porque había otros Blancos) con su guitarra a cuesta en busca de una "tercia", pues este tiene otro ambiente junto a su colega Francisco Colón, quien lo espera en su sastreria próximo al canal mayor de la calle Duarte.
Llega otro Blanco, este de apellido Manzueta, empleado de Obras Públicas, tío del Dr. Manzueta (qepd), hombre de lectura, víctima también del vicio, quien solicita un "degollao", sobrenombre puesto al trago haciendo alusión a la quitada del casquete de la botella al ser usada, es decir degollada. Y así, seguían llegando clientes fijos obligados por el vicio, terminando con el famoso Ramón Bonilla quien pedía su acostumbrada tercia.
Antes de continuar debo hacer un paréntesis para dar a conocer quién era doña Filomena Espaillat de Pérez y algo respecto a Conine.
Conine llegó a Mao desde Santiago junto al maestro Portalatín, director de la banda de música. Conine era buen músico, según nos dice Juan Colón. No sabemos si debido al ron o a una enfermedad, lo cierto es que la figura de Conine era un garabato y era muy tembloroso. Ese temblor de Conine era tan grande que cuando le servían el trago, en lugar de agarrarlo con la mano y llevarlo a la boca, se inclinaba y embabonucaba el vaso con la boca y cual si fuera un tetero, echando la cabeza hacia atrás como sacudiéndola, dejaba bajar el líquido amigo por su garganta ansiosa. Que sepamos, Conine era un hombre bueno, de paz, respetuoso y sin deudas con la sociedad.
Dña. Filomena, por su parte, era una respetable y educada señora propietaria de una "Pulpería" por los años 50 - 60 en la calle 27 de Febrero esq. Santa Ana, (antes ubicada en la Duarte esquina con la misma calle, donde fue víctima de un fuego). Dña. Filomena prestaba un servicio muy eficiente a la comunidad, ya que le atendía hasta de madrugada, pues en su pulpería siempre encontraba uno un Mejoral para el dolor de muelas o de cabeza o una Sal Andrews o Alka Seltzer para los dolores estomacales.
Volviendo al trago, la compra de este era más notoria los lunes, ya que los profesionales del taco, la remonta y la media suela, lo dedicaban para su mayor consumo, haciendo de su costumbre una ley, por lo cual los lunes fueron bautizados como "EL DIA DEL ZAPATERO" (a estos se les sumaban los sastres, los barberos y los músicos).
Entre los comercios donde usted se podía despachar sus tragos estaban la pulpería de don Vitalino Ferreira, entonces en la Duarte, próximo al canal mayor; donde Lico Santana, en el colmado Mao, donde don Polin Amaro, con su cliente fijo Dominguito Reyes y su trago de Ginebra, y otros pocos negocios existentes para la época.
LA TERCIA, Y SU VÁSTAGO EL TRAGO, NACEN DE LA MISERIA
Veamos cómo nace "La tercia": El comerciante nota un dilatamiento en la venta de su producto entramado, junto al descoloramiento de su etiqueta y todo se debe a la falta de liquidez monetaria antes citada; esto le obliga a abrir y dividir la botella o el frasco en dos porciones iguales y facilitar que el consumidor pueda hacer un "serrucho", de los que Johnny Ventura menciona en su merengue, para adquirir el producto. Dio resultados.
Luego aparece un bebedor de consumo diario y le dice al pulpero "ya que Ud. ‘encetó’ la botella para venderla por tercia, véndame un trago, que yo como quiera se lo voy a seguir comprando hasta completar la Tercia". Ahí nació la venta por trago. Esto nos indica que la tercia es la mamá del trago.
La "tercia" que en sí no es tercia, sino media botella, en Santiago por más de 60 años hasta la fecha es llamada "JACINTA". La razón: Jacinto Dumitt, respetable hombre de negocios del lugar, acostumbraba tranquilizar su vicio mediante la compra de una tercia de ron (no por falta de $$), que compraba por doquier. Fue tanta la fama de su compra que el pulpero al cualquier cliente pedirle una tercia le decía "ohh, Ud. quiere una Jacinta" y así quedó bautizada la tercia en Santiago como "Jacinta". ¿Quiere verificarlo? Vaya a Santiago y pida una.
Al cabo del tiempo el trago comienza a cambiar su pobreza disfrazada en los hoteles en un vaso grande y le cambian el nombre por "Cuba libre" (un trago de ron con mucho hielo y coca-cola) y a la tercia la encasquetan y la llaman Brugalita; vaya progreso. Los tígueres después encontraron un nombre más genérico para llamar la tercia: “bíper”.
Ayer, ese trago solo sin la botella al lado, tenía el rostro de miseria, hoy representa esplendidez; nos hace lucir educados sin ir a la escuela; nos hace ver como todo un caballero al presentar el vaso; hoy anda vestido con saco y corbata.
Este es un ejemplo que nos brinda la vida, no podemos menospreciar o subestimar las cosas porque nos puede suceder igual como lo sucedido al Trago: pasar de la pobreza a la esplendidez.
Ahora bien, lo único que me molesta, es el daño que me le han hecho al TRAGO y es que lo han convertido en algo raro, me le han quitado el machismo y lo veo un poco amanerado, al convertirlo en 'MARGARITA" o en "DAYKIRI", dos tragos medio extraños. jummmm.
¡Buen provecho!
Por Manito Santana
Desde la llegada de Colón venimos arrastrando calladamente una molestia, un resquemor por habernos dejado engañar tan fácilmente, cambiando oro por espejitos. No me gusta ni recordarme de ese pequeño capítulo de nuestra historia. Esos españoles vivían más a lo claro que nosotros; nos jodieron.
Pero no se conformaron con eso, entonces tres siglos y medio después nos mandan tres españolitos por separado y nos montan tres fábricas de Ron: Erasmo Bermúdez, en 1852; Andrés Brugal Montaner, en 1888, y Julián Barceló, en 1929 (buenas las tres marcas. ¡Ay, papá! Con ron y peloteros competimos con cualquiera).
Fabricaron un producto (debió haber sido igual que la leche) que al consumirlo muchas veces nos alegra, nos emociona, nos reviste de valor para decir una verdad o hacer una declaración amorosa; que hace que nazca un compadreo sin haber bautizo entre contertulios y hace que el amor flote por los aires como esencia mágica… bueno, a veces.
El ron (romo, para el vulgo) justifica los triunfos y los fracasos, motiva al recién afuereado por la mujer que ama, provoca oir una canción repetidas veces, hace nacer una lagrimita al recordar un amor perdido y al mismo tiempo causa el rompimiento de vasos y botellas y es ahí donde nace un "hombre amargao" (ejemplo, el guardia que acabó con tó en Mao, por los años 70).
Cuánto placer se siente al surtir sus efectos; la lengua se torna estropajosa y se comienzan a recortar palabras como "oe tú, enacá" (oye tú, ven acá ), "abe" (sabe), "opare" (compadre) pero, cuánta infelicidad al otro día, cuando sus efectos secundarios comienzan con ese dolorcito de cabeza, náuseas que traen unos recuerdos en vivo de lo comido la noche anterior al ver parte del sandwich, tomate, tostones y granos de arroz rodando en el baño. Este es el momento donde el bebedor dice su mentira piadosa: "no vuelvo a tomar más ni nunca... mientras viva no volveré a probar esta vaina".
El romo era vendido en botellas o frascos sellados con precios de 45, 60, 80 cheles por los años 40, 50 y 60; pero el poder adquisitivo no era fácil, ya que por día laboral se ganaba 20 cheles (un clavao), luego 60 cheles y más tarde 90 cheles; (perdonen el no uso del signo de $ ni centavos, por vergüenza, jaja). Esto ponía comprar una botella fuera del alcance del hombre del pueblo. Por eso nació la idea de vender el líquido felino (como llamaba Ramón Bonilla al ron) por tercia o por tragos.
Cito personajes reales de mi pueblo por los años 50 - 60 en mi escrito para hacer una amena relación de la compra de un "trago" o una "tercia" y su origen; además, cómo a través del tiempo el trago y la tercia pasan de ser consumo miserable a ser muestra de esplendidez.
"Doña Filó, deme un trago por favor", le solicita un señor apodado "Conine”, antiguo miembro de la Banda de música de Mao, pasándole 5 centavos a la respetable señora, propietaria de la Pulpería, recibiendo a cambio lleno de Ron, un cristalino vasito, provisto de agarradera u oreja, fabricado para esos fines.
Momentos más tarde se apersonaban el famoso Chino "el zapatero" y "Macachicles", el más famoso bebedor de la región, solicitando la misma dosis del músico: "un trago" para cada uno, sentándose los tres sobre una larga tabla pegada a la pared, preparada en forma de asiento para esos fines, compartiendo sus bebidas individuales mediante un diálogo ameno.
De repente, hace su aparición el sastre Blanco-Lala (el hijo de doña Lala, porque había otros Blancos) con su guitarra a cuesta en busca de una "tercia", pues este tiene otro ambiente junto a su colega Francisco Colón, quien lo espera en su sastreria próximo al canal mayor de la calle Duarte.
Llega otro Blanco, este de apellido Manzueta, empleado de Obras Públicas, tío del Dr. Manzueta (qepd), hombre de lectura, víctima también del vicio, quien solicita un "degollao", sobrenombre puesto al trago haciendo alusión a la quitada del casquete de la botella al ser usada, es decir degollada. Y así, seguían llegando clientes fijos obligados por el vicio, terminando con el famoso Ramón Bonilla quien pedía su acostumbrada tercia.
Antes de continuar debo hacer un paréntesis para dar a conocer quién era doña Filomena Espaillat de Pérez y algo respecto a Conine.
Conine llegó a Mao desde Santiago junto al maestro Portalatín, director de la banda de música. Conine era buen músico, según nos dice Juan Colón. No sabemos si debido al ron o a una enfermedad, lo cierto es que la figura de Conine era un garabato y era muy tembloroso. Ese temblor de Conine era tan grande que cuando le servían el trago, en lugar de agarrarlo con la mano y llevarlo a la boca, se inclinaba y embabonucaba el vaso con la boca y cual si fuera un tetero, echando la cabeza hacia atrás como sacudiéndola, dejaba bajar el líquido amigo por su garganta ansiosa. Que sepamos, Conine era un hombre bueno, de paz, respetuoso y sin deudas con la sociedad.
Dña. Filomena, por su parte, era una respetable y educada señora propietaria de una "Pulpería" por los años 50 - 60 en la calle 27 de Febrero esq. Santa Ana, (antes ubicada en la Duarte esquina con la misma calle, donde fue víctima de un fuego). Dña. Filomena prestaba un servicio muy eficiente a la comunidad, ya que le atendía hasta de madrugada, pues en su pulpería siempre encontraba uno un Mejoral para el dolor de muelas o de cabeza o una Sal Andrews o Alka Seltzer para los dolores estomacales.
Volviendo al trago, la compra de este era más notoria los lunes, ya que los profesionales del taco, la remonta y la media suela, lo dedicaban para su mayor consumo, haciendo de su costumbre una ley, por lo cual los lunes fueron bautizados como "EL DIA DEL ZAPATERO" (a estos se les sumaban los sastres, los barberos y los músicos).
Entre los comercios donde usted se podía despachar sus tragos estaban la pulpería de don Vitalino Ferreira, entonces en la Duarte, próximo al canal mayor; donde Lico Santana, en el colmado Mao, donde don Polin Amaro, con su cliente fijo Dominguito Reyes y su trago de Ginebra, y otros pocos negocios existentes para la época.
LA TERCIA, Y SU VÁSTAGO EL TRAGO, NACEN DE LA MISERIA
Veamos cómo nace "La tercia": El comerciante nota un dilatamiento en la venta de su producto entramado, junto al descoloramiento de su etiqueta y todo se debe a la falta de liquidez monetaria antes citada; esto le obliga a abrir y dividir la botella o el frasco en dos porciones iguales y facilitar que el consumidor pueda hacer un "serrucho", de los que Johnny Ventura menciona en su merengue, para adquirir el producto. Dio resultados.
Luego aparece un bebedor de consumo diario y le dice al pulpero "ya que Ud. ‘encetó’ la botella para venderla por tercia, véndame un trago, que yo como quiera se lo voy a seguir comprando hasta completar la Tercia". Ahí nació la venta por trago. Esto nos indica que la tercia es la mamá del trago.
La "tercia" que en sí no es tercia, sino media botella, en Santiago por más de 60 años hasta la fecha es llamada "JACINTA". La razón: Jacinto Dumitt, respetable hombre de negocios del lugar, acostumbraba tranquilizar su vicio mediante la compra de una tercia de ron (no por falta de $$), que compraba por doquier. Fue tanta la fama de su compra que el pulpero al cualquier cliente pedirle una tercia le decía "ohh, Ud. quiere una Jacinta" y así quedó bautizada la tercia en Santiago como "Jacinta". ¿Quiere verificarlo? Vaya a Santiago y pida una.
Al cabo del tiempo el trago comienza a cambiar su pobreza disfrazada en los hoteles en un vaso grande y le cambian el nombre por "Cuba libre" (un trago de ron con mucho hielo y coca-cola) y a la tercia la encasquetan y la llaman Brugalita; vaya progreso. Los tígueres después encontraron un nombre más genérico para llamar la tercia: “bíper”.
Ayer, ese trago solo sin la botella al lado, tenía el rostro de miseria, hoy representa esplendidez; nos hace lucir educados sin ir a la escuela; nos hace ver como todo un caballero al presentar el vaso; hoy anda vestido con saco y corbata.
Este es un ejemplo que nos brinda la vida, no podemos menospreciar o subestimar las cosas porque nos puede suceder igual como lo sucedido al Trago: pasar de la pobreza a la esplendidez.
Ahora bien, lo único que me molesta, es el daño que me le han hecho al TRAGO y es que lo han convertido en algo raro, me le han quitado el machismo y lo veo un poco amanerado, al convertirlo en 'MARGARITA" o en "DAYKIRI", dos tragos medio extraños. jummmm.
¡Buen provecho!
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Apreciado Manito,... mis afectos incondicionales distinguido amigo.
ResponderBorrarLa mera verdad, aun persisto en que se te deben reconocer tus extraordinarias dotes de buen narrador folclorico-popular de vivencias retrotraidas con melosa elegancia y jocosa picardia. Cada vez que te leo, adquiero remembranzas entranables de hechos y vivencias gratificantes de aquellos tiempos ya idos,pero bien recordados con mucha entereza.
Las bebidas alcoholicas y sus dispensas en diferentes presentaciones y signos distintivos, aunado a sus disimiles sabores y efectos consecuentes a su desenfrenado consumo, han permitido perfilar y distinguir personalidades populares extraordinarias por sus caracteristicas genialidades, harto conocidas por su "empinar el codo" con agilidad, fervor y eficiencia.
Querido Hermano,reconociendo tus habilidades repentistas,salseadas con palabras y frases pegajosas, amen del retrato de muchas de nuestras tradicionales parrandas y repetitivas libaciones,elevo en tu honor la excelsa copa que nos permitio vivir otrora alegres momentos, sin descontar algunos contratiempos divertidos inesperados.!!Salud!!.
Nelson Rodriguez Martinez(Cuqui).
La verdad que Manito se las trae, buena narración y verdades indiscutibles de realiades y personajes que fueron conocidos en nuestro pueblo, cuantos recuerdos nos traen tu narración, vimos suceder esas cosas y gracias a Dios que no fuimos parte de los protagonistas.
ResponderBorrarYo espero que tu no tengas un trago atravesao de esos.
Mi admiración por la gracia con que narra la historia y recordar esas realidades que vivió nuestro pueblo.
Papito Mármol
Muy bueno el relato de esos tiempos, cuando esas personas tenían que buscar un trago temprano en la mañana para estabilizar los nervios que la adición le demandaba y lograr el único objetivo, la embriaguez.
ResponderBorrarPero las anécdotas y las jocosidades que surgían de estos personajes, que dicho sea de paso, eran personas buenas, mansas y tranquilas. jamas olvido en una ocasión, cuando bajaba por la calle Duarte en mi bicicletica azul y sin guarda fangos, llegando al puente del canal, Francisco Colon estaba parado medio a medio de la calle con los brazos abiertos, en señal de que me detuviera.
Sentados en el tronco de la mata de limoncillos habían siete u ocho compañeros de parranda. me pidió que le fuera a comprar cuatro cigarrillos a donde Filomena, a lo que el grupo se opuso, porque había perdido una apuesta y era él, el que debía ir a comprarlos. obedeciendo al grupo, Francisco me pide prestada la bicicleta. Salió y veinticinco minutos después viene de regreso a pies con bicicleta en mano, Frente,nariz y quijada laceradas. Ademas de las dos rodillas y codos. Al verlo en esa condición, los amigos le preguntan qué había pasado pasado? -Que accidente, estoy desbaratado por todos los lados, lo único que quedaron entero fueron los cigarrilos, al momento que se los pasaba a sus amigos. Cosas de borrachos.
Por favor, el nombre del último comentarista. El comentario está fantástico.
ResponderBorrarIsaías
Manito: !Excelente!Tu escrito está perfecto: divertido, buen uso del lenguaje, evocador. De verdad te sabes expresar muy bien. ¿Era esta tu vocación oculta?. Te la comiste como siempre.
ResponderBorrarCésar Brea
cesarbrea@hotmail.com
Perdón, el último comentario es de Ley Sime.
ResponderBorrarMi querido amigo, esa narracion estuvo genial y muy interesante. Siempre es bueno y muy gratificante recordar esos viejos tiempos. En verdad eres muy bueno para hacer ese tipo de relatos, pues nos transporta a esos tiempos con una jocosidad increible. Estuve riendo desde que lei el titulo de la narracion hasta la ultima palabra: "Salud".
ResponderBorrarRecibe todo mi carino!
rsrodriguez02@aol.com
Rosa Rodriguez
Manito: La experiencia no se improbisa, muy bueno este trabajo, como todos los que escribe, este me llega porque al igual que tu, estoy retirado de empinar el codo.
ResponderBorrarEste comentario quiero decicarlo a la memoria de mis amigos ya fallecidos: Maquin, Nolasco, Pelon y Bienvenido Jiménez, los cuatro residían en Sibila.
Afectos
Angel Berto Almonte