martes, 4 de mayo de 2010
EN EL PAIS DE NUNCA JAMÁS
REFLEXIONES
Por Lavinia del Villar
Debido a que somos muy querendones, y a que sobreprotegemos a montón a nuestros hijos, y no se diga a nuestros nietos, es muy común en nuestra comunidad hispana el Síndrome de Peter Pan.
Este consiste en la negación a abandonar la adolescencia que tienen algunos individuos, y en su dificultad de dejar el rol de hijo para iniciar el de padre.
Pese a ser un problema que se puede presentar en ambos sexos (Síndrome de Wendy en las mujeres), es mucho más frecuente en hombres. Será porque según algunas encuestas, las madres hispanas, especialmente las dominicanas, estamos preparando la comidita, lavando y planchándole a nuestros hijos hasta los 32 años, y yo diría más si es necesario.
Y no se hable de meterle la mano para ayudarlos a resolver sus problemas económicos, servirles de “baby sitter” con sus hijos, aceptarlos de nuevo en la casa cuando pelean con la compañera, pelearnos con el padre si le reclama sus irresponsabilidades, y etc., etc., etc.
La relación de este síndrome con la novela de Peter Pan, radica en que en el país imaginario de Nunca Jamás, el lema de los niños que viven allí es “no querer crecer nunca”. O sea, permanecer siempre niño, aún siendo adultos.
A pesar de lo gracioso que esto parezca, realmente este comportamiento representa un problema que si no se enfrenta y trabaja, puede traer consecuencias fatales.
Personas con este síndrome, aún en la edad adulta siguen pensando, sintiendo y comportándose de manera irracional, infantil e inmadura.
Una de las características predominantes es la falta de madurez afectiva. Esto trae como consecuencia, inseguridad, falta de confianza en sí mismos, autovaloración negativa, y por ende baja autoestima. Adultos se comportan como adolescentes. No asumen responsabilidades, y se refugian en fantasías y proyectos imposibles de realizar, culpando a los demás de lo que les ocurre.
A pesar de una aparente seguridad en sí mismos, los afectados con este problema necesitan grandes dosis de afecto, y una mujer a su lado que se lo pueda ofrecer.
Sin embargo, a pesar de esta dependencia, cuando la relación se torna seria huyen de ella por miedo al compromiso y la responsabilidad. Esto conlleva continuos cambios de pareja, buscando incluso muchachas más jóvenes que puedan contagiarse con su inmadurez, y que representen menos planes de futuro.
Viven con metas a muy corto plazo, se sienten insatisfechos con lo que les rodea, aunque no hacen nada para solucionarlo.
Generalmente su búsqueda de satisfacción les hace recurrir al alcohol y/o a las drogas.
¡Qué interesante y complejo es el comportamiento humano!...
Lo bueno es que podemos salir del problema si queremos. Con ayuda profesional podemos aprender a: Cargar con nuestras responsabilidades, enfrentar nuestra realidad, asumir las consecuencias de nuestra conducta, reconocer las partes positivas de nuestra personalidad, desarrollar nuestro potencial adulto, y dejar de vivir… En el país de nunca jamás.
Por Lavinia del Villar
Debido a que somos muy querendones, y a que sobreprotegemos a montón a nuestros hijos, y no se diga a nuestros nietos, es muy común en nuestra comunidad hispana el Síndrome de Peter Pan.
Este consiste en la negación a abandonar la adolescencia que tienen algunos individuos, y en su dificultad de dejar el rol de hijo para iniciar el de padre.
Pese a ser un problema que se puede presentar en ambos sexos (Síndrome de Wendy en las mujeres), es mucho más frecuente en hombres. Será porque según algunas encuestas, las madres hispanas, especialmente las dominicanas, estamos preparando la comidita, lavando y planchándole a nuestros hijos hasta los 32 años, y yo diría más si es necesario.
Y no se hable de meterle la mano para ayudarlos a resolver sus problemas económicos, servirles de “baby sitter” con sus hijos, aceptarlos de nuevo en la casa cuando pelean con la compañera, pelearnos con el padre si le reclama sus irresponsabilidades, y etc., etc., etc.
La relación de este síndrome con la novela de Peter Pan, radica en que en el país imaginario de Nunca Jamás, el lema de los niños que viven allí es “no querer crecer nunca”. O sea, permanecer siempre niño, aún siendo adultos.
A pesar de lo gracioso que esto parezca, realmente este comportamiento representa un problema que si no se enfrenta y trabaja, puede traer consecuencias fatales.
Personas con este síndrome, aún en la edad adulta siguen pensando, sintiendo y comportándose de manera irracional, infantil e inmadura.
Una de las características predominantes es la falta de madurez afectiva. Esto trae como consecuencia, inseguridad, falta de confianza en sí mismos, autovaloración negativa, y por ende baja autoestima. Adultos se comportan como adolescentes. No asumen responsabilidades, y se refugian en fantasías y proyectos imposibles de realizar, culpando a los demás de lo que les ocurre.
A pesar de una aparente seguridad en sí mismos, los afectados con este problema necesitan grandes dosis de afecto, y una mujer a su lado que se lo pueda ofrecer.
Sin embargo, a pesar de esta dependencia, cuando la relación se torna seria huyen de ella por miedo al compromiso y la responsabilidad. Esto conlleva continuos cambios de pareja, buscando incluso muchachas más jóvenes que puedan contagiarse con su inmadurez, y que representen menos planes de futuro.
Viven con metas a muy corto plazo, se sienten insatisfechos con lo que les rodea, aunque no hacen nada para solucionarlo.
Generalmente su búsqueda de satisfacción les hace recurrir al alcohol y/o a las drogas.
¡Qué interesante y complejo es el comportamiento humano!...
Lo bueno es que podemos salir del problema si queremos. Con ayuda profesional podemos aprender a: Cargar con nuestras responsabilidades, enfrentar nuestra realidad, asumir las consecuencias de nuestra conducta, reconocer las partes positivas de nuestra personalidad, desarrollar nuestro potencial adulto, y dejar de vivir… En el país de nunca jamás.
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