domingo, 30 de mayo de 2010

SEIS HORAS ANTES DE VERTE

Por Handry Santana

2:00 de la mañana, no logro reconciliarme con el sueño. Las sábanas bailan a media luz, encadenadas al sudor pegajoso que moja mi cuerpo en agonía. Los pensamientos me someten a una tortura dolorosa. En unas horas amanecerá, tendré que verla. Ella espera con ansias abrazarme de nuevo. Mis bolsillos no me alcanzan ni para regalarle una sonrisa. Soy un fraude, confieso. No debí pagar la renta con esta quincena, ahora tendría dinero suficiente para comprarle algo.

¿Y si le escribo una carta para excusarme? Quizás no sea buena idea. Javier la leerá en frente de todos, seré la burla de mis hermanos y sobrinos. Cualquier obsequio que lleve a sus pies será pequeño si lo compara con los demás. Mi hermana Gabriela le compró un moderno refrigerador, Javier y su esposa la llevarán de viaje, mientras yo sigo aquí con las manos vacías en compañía del reloj que marca las 4:00.
¿Quién habrá inventado este día? Seguro alguien a quien no le cortan la luz, ni debe al colmadero hasta la vida. Un baño me aliviará la rabia; pero el agua en este vecindario solo llega cuatro horas al día.

Pienso en ti, en tus ojos cálidos, transparentes que todo lo remedian. Si pudiese, nacería en otro vientre. No te merezco, soy un vago.

5:30 de la mañana, ya no pienso. Escucho los murmullos de las mujeres que van a la iglesia cargadas de flores para llevarlas a las tumbas de sus madres muertas. Llorarán sobre aquel pedazo frío de cemento en el campo santo; luego al llegar a casa toman un trago de olvido. Las flores se marchitarán hasta el próximo año. El tiempo va pintando las canas, las arrugas y la indiferencia. Otros llevarán las flores, esta vez para ellas.

Un aire de congoja oprime mis pulmones. Sé que las palabras no lograrán fluir. Ella es todo lo que tengo, y no tengo nada para ella.

Son las 7:00 en punto, una caja decorada con papeles estampados de flores reposa junto a mi puerta. ¿Qué extraño? ¿Quién me la habrá dejado allí? Una nota responde mi pregunta: “Hijo amado, te conozco y sé bien que no has dormido pensando en que no tienes un presente para mí. Te envío esta caja con el regalo ideal para que vengas a traérmelo. Si este es el costo para tener tus abrazos, lo pago por tí”. Mi reloj grita que corra, que vuele a su regazo. Son las 8:00, en la puerta mi madre ansiosa me espera, mientras todos se sorprenden al ver mi obsequio. En aquella caja enmarcado mi primer dibujo con letras difusas que dicen: TE AMO MAMÁ.

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