martes, 25 de octubre de 2011

SUSURROS AL VIENTO

CUANDO TENGA 64 AÑOS
Por César Brea

Una canción de Los Beatles lleva por título “Cuando tenga 64 años”. Invito a todos a buscarla en internet y escucharla porque es una delicia para los sentidos. Es curioso que cuando nos acercamos a esa edad se nos antoja de repente pensar en una mujer bella, inteligente, de modales refinados, conocida por muchos, yo diría conocida de todos. Esa dama en la que estoy pensando cumple en el día de hoy esa bonita edad (¿bonita?) y pienso en ella porque nacimos prácticamente juntos, tan solo me adelanta 20 días, más nos separan distancias inconmensurables, claro… ella de cuna rica, familia conservadora, rubia, estudiada, viajera de la vida, viajera del mundo, niña de colegios caros y universidades famosas. Imaginen el contraste con alguien que nació entre calles polvorientas, tardes calenturientas, gente humilde, tisanas de abuelas mestizas, jolgorios de vecindario, baños de lluvias, sonidos de tamboras, ladridos de perros y cantos de aves de peleas. Admito que siempre la hemos admirado, aunque ella terminó casándose con un hombre poderoso, blanco, enamoradizo, infiel. No importa, la verdad es que no somos iguales ni ella, ni él, ni nosotros. ¡O quizás nos parecemos!, a esta edad la vida y la muerte nos va igualando a todos, sin importar sus trajes de modistos o nuestras sudorosas camisas mangas cortas. Caminamos inexorablemente hacia un mismo destino, ellos montados en sus limosinas, nosotros en nuestras guaguas y motoconchos.



Hace poco estuvimos cerca, más no nos vimos, un enjambre de abejas armadas nos separó. Ella vino a aconsejarnos, a reprocharnos, a trazarnos líneas, a ejercer su función de diosa de este mundo. Y la escuché junto a los míos con la cabeza agachada, pensando en la fuerza que le anima, en su ideología de mujer importante, en la influencia que anida en su oficina, en lo sofisticado de su posición, en los regalitos que nos trajo, en la adulonería de la gente que la recibió, en su mirada escrutadora de hembra superior, en los graves problemas que habitan su cabeza. Y los comparé con los míos, problemas cotidianos de ser del inframundo. A ella le preocupan las guerras en las que se ha metido, a mí el futuro de mis hijos, a ellos le tiembla la economía, la nuestra nació con el Mal de Parkison. Ellos quieren más, nosotros vamos acostumbrados a tener menos. Ella, cual Cleopatra de estos días, mira la muerte de sus enemigos desde una pantalla grandota de televisión, aquí nos vamos acostumbrando a ver la muerte de los desesperados del bajo mundo a manos de los otros desesperados uniformados de la misma sociedad de la pobreza.

Bueno… toda esta fraseología hueca, todas estas palabras inútiles, solo tienen la finalidad de desear un feliz cumpleaños 64 para aquella señora tan distante y tan cercana, tan admirada y tan odiada, querida por muchos, temida por más, mujer de incógnitas, de miedos y de esperanzas. Mujer que se atrevió a nacer casi conmigo, fuimos niños al mismo tiempo, ella allá y yo aquí, vivimos adolescencias juntos aunque no reburujados, nos enamoramos al mismo tiempo, ella de él y yo de otra, compartimos bailes aunque nunca pegados, ella su música y yo la mía. Quizás alguna vez escuchamos juntos la canción de John Lennon y Paul McCartney y pensamos al mismo tiempo una tontería que decía… “When I’m sixty four… if it’s not too dear we shall scrimp and save grandchildren on your knee” (Cuando tenga 64 años... si no es demasiado pretencioso deberíamos escatimar y ahorrar nietos en tu regazo). Imaginaria amiga en la distancia, señora del mundo, del poder y de la vida, jamás leerás esta ilusoria nota pero de todas maneras… muchas felicidades HILLARY CLINTON.

cesarbrea@hotmail.com

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