viernes, 26 de agosto de 2011

YO ME ACUERDO…

ENRIQUITO MARRERO Y EFIGENIO (MOZO) DE LA ROSA: LA MUTUAL PERFECTA
Por Evelio Martínez

Don Enrique Marrero, Enriquito, era un próspero agricultor maeño. Fue tronco de una familia de mucha incidencia en nuestra sociedad de las décadas 50 y 60.

Sus hijos, Pucho (el play de beisbol lleva su nombre), Paulino y Quime, quienes tuvieron una participación de primer orden en la vida política de la “Era aquella” y luego Quime, con el Dr. Balaguer y Augusto Lora. Quime casó con Doña Annie Brea y procrearon a Oneida (Cacha) y Rafael (Yuyi) Marrero. Este último destacado coreógrafo y artista dominicano.

Efigenio de la Rosa (Mozo), campechano, conversador y siempre alegre gustaba gastarse bromas con los demás. Era también un próspero agricultor y creó una familia en la sociedad maeña, entre los que se contaba su hijo Lulo, de muchas anécdotas y travesuras, que contaremos en otra entrega.

Cuentan que una noche, de las muchas que Don Enriquito y Don Efigenio se sentaban a conversar en las respectivas galerías de sus casas, eran vecinos, Efigenio le dijo a Enriquito: “Compai Enrique, a la farmacia de mi compai Ramón Delgado (refiriéndose a la Farmacia Bogaert), llegó una pomada que es un tiro para enderezar el pene (refiriéndose a este órgano por su nombre vulgar)”. “Mire Compai Mozo, respete el sacramento, que yo soy un hombre muy serio y muy macho”, le ripostó Enriquito.

Efigenio no volvió a pronunciar palabra y al instante se paró y se marchó a su casa, que como dije eran vecinos, pero cuando iba a abrir la puerta Enriquito le alcanzó y le preguntó casi al oído “Compai Mozo, sin embargamente, ¿Cómo es que se llama la pomada esa?”.

3 comentarios:

  1. Evelioke:
    Como siempre bien narrada anécdota. Gracias por tu contribución.
    Isaías

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  2. Mi padre me llevaba a la finca de Efinio de la Rosa, cuando había cortes de plátano en Palo Amarillo. Varios hombres, veía, que cortaban los plátanos y otros los traían al camión, donde dos los estibaban. Don Efigenio, sentado en una silla, sin camisa, al lado del camión con un platano en la mano, poniéndolo como un erizo con palitos de fósforos, contando los millares. Cada palito de fósforo clavado en el plátano, era un millar. Pero había un empleado privado buscando agua en una calabaza y echándosela por la cabeza a Efigenio, para soportar el calor y el "jalao" de la noche anterior. Esas cosas pasaban en Mao. Espero te recuerdes de aquello. "El caballito de Efigenio de la Rosa".

    Un abrazo hermano, Ley S.

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  3. TE FELICITO,EVELIO,POR TUS ANÉCDOTAS VERACES Y PICARESCAS,TAN MAEÑAS COMO NOSOTROS Y MANEJADAS SIN VULGARIDAD.SIEMPRE LEO TUS APORTES.
    UN ABRAZO DE TU AMIGO HECTOR BREA TIO

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