miércoles, 23 de diciembre de 2009
El brazo biónico
Cosas de Mao
Por Isaías Medina-Ferreira
Donde haya un maeño, ahí está Mao. Aunque esta anécdota no ocurriera en Mao, sino en Manhattan, NY, ocurrió en el negocio de un maeño y por su comicidad la incluyo aquí.
A finales de los años 60 y principio de los 70, Merejo Núñez tenía una tremenda sastrería en Manhattan, que era como un consulado latinoamericano. Merejo (el sastre de los artistas, pues entre sus clientes se contaba El Gran Combo, de Puerto Rico) y su equipo eran tan famosos, que se conocían como los “Magos del Polyester”, material que entonces estaba muy de moda. Entre los asistentes de Merejo estaba Lolito, a quien conocía desde sus tiempos en la capital dominicana, donde habían trabajado juntos. Lolito no podía trabajar si no era con una botella de licor al lado.
Como Lolito era eficiente y seguro, a Merejo no le molestaba que bebiera y lo consideraba como una necesidad que estuviera borracho para poder funcionar.
Un día va un boricua a hacerse un traje y Merejo le dice a Lolito: “cójale la medida a ese hombre, compay Lolo”. Lolito diligentemente le toma las medidas al cliente, pero al marcar la tela con la tiza, confunde los números de una manga y le sale una manga normal y la otra que es tres cuartos del tamaño normal. Lolito corta su traje, lo confecciona, y ni cuenta se da que hay una manga más larga que la otra. En un par de días está el traje hecho.
Cuando el boricua va a medírselo, Lolito lo saca de su funda plástica y se lo pasa al cliente; éste va a un cuarto, se encaja el pantalón, pero cuando se pone la chaqueta, nota que una manga es mucho más corta que la otra y se lo dice a Lolito, quien comienza a forcejear con la manga, para tratar de “estericarla”. En eso, Lolito llama a Merejo: “Mejo, ven a ver este fenómeno. Fíjate en el brazo derecho de ese muchacho, ¿tú notaj algo raro?”, dice Lolito. “Adió, Lolito, sí, lo que veo es que hay una manga más larga que la otra; ¿pero cómo se atreve usted a entregar un trabajo así? ¿Dónde está su vergüenza, Lolito?”.
Lolito, en medio de su jumo, en su propia defensa sólo atinó a decir: “Merejín, ¿pero qué culpa tengo yo que a ese boricua le creciera tanto ese brazo en un par de días?”
Por Isaías Medina-Ferreira
Donde haya un maeño, ahí está Mao. Aunque esta anécdota no ocurriera en Mao, sino en Manhattan, NY, ocurrió en el negocio de un maeño y por su comicidad la incluyo aquí.
A finales de los años 60 y principio de los 70, Merejo Núñez tenía una tremenda sastrería en Manhattan, que era como un consulado latinoamericano. Merejo (el sastre de los artistas, pues entre sus clientes se contaba El Gran Combo, de Puerto Rico) y su equipo eran tan famosos, que se conocían como los “Magos del Polyester”, material que entonces estaba muy de moda. Entre los asistentes de Merejo estaba Lolito, a quien conocía desde sus tiempos en la capital dominicana, donde habían trabajado juntos. Lolito no podía trabajar si no era con una botella de licor al lado.
Como Lolito era eficiente y seguro, a Merejo no le molestaba que bebiera y lo consideraba como una necesidad que estuviera borracho para poder funcionar.
Un día va un boricua a hacerse un traje y Merejo le dice a Lolito: “cójale la medida a ese hombre, compay Lolo”. Lolito diligentemente le toma las medidas al cliente, pero al marcar la tela con la tiza, confunde los números de una manga y le sale una manga normal y la otra que es tres cuartos del tamaño normal. Lolito corta su traje, lo confecciona, y ni cuenta se da que hay una manga más larga que la otra. En un par de días está el traje hecho.
Cuando el boricua va a medírselo, Lolito lo saca de su funda plástica y se lo pasa al cliente; éste va a un cuarto, se encaja el pantalón, pero cuando se pone la chaqueta, nota que una manga es mucho más corta que la otra y se lo dice a Lolito, quien comienza a forcejear con la manga, para tratar de “estericarla”. En eso, Lolito llama a Merejo: “Mejo, ven a ver este fenómeno. Fíjate en el brazo derecho de ese muchacho, ¿tú notaj algo raro?”, dice Lolito. “Adió, Lolito, sí, lo que veo es que hay una manga más larga que la otra; ¿pero cómo se atreve usted a entregar un trabajo así? ¿Dónde está su vergüenza, Lolito?”.
Lolito, en medio de su jumo, en su propia defensa sólo atinó a decir: “Merejín, ¿pero qué culpa tengo yo que a ese boricua le creciera tanto ese brazo en un par de días?”
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Otra "embajada" en la babel de hierro fue "El Tope" del cual estoy seguro que tienes que dedicarle toda una pagina por el sinnumero de anecdotas que tuvo.
ResponderBorrarJanio Perez
compadre ese es mi tio merejo eso fue tal como lo
ResponderBorrarredacto usted %X% de los sucedido es una foto de esos anos. congratulacion mi compadre por ser tan preciso ocea exacto.sobrino de merejo. DD