jueves, 1 de octubre de 2009

El pájaro bobo

Vivencias
Por Pablo Mustonen

Tío Chelo era espigado y delgado, natural de Esperanza, de donde era oriunda la familia de mi querida madre.

Las breñas eran bosques casi inaccesibles donde no penetraba el sol por el follaje de sus abundantes y espesos árboles. A tío Chelo aquella espesura lo hacía sentirse como en casa; era como su hábitat natural. Allí había desarrollado sus instintos de cazador.

Me encantaba seguir a mi tío en sus cotidianas cacerías. Era un cazador certero y natural, conocía todos los trucos para evitar que las distintas aves lo detectaran. Su escopeta de "pistón", con un tiro en la recámara, y en el morral un par de plátanos asados y por "compaña" un tremendo chicharrón, que en la noche anterior la abuela, con toda su bondad nos había preparado para la aventura de ese día, era todo lo que necesitábamos.

Sigilosamente y casi contando cada paso que dábamos, poco a poco y sin prisa, íbamos penetrando aquel bosque tenebroso, siempre pensando que al llegar al río, encontraríamos el gran y peligroso caimán, que según los campesinos merodeaba por los alrededores en busca de una buena comida.

Recuerdo el día que mi madre le pidió que me matara un pájaro "bobo", que según la tradición levantaba el apetito. Ese día llegó sin esperarlo. Casi al alcance de mis pequeñas manos, el "bobo" saltaba de rama en rama, lentamente y sin prisa, parecía hacerse el desentendido y no nos prestaba ninguna atención. De vez en cuando croaba y este sonido me pareció más bien de dolor que de alegría. Su bello plumaje de marrón con sus blancas alas cubría todo su inmenso y frágil cuerpo. Era un ave majestuosa, más bien parecía un príncipe, recién salido de su palacio y que vestido con sus mejores galas, salía en busca de su amada princesa.

Mi tío apuntó y aún recuerdo aquel PUM, que retumbó en mis oídos. El ave cayó casi al instante. Su bello cuerpo ya era cadáver y sus plumas eran un solo manto de sangre cuando tío lo tomó en sus manos y mostrándomelo me dijo: "Toma, llévaselo a Trina, que lo cocine para la cena".

Tomé el camino de regreso, contemplando aquel bello pájaro. Lloraba como lo que era, un niño. Al llegar al río, se me ocurrió lavarlo, para revivirlo y devolverle su libertad; a la orilla del Yaque y al borde de una barranca me pasé horas muertas, tratando de volverlo a la vida… todo mi esfuerzo fue en vano. Ya con mis ojos enrojecidos, decidí ponerlo sobre una mata de cambrón. Utilizando la resina amarilla de este espinoso arbusto, le embarduné sus dos patas y utilizando una pequeña ramita para apoyar su ya rígido cuerpo, como pude lo coloqué sobre una rama seca, lo acicalé, hasta sentirme conforme con mi trabajo. Me alejé unos cuantos pasos y desde esa distancia me pareció un trabajo perfecto: el "bobo" lucía con su misma gallardía que cuando escuché sus primeros chillidos. Me sentí satisfecho por la labor realizada y lentamente me alejé del lugar.

Tío llegó casi al anochecer y dirigiéndose a mamá, dijo: "¿Ya le cocinaste el ‘bobo’ a tu hijo?". Asombrada, mi madre ingenuamente preguntó: "¿Cuál bobo?". ¿Pablo, qué hiciste con el "bobo"? Salí disparado en dirección al patio, sin intención de volver, pero al sentir hambre, regresé al interior de la casa y enfrentando a mi madre, le dije: "Mamá, se me escapó volando y se encaramó en una mata de cambrón". Sentí un gran alivio después de balbucear aquella mentira. Sabía que seguiría sin apetito, pero juré que jamás me acercaría a un "bobo" y mucho menos le haría daño.

Esta bella ave ya se extinguió de nuestros desaparecidos bosques. Quisiera volver a verlos, eran verdaderas "Aves del Paraíso". Pero lamentablemente nuestra insaciable ambición acabó con ellos; ya no existen las breñas y los ríos desaparecen y mueren lentamente y nosotros irresponsables, damos la espalda y miramos para otro lado.

Ojalá pudiéramos darle marcha atrás al reloj de la vida y retornar el pasado al presente, pero esto es tan imposible como fue para mi insuflarle vida al "bobo" muerto.

2 comentarios:

  1. En el valle central de Costa Rica hay muchos pájaros bobos gracias a Dios. Tengo algunas fotos que he tomado, ya que esta ave deja que uno se pueda acercar un poco.
    Carlos Carballo
    carloscarballo@costarricense.cr

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  2. Soy maeño, y para mejorar el apetito de mi hermano Miguel mi madre encargaba pájaros bobos en los alrededores donde cazaba Chelo, el tio en el hermoso relato de Pablo Mustonen. Ahora vivimos en Santo Domingo y para mi sorpresa, en los alrededores de mi casa he visto esa ave.
    Guarionex Flores
    guarionexf@gmail.com

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