sábado, 5 de septiembre de 2009
Tres historias breves de Mao
COSAS DE MAO
Por Isaías Ferreira Medina
PRECAUCIÓN: Algunas de las Cosas de Mao contienen lenguaje gráfico y vulgar; si cree que podría ofenderse por ello, por favor NO LO LEA.
1. SE ACABÓ EL JABÓN
En los tiempos en que crecí, la ropa se lavaba exclusivamente a mano, con jabón de “cuaba” que vendían en barras (o “bricas”[1]) y en tablas, las cuales las amas de casa, o las expertas lavanderas, majaban y volvían una bola. Con el tiempo, los fabricantes parece que aprendieron y vendían las bolas. Recuerdo que la ropa, si era blanca sobre todo, era hervida y había que echarle un cubito de “azul de lavar” en el enjuague final, para suavizarla y devolverle su tersura natural.
Una vez uno de los fabricantes de productos para lavado y aseo del hogar, creo que industrias Lavador, desarrolló un producto que según daba a entender la propaganda era más avanzado que el jabón, y para ello tenía un anuncio que pregonaba “¡Se acabó el jabón!, ¡se acabó el jabón!…”.
Un señor mayor, al oír aquel anuncio tan enérgico e insistente, se fue corriendo al colmado más cercano y comenzó a comprar todo el jabón que tenían, por si acaso. El “dependiente”, curioso, hizo un comentario burlón acerca de esa compra tan extraña y el señor le contestó que si no había oído que el jabón se había acabado, lo que hizo reír despiadadamente al pulpero.
Ese mismo pulpero, de lengua larga, se encargó de regar la ocurrencia en el vecindario, lo que con el tiempo se extendió a todo Mao, y al hombre comenzaron a “darle cuerda” con lo de se acabó el jabón. Esa cuerda, que él cogía como un reloj de a peso, cambió la vida por completo del pobre hombre. No fueron pocas las “acarreriá” que tuvo que dar a quien osara vocearle “Tunino, se acabó el jabón”.
2. RAFAEL EL LOCO (Tema adulto)
De repente desaparecía y no lo veíamos por un largo tiempo. Así de sigiloso aparecía de nuevo. No tenía prisa; caminaba lento. Dormía donde le cogiera la noche.
No sé cómo sabían que el hombre se llamaba Rafael, pues no se comunicaba con nadie y vivía en un mundo propio recitando un monólogo constante en un susurro que en su voz ronca semejaba a un moscardón enamorado haciendo piruetas cerca de los oídos.
En torno suyo se tejían las historias más disímiles. Unos decían que expiaba una “culpa” grande por haber desobedecido las leyes de Dios, nadie sabe cuáles, por eso a veces se le veía darse repetidos pescozones violentos en la cara y el pescuezo. Otros decían que había sido un hombre muy rico que perdió su fortuna en una apuesta que hizo con el diablo; aún otros decían que le había dado “una cosa” por haber fornicado en Viernes Santo, mientras que los más fantasiosos decían que era un galipote al que le habían echado “agua de Florida” mientras se apareaba con una yegua.
Pocas veces se le veía comer y cuando lo hacía era basura que sacaba de algún tanque. No era raro verle sentarse en el borde de la calzada, coger un puñado de agua de la cuneta y echársela por la cabeza o beberla.
Aunque no molestaba a nadie, era uno de los cucos utilizados para aterrorizar a los muchachos jodones. ¿Quería amansar a un pichón fuera de control?, sólo había que decirle “¡a que llamo a Rafael pa’que te lleve!”.
3. DON PORO Y LA GACHA (Tema adulto)
Don Poro casi siempre andaba montado en su burra, “La Gacha”, pero cuando se le veía caminar, lo hacía erguido y rápido, como empinándose y dando saltitos. Tenía un verbo florido, pues según la leyenda era un hombre muy inteligente que según los “expertos del parque” había perdido el juicio por combinar el “estudio intenso” con la “falta de cuchara”.
Aunque nunca se detenía a sostener conversaciones, siempre contestaba las preguntas que le hacían los curiosos: “Don Poro, ¿qué es lo mejor de la vida?”, y con aire de profesor experto, “¡venirse y revenirse y re-revenirse!”, contestaba don Poro.
En torno a la relación entre don Poro y la Gacha, en el pueblo se decía con morbosidad que ésta última era más que un medio de transporte para don Poro. Esto lo decían por la cantidad de elogios que don Poro siempre tenía para su “carísima Gacha”, como solía llamarla. A la pregunta: “Don Poro, ¿cómo está la Gacha?”, éste contestaba: “La Gacha está hipercauriflíticamente buena”. O si no: “La Gacha es la suma de mis catetos al cuadrado”. O, “La Gacha es como un oasis en el desierto de mi vida estéril”. Era su apreciación que “los que compilaron la lista de las maravillas del mundo nunca vieron el donaire y el salero de mi Gacha”.
¡Ah, Mao! No sólo me viste crecer, abriste una ventana al mundo y me proporcionaste uno de los mejores asientos para observar.
Anotaciones:
[1] Supongo que la palabra “brica”, viene de la palabra inglesa “brick”, que significa ladrillo. Las bricas eran entre 6 y doce pulgadas de longitud, con un espesor de alrededor de pulgada y media.
Por Isaías Ferreira Medina
PRECAUCIÓN: Algunas de las Cosas de Mao contienen lenguaje gráfico y vulgar; si cree que podría ofenderse por ello, por favor NO LO LEA.
1. SE ACABÓ EL JABÓN
En los tiempos en que crecí, la ropa se lavaba exclusivamente a mano, con jabón de “cuaba” que vendían en barras (o “bricas”[1]) y en tablas, las cuales las amas de casa, o las expertas lavanderas, majaban y volvían una bola. Con el tiempo, los fabricantes parece que aprendieron y vendían las bolas. Recuerdo que la ropa, si era blanca sobre todo, era hervida y había que echarle un cubito de “azul de lavar” en el enjuague final, para suavizarla y devolverle su tersura natural.
Una vez uno de los fabricantes de productos para lavado y aseo del hogar, creo que industrias Lavador, desarrolló un producto que según daba a entender la propaganda era más avanzado que el jabón, y para ello tenía un anuncio que pregonaba “¡Se acabó el jabón!, ¡se acabó el jabón!…”.
Un señor mayor, al oír aquel anuncio tan enérgico e insistente, se fue corriendo al colmado más cercano y comenzó a comprar todo el jabón que tenían, por si acaso. El “dependiente”, curioso, hizo un comentario burlón acerca de esa compra tan extraña y el señor le contestó que si no había oído que el jabón se había acabado, lo que hizo reír despiadadamente al pulpero.
Ese mismo pulpero, de lengua larga, se encargó de regar la ocurrencia en el vecindario, lo que con el tiempo se extendió a todo Mao, y al hombre comenzaron a “darle cuerda” con lo de se acabó el jabón. Esa cuerda, que él cogía como un reloj de a peso, cambió la vida por completo del pobre hombre. No fueron pocas las “acarreriá” que tuvo que dar a quien osara vocearle “Tunino, se acabó el jabón”.
2. RAFAEL EL LOCO (Tema adulto)
De repente desaparecía y no lo veíamos por un largo tiempo. Así de sigiloso aparecía de nuevo. No tenía prisa; caminaba lento. Dormía donde le cogiera la noche.
No sé cómo sabían que el hombre se llamaba Rafael, pues no se comunicaba con nadie y vivía en un mundo propio recitando un monólogo constante en un susurro que en su voz ronca semejaba a un moscardón enamorado haciendo piruetas cerca de los oídos.
En torno suyo se tejían las historias más disímiles. Unos decían que expiaba una “culpa” grande por haber desobedecido las leyes de Dios, nadie sabe cuáles, por eso a veces se le veía darse repetidos pescozones violentos en la cara y el pescuezo. Otros decían que había sido un hombre muy rico que perdió su fortuna en una apuesta que hizo con el diablo; aún otros decían que le había dado “una cosa” por haber fornicado en Viernes Santo, mientras que los más fantasiosos decían que era un galipote al que le habían echado “agua de Florida” mientras se apareaba con una yegua.
Pocas veces se le veía comer y cuando lo hacía era basura que sacaba de algún tanque. No era raro verle sentarse en el borde de la calzada, coger un puñado de agua de la cuneta y echársela por la cabeza o beberla.
Aunque no molestaba a nadie, era uno de los cucos utilizados para aterrorizar a los muchachos jodones. ¿Quería amansar a un pichón fuera de control?, sólo había que decirle “¡a que llamo a Rafael pa’que te lleve!”.
3. DON PORO Y LA GACHA (Tema adulto)
Don Poro casi siempre andaba montado en su burra, “La Gacha”, pero cuando se le veía caminar, lo hacía erguido y rápido, como empinándose y dando saltitos. Tenía un verbo florido, pues según la leyenda era un hombre muy inteligente que según los “expertos del parque” había perdido el juicio por combinar el “estudio intenso” con la “falta de cuchara”.
Aunque nunca se detenía a sostener conversaciones, siempre contestaba las preguntas que le hacían los curiosos: “Don Poro, ¿qué es lo mejor de la vida?”, y con aire de profesor experto, “¡venirse y revenirse y re-revenirse!”, contestaba don Poro.
En torno a la relación entre don Poro y la Gacha, en el pueblo se decía con morbosidad que ésta última era más que un medio de transporte para don Poro. Esto lo decían por la cantidad de elogios que don Poro siempre tenía para su “carísima Gacha”, como solía llamarla. A la pregunta: “Don Poro, ¿cómo está la Gacha?”, éste contestaba: “La Gacha está hipercauriflíticamente buena”. O si no: “La Gacha es la suma de mis catetos al cuadrado”. O, “La Gacha es como un oasis en el desierto de mi vida estéril”. Era su apreciación que “los que compilaron la lista de las maravillas del mundo nunca vieron el donaire y el salero de mi Gacha”.
¡Ah, Mao! No sólo me viste crecer, abriste una ventana al mundo y me proporcionaste uno de los mejores asientos para observar.
Anotaciones:
[1] Supongo que la palabra “brica”, viene de la palabra inglesa “brick”, que significa ladrillo. Las bricas eran entre 6 y doce pulgadas de longitud, con un espesor de alrededor de pulgada y media.
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Isaias, te felicito por haber creado este blogs, ya que te seguiamos por la desaparecida pagina de maovalverde.com.. lo considero muy bien logrado y completo, exitos y sigue pa lante.
ResponderBorrarGracias, Alejandro; visitalo a menudo y contribuye, que es tu blog tambien.
ResponderBorrarIsaias
El señor del cuento del jabón era TUNINO, de los cajuiles.
ResponderBorrarMon.
Apreciado Isaías:
ResponderBorrarEl nombre del protagonista de la primera anécdota es "Tunino", a quien también apodaban "Barb'e chivo". Su oficio principal consistía en sesgar el fruto de la palma. Dícese que cuando escuchó el anuncio, que aludía a la desparición del jabón, encontrábase en una finca realizando su faena habitual. La verdad es que me he divertido muchísimo con vuestras ocurrencias. ¡Enhorabuena!
Isaías: El comentario sobre don Tunino ha sido enviado por tu amigo de siempre Niño Almonte. Mi mail es: franal56@hotmail.com. Saludos muy efusivos.
ResponderBorrarEstimado Isaia Ferreira Medina me placer saber, que el Isaia que escribe los conosco desde muy pequeno, jugabamos pelota en el play de soball en los terrenos que fue el Hotel Caoba. siempre jugabamos contrario, te tiraba muy violento a la base. Jugaba en el equipo de pelotade la tienda Ferreira SS y el manager era Estanislao Ferreira. cacher- Juan Eladio Castellano, Miquelin Marrero- cucho Amaro etc.
ResponderBorrarSaludo para ti y familia Att: Domingo Diaz
Domingo... sí era yo bastante berrinchoso. Saludos y no dejes de entrar a este tu blog a menudo y recomiéndalo a los maeños.
ResponderBorrarGracias a todos por escribir.
Isaías
Domingo Díaz, ¿eres Mingo, el hermano de Tito Díaz QEPD? Claro jugamos cantidad de veces contrarios... pero también fuimos en selecciones juntos fuera de Mao, creo que hasta a La vega y Puerto Plata... Espero que estés bien. Escríbeme directo, por favor, a galley472@yahoo.com
ResponderBorrarIsaías
Isaias,
ResponderBorrarFelicidades por tu blog,aunque vivo lejos y sali de mi pueblo apemas de 4 años, recuerdo a turu, el viejito ton ton , a Moronta..siempre trato de sacarle informaccion a mi padre Clemente Bonilla de mi pueblo Mao... Saludos
Elvio Bonilla
Elvio,
ResponderBorrarGracias... y sigue visitando esta tu página. Cualquier contribución de cuentos, anécdotas, poemas, décimas, lo que sea... siéntete libre de enviarla... ¿Clemen Bonilla? Creo que jugamos softball juntos...
Un abrazo hermano.
Isaías