jueves, 17 de diciembre de 2009

Daniel Antonio Colón, Lucero

DO-RE-MI
Por Juan Colón

Educador musical nacido en Mao, el 29 de diciembre del año 1915. Falleció el 30 de agosto de 1994. Era hijo de Genaro Ventura y Daniela Colón. En 1943 contrajo matrimonio con Dolores Rodríguez y procrearon 8 hijos: Carmen, Sonia, Juan, Fátima, Domingo, Úrsula, Daniel hijo, Julia, y luego acogieron en sus corazones a mi querido hijo Jochy, haciéndolo suyo, un gesto de amor de grandes proporciones por lo que siempre les estaré agradecido.

A los catorce años estudió solfeo y armonía con Emilio Arté y con Fello Ignacio, en Santiago.

Trompetista con un gran sentido de la afinación, interpretación y la técnica para tocar, una de sus cualidades más brillantes era su sonido. Un sonido con un concepto muy clásico pero con la brillantez para la música popular. Estudió con el método de Arbam, uno de los mejores libros para trompetistas.

Era uno de esos músicos que tenían un oído perfecto (perfect pitch). Cualquier nota que tocara otro músico, él la identificaba por su nombre exacto. Debido a que era autodidacta, y como ese término, oído perfecto, no era conocido en nuestro medio en ese entonces, no creo que él mismo supiera el don que tenía.

En 1930 ingresó a la Banda Municipal de Música de manera honorífica, un año más tarde de manera oficial ganando un salario de $4.00 pesos mensuales.

Desde muy temprano empezó a tocar en bandas y bailes con las orquestas de su tiempo. En el año 1945, durante un viaje al municipio de Mamey el vehículo que lo transportaba sufrió una volcadura quedando muchos de ellos muy afectados, principalmente su padre Genaro.

Fue un arreglista natural, en base a hacer el papel de un instrumento seguía con los restantes hasta completarlo. Tocaba con las agrupaciones de Esperanza, Guayubín, Monción, Santiago Rodríguez, Santiago, Villa Vásquez, Monte Cristi, Mao, etc.

Formó un sexteto por los años 1950 y más tarde una orquesta, Lucero y sus Estrellas, donde el Negrito Corcino era su principal cantante.

También se desempeñaba como agrimensor y pudo manejar muy bien las dos posiciones, siendo director del departamento de catastro por más de veinte años. Su coraje como hombre de familia me hace sentir realmente muy orgulloso de su gran hazaña en la lucha para llevar adelante ocho hijos. Como padre ha sido el regalo más grande que la vida me haya dado. Hombre ejemplar, junto a nuestra madre se quitaban el pan de sus bocas para darnos a nosotros un poco de toda su muestra de amor.

Fue director de la Banda Municipal de Monción en el 1949 y un año más tarde ingresa a la Banda Municipal de Mao siendo director por unos treinta años, y al final su gran amor por la educación del músico lo hizo dedicar sus últimos años a su gran pasión, la enseñanza.

Compuso algunas piezas musicales: los boleros Mendigo de Amor y Soledad; los merengues, En la Serranía, (este fue grabado por Humberto Reyes, El chivo, cuando formó su orquesta), y “vamo’ a dai tiza con ei mingo”, un merengue con letras de doble sentido, bien jocoso; también himnos para la escuela y el ayuntamiento.

Fue un educador musical en todo el sentido de la palabra; lo hacía con mucho amor, dedicación, coraje y entrega. Fue un maestro innato. Hay músicos muy bien preparados pero no saben enseñar. Para enseñar hay que tener un gran desprendimiento del ego personal, es abrirse a los ojos de un extraño.

Podía enseñar no sólo trompetistas, sino también clarinetistas, flautistas, saxofonistas, porque tenía la intuición del educador por excelencia y sabía por dónde dirigir al alumno.

Sufría cuando muchos estudiantes no podían cantar las lecciones de solfeo (el arte de aprender a leer música). Exigía que fueran cantadas y era muy impaciente cuando no veía el talento para el aprendizaje en el alumno, llegando a veces a ser rudo al decirle a un estudiante que no tenía talento y se lo estrujaba en la cara, lo cual le creó muchos conflictos con padres de los estudiantes. Esto es algo muy normal en las personas con extraordinarias condiciones y mucho más cuando las emplea en la enseñanza.

Tuvo muchos problemas con alumnos que querían que se les “enseñara” a como diera lugar. El problema con la música, la pintura, el baile, (las Artes en general) es que hay que nacer con ciertas condiciones especiales para su desarrollo. Estas profesiones son arte y ciencia al mismo tiempo, y no solo se puede aprender a través de los libros, hay algo más que los libros no pueden enseñar. Hoy día se ha estudiado el cerebro de las personas con inclinaciones a las artes y existen diferencias con el de una persona normal.

Tener esa gran capacidad para enseñar es una virtud, y al mismo tiempo hay que estar preparados para que luego personas que no pudieron ser músicos por su falta de talento quieran pagar sus frustraciones con el maestro.

Me considero un privilegiado al haber sido enseñado por Lucero, y tenerlo como padre al mismo tiempo. Fue mi gran modelo a seguir en todos los aspectos y aunque no lo haya logrado siempre, traté de no defraudarlo del todo.

Por sus manos pasaron grandes músicos que han logrado ser excelentes profesionales: Humberto Reyes, Papo Núñez, Diómedes Núñez, Estenio Castellanos, Caín, Patricio Bonilla, Domingo Ventura, Juan Colón, y otros muchachos cuyos nombres no recuerdo.

Lo que soy como músico se lo debo en un enorme porcentaje a las enseñanzas de mi padre, el cual de una manera amorosa puso todo su empeño en enseñarme lo mejor de sí, lo cual hizo, aunque de una manera inconsciente me privó de la niñez, para darme todos sus conocimientos. Por eso lo amaré hasta mi último suspiro en este plano terrenal.

Daniel Antonio Colón, Lucero, fue un excelente educador musical, con una fuerza de lucha admirable, ejemplar. La impaciencia que mostró con algunos alumnos puede verse como un sentimiento de frustración fruto de lo mucho que le importaba el aprendizaje de sus pupilos que se manifestaba al no ver los resultados que esperaba.

Toda la familia se siente honrada de que nuestra banda municipal de música lleve su nombre.

Aunque siempre supe de su gran valor como persona, me tomó muchos años de estudios para entender su gran obra como educador y su enorme capacidad musical en todos los aspectos.

Dio todo por la enseñanza y solo exigía ser correspondido al ver la superación del estudiante. Loor a ti excelente padre, amigo y educador. No ha habido día después de tu partida que no recuerde cuanto te extraña mi corazón.

Amor eterno en nombre de una familia cuyos miembros agradecemos en el alma a ti y a la Dña. (nuestra madre) los sacrificios que hicieron para criarnos como hombres y mujeres honestos y de bien. Estamos orgullosos de ti, Pío. En paz descanses.

El autor es un destacado saxofonista maeño, quien ha formado parte de las orquestas de Millie y los Vecinos, Rafael Solano y Juan Luis Guerra, entre otros grandes. Reside en Nueva York y hoy día se dedica a interpretar jazz con su grupo Sonido Latino.



2 comentarios:

  1. Apreciado Juan:
    Este artículo está concebido y escrito con mucha objetividad e imparcialidad, es un retrato real de las más sobresalientes cualidades de tu padre.La canción Soledad la escuché siendo muy niño y Vamos a dar tiza es un merengue que lo interpretaban todos los merengueros de la época y todavía suena. Quiero preguntarte: ¿es Tony el mismo Daniel hijo? Saludos de Niño Almonte.

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  2. Gracias Niño por tu apoyo y encontrar el trabajo adecuado. Si, Tony es el mismo Daniel Colon hijo, el es el mas pequeño de los tres varones, yo soy el mayor y Domingo el del medio.
    Gracias por tu apoyo


    Juan Colon

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