martes, 5 de abril de 2011
YO ME ACUERDO…
EMENEGILDO JUSTINO ALMONTE NÚÑEZ (MEREJO)
Por Evelio Martínez
Merejo desafió las fuerzas represivas y defendió con su vida la constitucionalidad y el derecho del pueblo a tener un gobierno que le representara con dignidad.
Hace unos meses, 19 de Diciembre del año 2010, falleció un hombre excepcional que cuando la bonanza le sonrió a borbotones, supo dar a manos llenas y favorecer al necesitado.
Emenegildo Almonte (el popular Merejo), fue mi amigo, casi un familiar, y como tal lo traté y conocía de todas sus vivencias, anécdotas y su estadía en la ciudad que no duerme, New York.
Este maeño, como el que más, empieza su trajinar grandioso a los 14 años, aprendiendo el oficio de la aguja y la tijera, la sastrería, con un famoso sastre de Mao, llamado Coté, y decía Merejo “El Día que yo aprendí a cortar pantalones con Pipí Reyes en su sastrería, ese día bombardearon la fortaleza para que se fueran los Trujillo, y todos nos tiramos al suelo”.
Merejo fue siempre un luchador por los mejore intereses de los necesitados, fue simpatizante del 14 de Junio, y en su casa y la de su hermano Danilo Almonte (Pechito), y María su esposa, vivían en tiempos difíciles de persecución y muerte, en la capital, Arnulfo Reyes, Joseíto Crespo y otros luchadores revolucionarios.
En la revolución de Abril del 65, Merejo escuchó el llamado de la patria y participó en la jornada de gloria que cubrió a la juventud valiente de este pueblo.
Como muchos jóvenes dominicanos, Merejo emigró a la ciudad de New York, y después de trabajar en algunas factorías, instaló su propio taller de sastrería en la avenida Columbus, casi esquina 86, un sector en los años 70 de gente de color y que casi no hablaban español. Su clientela, la mayoría latina, también estaba conformada por unos que otros negros americanos.
Para esa fecha yo estudiaba inglés en Columbia University y era asiduo visitante de la sastrería de Merejo, después de las clases que eran nocturnas. Se hizo casi una costumbre que él le dijera a los negros que mandaban a hacer pantalones con bolsillos especiales, sin trabillas, etc., que fueran a las 8 de la noche cuando el intérprete (que era yo) estuviera en la sastrería. Todo esto se le decía por señas o como pudiera con las manos. Yo le servía de intérprete y él siempre tenía sus salidas jocosas. Una noche, después de atender a unos de esos prietos, él me dijo: “Evelio, lo que es la vida, hoy usted me está sirviendo de intérprete en inglés, y mañana yo le serviré de intérprete en chino, porque estoy estudiando el idioma de los palitos”.
Cultivó la amistad con artistas de la talla de Andy Montañez, quien fue el cantante del gran combo y era su amigo. El célebre rey del mangue, Cheché Abreu, fue su amigo, y en uno de sus números decía “Merejo Núñez, ese es mi gente”.
Hay una anécdota que siendo jocosa, estaba salpicada de la necesidad en el momento. Nuestro Merejil había sufrido la caída de los tres peloteros del frente, es decir los dientes, y quería conseguir una plaza como sirviente en el Samoa Bar (otra vez el lugar) y su propietario arrendatario Nanito Madera, era muy estricto con la higiene y la presencia y le dijo al solicitante, que debía ponerse los dientes, ni corto ni perezoso, el aspirante a sirviente diseñó con una Yuca un pequeño puente, se lo colocó en la boca y fue donde el propietario del bar, le sonrió y consiguió el empleo, ¡cosas de Merejo!
Como decía Manito, en un comentario, Merejo era un bailarín de salón y en muchos lugares le dejaban la pista solo para él, y sus estilizados pasos y figureo.
Muchas son las anécdotas y vivencias de este personaje, que como casi todos los maeños, amaba entrañablemente nuestro lar querido.
Merejo fue un maeño que quiso morir en su patria chica, pero el destino a veces es cruel y le juega malas pasadas al prójimo; un motor responsable de un 70% de los accidentes, envistió a Merejo en la ciudad capital, donde se encontraba realizando diligencias, y le produjo fracturas graves en la base del cráneo, que le produjeron la muerte el 19 de Diciembre del 2010.
¡Paz a tus restos, recordado hermano Merejo Almonte, eres de mi gente!
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Gracias Evelio por recordar a la "Pantera"como nos decíamos y no te has equivocado al evaluarlo como amigo;se despegó de su buena posición económica para servirle a los demás.Era una caja de risas.
ResponderBorrarTantas historias que dejó nuestro querido Merejo,Dios lo haya perdonado.
Gracias Evelio por recordarnos al sonero y salsero Merejo Nuñez Almonte.
manito
Es sin dudas un homenaje, que la naturaleza le brinda a cualquier ser humano, el saberse amigo del Sr. Martinez, pues en Evelio se conjugan los versos y verbos, que tanto en pasado, como en presente, cualquiera ya quisiera escuchar, tuve la oportunidad de diseñarle, una vez, que junto a su Hermano(Gil Blas)se compró una porción de terreno, en Cacique, Monción, y la verdad que desconocia, esa cualidad en Martinez, pues tiene una memoria fotográfica, y expresa sus vivencias,como si hubiese ocurrido ayer mismo, felicidades Martinez, es un honor que considero muy alto, encontrarme en la lista de sus amigos.
ResponderBorrarCon el cariño de siempre de su amigo y hermano,
Miguel A. Santos (dhans)
dhans2007@hotmail.com
Facebook:Dhanny Santos
Twitter:Dhansky2000
Recuerdo muy bien a Merejo, es parte de mi familia, visitaba su casa materna en Mao, ya que mi abuela Juana Ramos (QEPD) y Alicia, la mamá de Merejo, eran familia y allí todas las mañanas me suplian un baso de leche.
ResponderBorrarDomingo Almonte, hermano de Merejo, es mi padrino y a quien le seguí los pasos en lo que concierne a los entimientos revolucionarios. Domingo y Monchy Valerio, eran mis ídolos de la época.
Recuerdo que en una oportunidad visité el cuartel de la policía de Mao, lo más lejo que me pasaba por la memoria es que Merejo esta tras las rejas, una patrulla lo habia detenido.
Llega Domingo, quien al parecer ya había gestinado la libertad de su hermano y se presenta al oficial del Día que era Bartolo Cuello ( hoy returado), quien dice en tono burlon : LA CARCEL ES UN EMBUDO, ANCHA PARA ENTRAR Y ESTRECHA PARA SALIR...... , dejando entrever que era difícil que Merejo recobrara su libertad.
Domingo no le responde, pero de inmediato suena el teléfono y Bartolo responde: SI SEÑOR, LO QUE USTED DIGA, SI SEÑOR ESA ES UNA ORDEN, llamó el Jefe de la Policía de aquel entonces, autorizando la libertad de Merejo...........- Dice Domingo, Bartolo y Ahora, que paso con el Embudo.
Angel Berto Almonte