martes, 8 de junio de 2010
COMO JUZGUES, SERÁS JUZGADO
Por Fernando Rodríguez Céspedes
Nadie, absolutamente nadie está exento, en esta sociedad desbordada por la criminalidad, de ser investigado o interrogado ante la ocurrencia de un crimen en cuyo escenario o próximo a él se encuentre circunstancialmente, o por familiaridad, amistad o vecindad con la vίctima.
Esta es una realidad incontrovertible que puede alcanzar a cualquier ciudadano honorable hoy, mañana o cualquier día, sin importar posición social, política, económica, profesional, o religiosa.
Quien que se encuentre en esas circunstancias, y más si el dolor lo embarga por la pérdida de un ser amado, lo menos que puede aspirar, sobre todo, si es una persona de bien, es a que se le respete su dolor y que las investigaciones procedentes, se efectúen sin prejuicios, como manda la ley, para ser justo y evitar suspicacias y morbo en una parte de la población.
Las suspicacias y las dudas son normales, en una sociedad con grandes deficiencias y pocos recursos para combatir el crimen, pero no es correcto, profesional ni moral, que personas con acceso a medios de comunicación se den a la innoble tarea de condenar a priori a un investigado.
Esto, además del dolor que infringen a la persona blanco de sus ataques despiadados, incrementa las dudas en un sector de la población proclive a las malsanas influencias de quienes se nutren de la maledicencia y el sensacionalismo periodístico digital y de cables, porque en los medios escritos estas aberraciones no pasan.
Pero más allá del dolor y el daño que ocasionan a su culpable del momento, contribuyen a la ruptura de relaciones familiares indisponiendo a los parientes de la víctima con el investigado creando situaciones de alto riesgo personal para el mismo.
Cuando al final, Dios ilumine a quienes investigan el horrendo crimen perpetrado contra la noble dama Yasmίn Valdez, y el autor caiga en manos de la justicia y se esclarezca todo, ¿qué dirán los que hoy se han constituido en clan de maledicencia y odio contra un profesional que ha vivido para servir desinteresadamente a su pueblo y región?
Esperemos confiados en Dios y en nuestras autoridades policiales y judiciales a que todo se aclare para que reine la justicia y Manuel Rodríguez Bonilla pueda recobrar la paz con que siempre ha vivido y dedicarse a la crianza y educación de las dos criaturas frutos del inmenso amor que siempre le prodigó a su finada amada.
A quienes con sus fábulas, manejo inescrupuloso e insensato de las informaciones, entes de división de dos familias unidas por el amor y dos criaturas inocentes, sólo me resta desearles que Dios los libre a ellos y a los suyos, de ser vίctimas de circunstancias similares.
Santo Domingo, D.N.
8 de junio del 2010.-
Nadie, absolutamente nadie está exento, en esta sociedad desbordada por la criminalidad, de ser investigado o interrogado ante la ocurrencia de un crimen en cuyo escenario o próximo a él se encuentre circunstancialmente, o por familiaridad, amistad o vecindad con la vίctima.
Esta es una realidad incontrovertible que puede alcanzar a cualquier ciudadano honorable hoy, mañana o cualquier día, sin importar posición social, política, económica, profesional, o religiosa.
Quien que se encuentre en esas circunstancias, y más si el dolor lo embarga por la pérdida de un ser amado, lo menos que puede aspirar, sobre todo, si es una persona de bien, es a que se le respete su dolor y que las investigaciones procedentes, se efectúen sin prejuicios, como manda la ley, para ser justo y evitar suspicacias y morbo en una parte de la población.
Las suspicacias y las dudas son normales, en una sociedad con grandes deficiencias y pocos recursos para combatir el crimen, pero no es correcto, profesional ni moral, que personas con acceso a medios de comunicación se den a la innoble tarea de condenar a priori a un investigado.
Esto, además del dolor que infringen a la persona blanco de sus ataques despiadados, incrementa las dudas en un sector de la población proclive a las malsanas influencias de quienes se nutren de la maledicencia y el sensacionalismo periodístico digital y de cables, porque en los medios escritos estas aberraciones no pasan.
Pero más allá del dolor y el daño que ocasionan a su culpable del momento, contribuyen a la ruptura de relaciones familiares indisponiendo a los parientes de la víctima con el investigado creando situaciones de alto riesgo personal para el mismo.
Cuando al final, Dios ilumine a quienes investigan el horrendo crimen perpetrado contra la noble dama Yasmίn Valdez, y el autor caiga en manos de la justicia y se esclarezca todo, ¿qué dirán los que hoy se han constituido en clan de maledicencia y odio contra un profesional que ha vivido para servir desinteresadamente a su pueblo y región?
Esperemos confiados en Dios y en nuestras autoridades policiales y judiciales a que todo se aclare para que reine la justicia y Manuel Rodríguez Bonilla pueda recobrar la paz con que siempre ha vivido y dedicarse a la crianza y educación de las dos criaturas frutos del inmenso amor que siempre le prodigó a su finada amada.
A quienes con sus fábulas, manejo inescrupuloso e insensato de las informaciones, entes de división de dos familias unidas por el amor y dos criaturas inocentes, sólo me resta desearles que Dios los libre a ellos y a los suyos, de ser vίctimas de circunstancias similares.
Santo Domingo, D.N.
8 de junio del 2010.-
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da pena que a cinco años el asesino ande como si nada , pero con escritos así desde el primer día lo blindaron , porque aunque seamos amigos , familiares , compañeros ect ect no sabemos a menos que estemos presentes los limites de cada individuo
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