lunes, 4 de abril de 2011

LAS DOS PARTES DE UNA MENTIRA

TERCER CAMINO
Por Lavinia del Villar

El problema no es que mientas, el problema es que te creo.  Ricardo Arjona

Cuando yo crecí, mentir era una acción deshonesta que debía ser evitada, y que tenía consecuencias punitivas. Nos enseñaban que decir mentiras reñía con la moral y las buenas costumbres. “Los niños no dicen mentiras", decía mamá. Así que mentir traía consigo su culpa, porque mentir era pecado… y punto.

Actualmente, mentir se ha convertido más que en un recurso aceptado, en un arte consumado. Se usa para quedar bien cuando realmente se ha fallado, para mecer los incautos, y para tranquilizar los demandantes.

Es sorprendente ver cómo personas aparentemente indefensas e inofensivas, poseen una maestría en Engaño con una concentración en Convencimiento, que los ayuda a justificar lo injustificable, y que nos dejan conformes con sus argumentos, aunque sepamos en el fondo que todo es falso. Pasa en el amor, en la política, en los negocios, etc.

Mentir es simplemente un hábito que se ha generalizado en nuestro mundo, y que se ha convertido en un mecanismo de defensa muy usado por muchos. Se miente hasta por gusto, sin ningún remordimiento.

Sin embargo, para que una mentira progrese, dos elementos deben entrelazarse en ella: El que la inventa y el que la cree.

El autoengaño nos impulsa a dar crédito a algo que dentro de nosotros sentimos o sabemos que es incierto. La desesperanza nos lleva a confiar en que las personas actúan de buena fe, y nos incita a creer en las mismas que nos han engañado muchas veces. Así que creemos, creemos, y volvemos a creer, a lo mejor buscando una salida, o soñando con soluciones favorables a los problemas que nos aquejan.

Queremos confiar, necesitamos creer, ansiamos recobrar nuestra sanidad mental, por lo que muchas veces la incertidumbre nos presenta la mentira como una alternativa, por lo que nos hacemos los locos, presumimos que nada pasó, y nos resignamos a escoger entre dos males, el menos malo.

Decía la Madre Teresa de Calcuta, que la persona más peligrosa es la mentirosa, y me río sola de pensar, cuántas personas peligrosas se mueven a nuestro alrededor. “Yo haré, yo quitaré, yo aumentaré, yo cambiaré…Vota por mi para un país mejor”.

Estamos rodeados de mitómanos, y lo peor es que les creemos.

Se ha perdido el respeto a la verdad, y se ha convertido en deporte afirmar lo que se sabe es falso.

Y hasta nos estamos acostumbrando…“Miénteme más, que me hace tu maldad feliz”.    (Miénteme-Bolero de Armando Martínez)

4 comentarios:

  1. Querida Profe:

    Lo peor es que los malos ejemplos vienen de los más viejos y de los que por su papel hegemónico debían dar el buen ejemplo y ser el "rol model" a seguir.

    Un beso,

    Fernan Ferreira.

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  2. Pfofe: Una gran lección que nos atañe sin contemplaciones.....una gran lección...no hay nada que agregar, nada que discutir.....con la frase "se ha perdido el respeto a la verdad" se dijo todo.....Abrazos mi querida Profe.

    suyo siempre

    Juan Colón

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  3. Querida profe...
    Qué agradable sorpresa, entrar por primera vez a la página y leer este escrito sobre la mentira que
    genera tanto valor social. Gracias profe.
    Un abrazo por siempre.

    Juan Emilio Rodríguez

    "El que me hayas mentido, no es problema, sino que a partir de ahora, jamás podre creer en ti".

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  4. Querida profe..
    "La verdad existe, es lo real... solo se inventa la mentira".
    Su alumno de 1963

    Juan Emilio Rodríguez

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