martes, 19 de abril de 2011

ELEGÍA A MI PADRE ESTANISLAO FERREIRA

Poema Inédito de: Narcisa Ferreira de Pimentel

En un viaje sin retorno se marchó hacia el infinito
Galopando sobre el rabo de una estrellita fugaz
Se marchó sin despedirse, y hasta sin pedir permiso
Y con sus alas de luces se escapó a la eternidad

Imprimió en mi recuerdo su mirada azul celeste
Era el color de sus ojos como dos gotas de mar
Con Él aprendí admirar las noches de plenilunio
Y me reveló de su alma el gran secreto de amar

Fue un amante de la prosa y de las cosas hermosas
Me contagió su romance con los sonetos de amor
Y hasta me enseñó a pintar en azul las azucenas
Y a convertir en poema la tristeza y el pesar

No sé si por donde ande, sabrá de mi gran tristeza
Si podrá mirar el brillo de mis lloros al caer
Tan solo sé que mi pena le lastimaría el alma
Y por mi propia congoja, lloraría Él también

Mi amigo más viejo, - mi primer y gran amigo-,
Ese que a cambio de nada me brindara siempre abrigo
Ya se fue de nuestra casa haciendo su propia senda
Y yo solo pude darle mi inmenso amor como ofrenda

Nada preparó mi vida para vivir con su ausencia
Yo pensé que sería eterno, el fulgor de su presencia
Solo quiero que en el día de mi viaje sideral
El rabo de luz de mi astro, me lleve al mismo lugar

Nunca podré compensarle su amor y su compañía
Y la pena de su ausencia me dolerá cada día
Mientras su recuerdo brilla en cada estrella fugaz
En este adiós infinito, deseo que encuentre paz.

Un pedacito de mi alma se ha desprendido con su partida, mi padre fue un ser especial, estaba adornado de tantas cualidades, que lo hacían un hermano, tío, padre y amigo preferido por generaciones, a todo mundo le hacía un momento agradable con esa espontaneidad llena de gracia conque definía muchas situaciones.

Deseo agradecer en nombre de nuestra larga familia, a todas las personas que se conmovieron ante su partida; a mi madre Argentina de Ferreira por toda su entrega llena de amor y sin resabios para mi padre durante su difícil situación de salud por más de un lustro, y a mi propio Padre, deseo agradecer por haberme otorgado como heredad a mis hermanos, mis primos y sobrinos con quienes comparto el privilegio de emerger de sus raíces y ser fruto de su simiente.

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