viernes, 22 de enero de 2010
Los presidentes
Por Dr. Mochy Mateo
Si los presidentes, fueran presidentes,
el mundo tendría un rostro de naciente luz y progreso,
pero surgen atados, a los que mandan, y tal gestión deja de ser de ellos,
entonces, los presidentes gobiernan, para el vino y la opulencia.
Ellos, se acomodan, porque ya dejaron de ser del pueblo,
y los días cercanos al nuevo torneo, vuelven con discursos
demagógicos y su mundo de mentiras, ofreciendo un nuevo paraíso,
Dicen, que acabarán con la miseria,
que el pueblo tendrá comida, salud y educación,
y la gente les cree. ¡Qué ironía!
Vuelven y gobiernan.
Sus acólitos junto a ellos, toman posesión de sus nuevos cargos y
cada oficina es convertida en una empresa privada,
y pasados algunos días,
el nuevo funcionario compra un lujoso carro, y una mansión construye,
porque ya no cabe en su vieja casa.
Los problemas nacionales, se tornan ajenos y distantes
de lo que decían y ofrecían en sus campañas.
Llegado el nuevo día, vuelven y reparten las alienantes dadivas,
hijas de la mentira, del dolo y del despiadado saqueo,
al Erario Nacional.
¡Entonces, ese pueblo, anestesiado y loco,
cambia, un día de fiesta, Moneda y Ron
por cuatro años de humillantes miserias!
Si los presidentes, fueran presidentes,
el mundo tendría un rostro de naciente luz y progreso,
pero surgen atados, a los que mandan, y tal gestión deja de ser de ellos,
entonces, los presidentes gobiernan, para el vino y la opulencia.
Ellos, se acomodan, porque ya dejaron de ser del pueblo,
y los días cercanos al nuevo torneo, vuelven con discursos
demagógicos y su mundo de mentiras, ofreciendo un nuevo paraíso,
Dicen, que acabarán con la miseria,
que el pueblo tendrá comida, salud y educación,
y la gente les cree. ¡Qué ironía!
Vuelven y gobiernan.
Sus acólitos junto a ellos, toman posesión de sus nuevos cargos y
cada oficina es convertida en una empresa privada,
y pasados algunos días,
el nuevo funcionario compra un lujoso carro, y una mansión construye,
porque ya no cabe en su vieja casa.
Los problemas nacionales, se tornan ajenos y distantes
de lo que decían y ofrecían en sus campañas.
Llegado el nuevo día, vuelven y reparten las alienantes dadivas,
hijas de la mentira, del dolo y del despiadado saqueo,
al Erario Nacional.
¡Entonces, ese pueblo, anestesiado y loco,
cambia, un día de fiesta, Moneda y Ron
por cuatro años de humillantes miserias!
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Nadie nunca antes había descrito la función de un presidente como lo ha hecho usted.
ResponderBorrarEsas verdades, taladran el alma de la patria.
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