miércoles, 27 de enero de 2010

Las veladas

Vivencias
Por Lavinia del Villar

Las Veladas, costumbre que lamentablemente se extinguió, constituían actividades sanas que se montaban con el fin de divertir, de celebrar, y de recabar fondos para obras sociales, o necesidades de la misma institución que las promovía.

Aportaban una enseñanza muy importante para la niñez y juventud en desarrollo. A través de ellas muchos valores se reforzaban: responsabilidad, solidaridad, compañerismo, cooperación, discreción (nunca se comentaba el contenido del programa), y sobre todo seguir directivas.

Generalmente eran organizadas por las escuelas, siendo pioneros en Mao, la Escuela Primaria e Intermedia Pública, hoy Juan Isidro Pérez, Las Monjas, en aquel entonces encabezadas por la Señorita Enmao, una canadiense que laboró y vivió mucho tiempo con nosotros, y el Instituto Profesor Cuello, que dirigía Doña Aura Bueno, entre otros.

Aunque el nombre “velada” significa una reunión nocturna de varias personas con la intención de divertirse y solazarse, o una concurrencia nocturna con motivo de fiesta o celebración, nuestras veladas a veces se celebraban de día y seguían siendo veladas.

Generalmente se realizaban en el Teatro Jaragua, y desaparecido éste se llegaron a celebrar en el Teatro Elda, aunque a veces se realizaban en las mismas escuelas.

Lo más significativo en el montaje de estos espectáculos era el compromiso que asumíamos los participantes o artistas invitados. Los ensayos a veces se comenzaban hasta dos meses antes del día de la presentación, y disfrutábamos al máximo la convivencia y el apoyo que nos dábamos unos a otros en la consecución de los materiales necesarios para las distintas escenificaciones, y en el esfuerzo para conseguir la memorización de los diferentes papeles a representar.

El contenido del programa incluía, interpretaciones de canciones, declamaciones de poesías, bailes, escenificación de pasajes bíblicos y de historias indígenas, dramatizaciones de borrachos y personajes pintorescos, representación de diferentes tipos de comedia, de gitanos, bailes típicos en grupos, como Mangulina, Carabiné, la Cinta, etc. Participaban también grupos de Perico Ripiao (maraca, güira y tambora), principalmente de niños. Además se hacían, imitaciones de cantantes y bailarines.

Recuerdo una escenificación de la gallera municipal, que incluía las jugadas de gallos y las vendedoras ambulantes que se apostaban en frente del local a vender sus roquetes, dulces, empanaditas, pastelitos, hojaldres y panecicos. Estas exquisiteces se vendían también en frente del teatro el día de la Velada. También recuerdo una comedia en la que participé que se llamaba “La Sirvienta Automática” en la que Carmen Reyes era una sirvienta robot. Muy divertida. Además “La Belleza de un Jardín”, en el que las diferentes flores expresaban su sentir. Muy sentimental.

También se representaban comedias de compadres en donde las ocurrencias se complementaban con el bigotón y el cachimbo de los hombres, y el vestido de listado y el moño de las mujeres.

Las taquillas eran vendidas ya en las escuelas, ya por grupos de jóvenes que se voluntarizaban para hacerlo, o también en el mismo teatro.

Los vestuarios se buceaban en los closets de nuestros padres y abuelos, o se inventaban. Por ejemplo para personificar a gitanos, buscábamos faldas largas, blusas de escotes con arandelas, collares, pañoletas, zapatillas y flores. Para los indios se usaba los sacos de henequén, plumas de gallina o pavo, aretes, pinturas, etc.

Generalmente los atuendos de las bailarinas eran hechos con papel crepé, que muchas veces nos dejaba en la calle cuando se nos enganchaba en cualquier clavo o astilla.

Me encantaba participar en las veladas. Asumía cualquier papel que se me asignara, no importaba si tenía que hacer comedia, si me tocaba cantar, recitar o representar cualquier personaje, pero mi fuerte era bailar. Una vez bailaba rumba con Rafael Enrique Marrero y Anunciatina Reyes, y recuerdo que Doña Ana Delia Jorge, que era la organizadora de esa velada, me decía de atrás del telón: “Yo te arreglo cuando tú salgas de ahí”, lo que no me impidió terminar mi compromiso de artista, aunque después me saliera lo mío.

Algunos participantes que recuerdo de ese tiempo, además de los que cité fueron Haydee Fondeur, Arsenio Enrique Franco, Zunilda Olivo, Leyda Brito, entre muchos otros.

Me encantaría que los lectores que tengan más información sobre las veladas y sus participantes las compartan conmigo, con el fin de enriquecer este artículo que pretende traer un poco de recuerdo de esas actividades que ojalá se retomaran, como una contribución a la integración de los valores individuales y colectivos de nuestra juventud.



2 comentarios:

  1. Profesora,
    En su aula siempre teníamos veladas, donde cantábamos y recitábamos. Esto se hacía los viernes.
    Recuerdo una canción que usted cantaba, Estrellita del Sur: Cuando lejos de ti quiera penar el corazón... no, no te digo un adiós, estrellita del sur, porque pronto estaré, a tu lado otra vez... y de nuevo sentir tu rostro sutil... campanas de bonanzas repicarán en el corazón...
    Con Dña. Camelia me acuerdo de la comedia El burro(yo era el actor central... adivine cuál: sí, ese mismo... el burro). Había un burro enfermo y sólo se sanaba si le llevaban manjares y comodidades. Decía uno de los actores: "a mi burro, a mi burro le duele la cabeza, y el médico receta jarabe de cereza", y toma, jarabe de cereza pa'l burro...¡Qué lindo haberlo vivido para poderlo contar!
    Isaías

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  2. Profe....Haga un esfuerzo y trate de buscar la manera con el departamento de educación a ver si pueden tomar su iniciativa de restaurar esos hermosos actos que tantos recuerdos conservamos y asi nuestra juventud pueda apreciar mejor el compañerismo y admirar el talento de sus compañeros. Gracias por su articulo



    Juan Colon


    Juan Colon

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