sábado, 6 de marzo de 2010
NIÑOS MALCRIADOS
Por Lavinia del Villar
El año pasado en la cumbre del Grupo de Ríos, nuestro presidente Leonel Fernández, sirvió de intermediario para ayudar a resolver un conflicto entre el presidente de Colombia, Álvaro Uribe y el de Venezuela, Hugo Chávez.
Nuestro presidente quedó muy bien parado con la acción, y fue reconocido internacionalmente por sus cualidades de mediador.
Ahora de nuevo los dos niños malcriados, cuyos problemas no terminan, se han agredido verbal y públicamente en la misma Cumbre del Grupo de Ríos que se celebró recientemente en Cancún, Méjico.
Otra vez, el presidente Fernández fue seleccionado para intervenir como facilitador en la consecución de la armonía entre los dos presidentes.
¿Cuál es el ejemplo que le damos a la juventud con este panorama?
Me cuestiono sobre cuáles son las fortalezas que debe tener un presidente de una república.
Se supone que un Jefe de Estado debiera tener el suficiente crecimiento emocional para controlar su forma de actuar ante los sentimientos, y la habilidad de responder adecuadamente en la resolución de conflictos.
Se espera que un funcionario de tan alta magnitud debiera ser experto en evitar confrontaciones inadecuadas y en negociar respetuosamente.
Se asume que el máximo representante de un pueblo debiera saber escuchar, aceptar diferencias de criterios, respetar las distintas opiniones de los demás y tener la madurez necesaria para resolver por si mismo sus desavenencias, sin tomar los asuntos de estado en forma personal.
Así que ahora tenemos una nueva preocupación: Resolver las pataletas infantiles de Uribe y Chávez, que en lenguaje sofisticado se llaman “diferendos”. Pero… suerte que como padres permisivos podemos solucionar las malacrianzas de los niños con un “pau pau, eso no se hace”.
El año pasado en la cumbre del Grupo de Ríos, nuestro presidente Leonel Fernández, sirvió de intermediario para ayudar a resolver un conflicto entre el presidente de Colombia, Álvaro Uribe y el de Venezuela, Hugo Chávez.
Nuestro presidente quedó muy bien parado con la acción, y fue reconocido internacionalmente por sus cualidades de mediador.
Ahora de nuevo los dos niños malcriados, cuyos problemas no terminan, se han agredido verbal y públicamente en la misma Cumbre del Grupo de Ríos que se celebró recientemente en Cancún, Méjico.
Otra vez, el presidente Fernández fue seleccionado para intervenir como facilitador en la consecución de la armonía entre los dos presidentes.
¿Cuál es el ejemplo que le damos a la juventud con este panorama?
Me cuestiono sobre cuáles son las fortalezas que debe tener un presidente de una república.
Se supone que un Jefe de Estado debiera tener el suficiente crecimiento emocional para controlar su forma de actuar ante los sentimientos, y la habilidad de responder adecuadamente en la resolución de conflictos.
Se espera que un funcionario de tan alta magnitud debiera ser experto en evitar confrontaciones inadecuadas y en negociar respetuosamente.
Se asume que el máximo representante de un pueblo debiera saber escuchar, aceptar diferencias de criterios, respetar las distintas opiniones de los demás y tener la madurez necesaria para resolver por si mismo sus desavenencias, sin tomar los asuntos de estado en forma personal.
Así que ahora tenemos una nueva preocupación: Resolver las pataletas infantiles de Uribe y Chávez, que en lenguaje sofisticado se llaman “diferendos”. Pero… suerte que como padres permisivos podemos solucionar las malacrianzas de los niños con un “pau pau, eso no se hace”.
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