jueves, 18 de marzo de 2010
En República Dominicana… Comparando diferentes vivencias…
Por Dayanara Reyes
Hace unas semanas me encontraba realizando funciones particulares en mi lugar de trabajo, me asignaron una visita procedente de Costa Rica para realizar un recorrido y coordinar algunas entrevistas con mis compañeros de trabajo. Nidia, nuestra visitante, estaba en nuestro país por primera vez.
En cada recorrido que hacíamos, recordaba un escrito del destacado comunicador Freddy Beras Goyco, pues en dicha publicación nos narraba cómo comparaba su visita a Miami con las ocurrencias sin igual de nuestro territorio.
Según me contaba Nidia, mientras confrontaba entre Costa Rica y nuestra gente, que era imposible ver: los motoconchos sin cascos protectores; camionetas en sus “camas” (parte trasera) llena de estudiantes para trasladarlos a sus destinos, tomando el riesgo de caer o accidentarse; guardias con grandes escopetas, supuestamente proporcionándonos “seguridad”. Situación esta última que ponía muy nerviosa a nuestra visitante y quien me preguntaba si teníamos una situación especial en nuestro país o en la zona, cada vez que nos detenían en un puesto de chequeo.
Semáforos en rojo que nadie respetaba. En una de las calles se formaba el símbolo de más (+) estábamos cuatro vehículos, cada uno en un punto del cruce, no había semáforos y muy rápidamente Nidia me dice: “Verifiquemos la señal de tránsito para saber quién cede el paso”, pero tampoco había una señal… Así que espontáneamente comenzamos a pasar.
Cuando visitábamos uno de los restaurantes, tardábamos horas en recibir la comida ordenada, y mucho más para pagar la cuenta. Y hablando de comida, a Nidia le impresionaba ver cómo las carnes de venta estaban al aire libre, llenas de polvo, y nosotros los dominicanos diciendo “las carnes que están colocadas al sol, son las buenas para comprar, mientras más polvo, mejor saben”; y eso, sin mencionar los animales cruzando la pista, la competencia de los transportes públicos y las ventas informales en la carretera.
Para Nidia fue algo estresante en algunas ocasiones, pues en Costa Rica es totalmente diferente; para Freddy Beras Goyco o cualquiera de nosotros hubiese sido entretenido y hasta divertido e incluso aburrido sin esas particularidades. Sin embargo, a Nidia siempre le fascinó el trato sin igual de los dominicanos: alegres, simpáticos, atentos, chistosos, espontáneos y laboriosos.
¡Qué paisito el nuestro!
Hace unas semanas me encontraba realizando funciones particulares en mi lugar de trabajo, me asignaron una visita procedente de Costa Rica para realizar un recorrido y coordinar algunas entrevistas con mis compañeros de trabajo. Nidia, nuestra visitante, estaba en nuestro país por primera vez.
En cada recorrido que hacíamos, recordaba un escrito del destacado comunicador Freddy Beras Goyco, pues en dicha publicación nos narraba cómo comparaba su visita a Miami con las ocurrencias sin igual de nuestro territorio.
Según me contaba Nidia, mientras confrontaba entre Costa Rica y nuestra gente, que era imposible ver: los motoconchos sin cascos protectores; camionetas en sus “camas” (parte trasera) llena de estudiantes para trasladarlos a sus destinos, tomando el riesgo de caer o accidentarse; guardias con grandes escopetas, supuestamente proporcionándonos “seguridad”. Situación esta última que ponía muy nerviosa a nuestra visitante y quien me preguntaba si teníamos una situación especial en nuestro país o en la zona, cada vez que nos detenían en un puesto de chequeo.
Semáforos en rojo que nadie respetaba. En una de las calles se formaba el símbolo de más (+) estábamos cuatro vehículos, cada uno en un punto del cruce, no había semáforos y muy rápidamente Nidia me dice: “Verifiquemos la señal de tránsito para saber quién cede el paso”, pero tampoco había una señal… Así que espontáneamente comenzamos a pasar.
Cuando visitábamos uno de los restaurantes, tardábamos horas en recibir la comida ordenada, y mucho más para pagar la cuenta. Y hablando de comida, a Nidia le impresionaba ver cómo las carnes de venta estaban al aire libre, llenas de polvo, y nosotros los dominicanos diciendo “las carnes que están colocadas al sol, son las buenas para comprar, mientras más polvo, mejor saben”; y eso, sin mencionar los animales cruzando la pista, la competencia de los transportes públicos y las ventas informales en la carretera.
Para Nidia fue algo estresante en algunas ocasiones, pues en Costa Rica es totalmente diferente; para Freddy Beras Goyco o cualquiera de nosotros hubiese sido entretenido y hasta divertido e incluso aburrido sin esas particularidades. Sin embargo, a Nidia siempre le fascinó el trato sin igual de los dominicanos: alegres, simpáticos, atentos, chistosos, espontáneos y laboriosos.
¡Qué paisito el nuestro!
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