sábado, 28 de junio de 2014
LA PEQUEÑA Y YO
TERCER CAMINO
Por Lavinia del Villar
A Gina Reyes
“Cuando una relación nace basada en la honestidad, y crece alimentada por la sinceridad, el cariño fluye y perdura para toda la vida.” LDV
Los alumnos creían que éramos hermanas porque éramos igual de bonitas, pequeñitas y coqueticas. Llevábamos el mismo corte de pelo, lo que hacía que a veces nos confundieran, y aunque cuando yo llegué como maestra a la escuela Juan Isidro Pérez, ya ella tenía un ratico ahí, inmediatamente nos identificamos en la docencia con una pasión común: Disfrutar todo lo que se movía en el recreo… empanaditas, chulitos, pastelitos, caramelos, melcochas, etc., porque siempre hemos sido muy apetitosas. ¡Mentira…!, éramos y somos muy buenas profesoras, porque el que es maestro, lo es para toda la vida.
Cuando fuimos vecinas, ella recién casada con su primer esposo, viviendo frente al famoso Teatro Jaragua de Mao, su prima, mi amiga Elvia, y yo, nos estacionábamos en su galería y pasábamos las noches compartiendo penas, alegrías y papas fritas, que a ella le encantaba preparar y a nosotros hacerle el honor de degustar.
“Ha llovido mucho…” desde esos hermosos tiempos en que el gozo se alcanzaba con las cosas más sencillas… Sin embargo a través de todos estos años nuestra amistad se ha fortalecido y ha crecido, sin exigencias, sin reclamos, sin críticas, sin censuras…
Ella sigue siendo la compañía con que podemos contar cuando en los momentos difíciles, y también en los de gozo necesitamos que alguien nos escuche. Es símbolo de sinceridad, apoyo, comprensión y compasión.
Su alma blanca es su mejor adorno, y particularmente para mí, es un privilegio contar con el amor y la paz que esta Pequeña siempre proyecta.
Por Lavinia del Villar
A Gina Reyes
“Cuando una relación nace basada en la honestidad, y crece alimentada por la sinceridad, el cariño fluye y perdura para toda la vida.” LDV
Los alumnos creían que éramos hermanas porque éramos igual de bonitas, pequeñitas y coqueticas. Llevábamos el mismo corte de pelo, lo que hacía que a veces nos confundieran, y aunque cuando yo llegué como maestra a la escuela Juan Isidro Pérez, ya ella tenía un ratico ahí, inmediatamente nos identificamos en la docencia con una pasión común: Disfrutar todo lo que se movía en el recreo… empanaditas, chulitos, pastelitos, caramelos, melcochas, etc., porque siempre hemos sido muy apetitosas. ¡Mentira…!, éramos y somos muy buenas profesoras, porque el que es maestro, lo es para toda la vida.
Cuando fuimos vecinas, ella recién casada con su primer esposo, viviendo frente al famoso Teatro Jaragua de Mao, su prima, mi amiga Elvia, y yo, nos estacionábamos en su galería y pasábamos las noches compartiendo penas, alegrías y papas fritas, que a ella le encantaba preparar y a nosotros hacerle el honor de degustar.
“Ha llovido mucho…” desde esos hermosos tiempos en que el gozo se alcanzaba con las cosas más sencillas… Sin embargo a través de todos estos años nuestra amistad se ha fortalecido y ha crecido, sin exigencias, sin reclamos, sin críticas, sin censuras…
Ella sigue siendo la compañía con que podemos contar cuando en los momentos difíciles, y también en los de gozo necesitamos que alguien nos escuche. Es símbolo de sinceridad, apoyo, comprensión y compasión.
Su alma blanca es su mejor adorno, y particularmente para mí, es un privilegio contar con el amor y la paz que esta Pequeña siempre proyecta.
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Todo el mundo quisiera tener el grato privilegio de ser pariente o amigo(a) de éstas, dos joyas.
ResponderBorrarBesos y abrazos.
Monchy.
Querida Prima,... que grato es remembrar cosas del tiempo pasado, aposentando nuestro íntimo reservorio de aconteceres, más cuanto lo hacemos de personas dignas de nuestra admiración y respeto, como sucede contigo y la Distinguida Profesora Gina Reyes, compueblana muy querida por nuestra generación por sus nobles atributos y valores que posee, tanto en este oficio y como ejemplar ciudadana en su exitoso transcurrir, sin dejo de los que a tí te caracterizan en todo su esplendor y significación.
ResponderBorrarApoyo tu sentir, al aflorar estos bellos sentimientos que retratan con fidelidad y pureza, gratificantes sanas dispensas que el Supremo Hacedor nos facilita para acopio de expectantes júbilos y grandiosos recuerdos, que nos permiten revivir y retrotraer ineludibles momentos que llenan nuestros sutiles y más profundos haberes de la consustancial existencia con la que somos bendecidos muchas veces con creces inesperadas.
Abrazos reiterados y mi cordial aprecio de siempre, externándolos, asimismo, a nuestra amiga Gina.
Cuqui Rodríguez Martínez.
Esa foto es muy valiosa y claramente se puede identificar a Maguello Disla, profesor de educación física, quien se recicló y ahora ejerce el oficio de escultor; a su lado Bienvenido Hilario, quien está muy joven en esa foto; en la misma fila aparece Rita Peña. En el medio de la foto está la profesora Leca Díaz. Al lado de Lavinia está la extinta profesora Alercia Felipe y junto a ella la esposa de Humberto Núñez. Al fondo, a la derecha está Calola Disla y a la izquierda, en el fondo, Flérida Núñez.
ResponderBorrarRafael Darío Herrera
Perdón debe ser profesora Flérida Matías Vda. Núñez.
ResponderBorrarRafael Darío Herrera