domingo, 8 de junio de 2014
EJECUCIONES POLICIALES, ILEGALES Y PELIGROSAS
Por Fernando Rodríguez Céspedes
El auge de la delincuencia no debe llevarnos a ver como buenos y válidos, métodos policiales violadores de la Constitución y de un estado de derechos que ha costado tantos sacrificios al pueblo dominicano. Si la Policía Nacional se convierte en juez y verdugo de los delincuentes, el sistema judicial está demás.
Lo peligroso de esto es que, si como en muchas ocasiones, la Policía se equivoca y ultima a cualquier inocente, no hay excusas que devuelvan la vida a la víctima. Por eso, es preferible un delincuente suelto a un inocente ejecutado en los desacreditados "intercambios de disparos".
Estamos conscientes de que el último menor ultimado por la Policía, no era un angelito, ni pertenecía a Los Niños Cantores de Viena, pero es ilegal e inadmisible que el cuerpo del orden se arrogue el derecho a decidir quién vive o muera, sin importar el crimen que se le atribuya.
El amplio debate sobre el tema, surge a raíz de la muerte violenta de los dos jóvenes señalados por la institución como responsables del asesinato de la teniente de la AMET, Mercedes Torres Báez, crimen cobarde que suscitó rechazo e indignación en la ciudadanía.
Pero la Policía nunca presentó evidencias que comprometieran a los ultimados en el hecho y, aun así, salió a matarlos, al parecer para enviar el mensaje a los delincuentes de que quien sea acusado de agredir a un miembro de la institución, está, irremediablemente condenado a muerte.
Muchos aplaudieron, la acción sin detenerse a pensar que si esa práctica se generaliza, un día cualquiera , puede por confusión, alcanzarlo a ellos, o a cualquiera de sus hijos, o utilizarse, como en antaño, por motivaciones, políticas, personales y hasta... delincuenciales.
Los recuerdos están muy frescos en la población con los crímenes policiales de los funestos 12 años de Joaquín Balaguer y más recientemente con las desapariciones de personas que como el joven Randy Vizcaíno González, se encontraba detenido por la Policía al momento de desaparecer.
El auge de la delincuencia no debe llevarnos a ver como buenos y válidos, métodos policiales violadores de la Constitución y de un estado de derechos que ha costado tantos sacrificios al pueblo dominicano. Si la Policía Nacional se convierte en juez y verdugo de los delincuentes, el sistema judicial está demás.
Lo peligroso de esto es que, si como en muchas ocasiones, la Policía se equivoca y ultima a cualquier inocente, no hay excusas que devuelvan la vida a la víctima. Por eso, es preferible un delincuente suelto a un inocente ejecutado en los desacreditados "intercambios de disparos".
Estamos conscientes de que el último menor ultimado por la Policía, no era un angelito, ni pertenecía a Los Niños Cantores de Viena, pero es ilegal e inadmisible que el cuerpo del orden se arrogue el derecho a decidir quién vive o muera, sin importar el crimen que se le atribuya.
El amplio debate sobre el tema, surge a raíz de la muerte violenta de los dos jóvenes señalados por la institución como responsables del asesinato de la teniente de la AMET, Mercedes Torres Báez, crimen cobarde que suscitó rechazo e indignación en la ciudadanía.
Pero la Policía nunca presentó evidencias que comprometieran a los ultimados en el hecho y, aun así, salió a matarlos, al parecer para enviar el mensaje a los delincuentes de que quien sea acusado de agredir a un miembro de la institución, está, irremediablemente condenado a muerte.
Muchos aplaudieron, la acción sin detenerse a pensar que si esa práctica se generaliza, un día cualquiera , puede por confusión, alcanzarlo a ellos, o a cualquiera de sus hijos, o utilizarse, como en antaño, por motivaciones, políticas, personales y hasta... delincuenciales.
Los recuerdos están muy frescos en la población con los crímenes policiales de los funestos 12 años de Joaquín Balaguer y más recientemente con las desapariciones de personas que como el joven Randy Vizcaíno González, se encontraba detenido por la Policía al momento de desaparecer.
Etiquetas:
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Fernando Rodriguez C.
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El principal problema es que la Policía Nacional está repleta de delincuentes, y la delincuencia es solo la manifestación de algo profundamente podrido con nuestra sociedad, que en apariencia no tendrá solución hasta tanto no se erradique la corrupción y la generación de dinero fácil y la vida acomodada que el consumismo nos promete a diario y encandila a los jóvenes principalmente, sin medios para lograrlo mas que salir a buscársela como sea; mientras tanto, ¿qué hacemos con tantos hijos de puta en la calle, dispuestos a cualquier cosa?
ResponderBorrarTiene razón el autor, es una pendiente peligrosa y algo que no debe tener cabida en una sociedad donde reine el estado de derecho, pero cada vez que quitan a uno de esos malandrines del medio, aun sabiendo que no es una medida correcta, debe ser un alivio para quienes han sido víctimas de sus acciones, que los mañosos ya no estén entre nosotros... y alegrarse porque los hayan enviado en un viaje de ida sin regreso al infierno, no debiera hacernos sentir mal, pues los malditos son un peligro arriba.
Sí, soy defensor de los derechos humanos, pero de todos los humanos... no olvidemos que las víctimas de esos salvajes también tienen derechos.
Isaias
Por donde andan los malandrines?. Están presentes en toda una sociedad que no da señal de querer solucionar el problema. Cada día más se incrementan los malos ejemplos en todos los estamentos de nuestra sociedad.Creo que cada núcleo familiar tiene que hacer el esfuerzo de educar moralmente bien a sus hijos. Es en la casa donde todo debe comenzar.Enseñemos a nuestros hijos, el valor de la vida , el valor de la economía, el valor de la honradez, y así no tendremos políticos y empresarios corruptos. Metámonos en la profundidad del problema: enseñemos con el ejemplo. En mis 65 años de vida he visto y he oido muchas prédicas, y generalmente entre esa prédica y la realidad,es decir entre lo que se dice y se hace hay una larga y abismal distancia. Eduquemos para el bien y nuestros días serán felices. Habrá una tierra de promisión, cuando todos nos comprometamos con esa causa.
ResponderBorrarAntonio Mateo Reyes.