PARA CURAR EL ALMA

EN EL CRUCE DE LA VIDA
Doris Rodríguez

He caminado mil calles dejando que los días se crucen con las noches. He andado y desandado hasta encontrar el rastro de mis huellas perdidas. He hablado horas al silencio hasta encontrar una repuesta. Hoy descubrí el lado izquierdo por donde sale el sol y sopla el viento sin control. Hoy descubrí el viajero violento del tiempo estallando como luces fugaces en el cielo. Ahora tras las cortinas una lluvia de fina estampa acariciando los jazmines que perfuman la noche con su cálido aroma. Ahora ya sé que puedo andar por estas calles antiguas, distraerme en el puente sin caerme, caminar sin perseguir los pasos de alguien que anduvo por aquí. Allí un libro de páginas sin líneas, no hay escritos, han sido borrados por el perdón, olvidando el rencor, sacando lágrimas de sangre del corazón, suspirando aliento con la melodía de alabanzas que trae el día con alegría. Hoy inicia un diario con letras de luz, un camino de esperanza, con sueños realizables, de futuro incontable, de sonrisas transparentes, sin miedos escondidos, sin miradas hacia atrás en el desierto, sin conjugar pensamientos. Ya estoy aquí para alzar el vuelo y pintar las nubes de arcoiris, escondiendo el negro del cielo. No importa si desde las cálidas noches de verano y sus tibiezas luminarias, desde una mañana color de otoño, una tarde con el rocío de la primavera, tal vez desde un frio amanecer de invierno vestido de novia o quizás desde el jardín viendo el reflejo de la luna en el estanque tomando vida con la fragancia de las flores, no importa desde donde estés lo importante es saber qué hacer. Hoy he mirado al cielo hasta encontrar la luz de nuestro divino creador. Gracias Mi señor.