miércoles, 6 de junio de 2012
MANICOSAS
EL COMER GALLINA: SU BELLEZA Y EMOCIONES
Por Manito Santana
Han pasado varias décadas, pero muchas, y hasta la fecha no he podido saber quién fue el curioso y por qué le llamó "comer gallina" cuando el novio visitaba a la novia y se sentaban en dos sillas juntititos o en un sillón, abrazados o tomados de las manos; dándose besitos furtivos de vez en cuando. Lo que sí estoy seguro es de la alegría que sentía tanto él al visitarla como ella al recibirlo.
Claro, al llegar a esa etapa los gastos iban en aumento; el cambio del jabón de "Cuava" por el "Paramí" o el “Kinder”; el uso frecuente de crema POND, el perfume "Maja" o un Jean Naté (yinaté ) constante, más la afeitadera de sobacos. El varón cambia el desodorante de "Sudorina Estrella Azul" por uno de Rolón, un perfumito "Old Spice" (muy bueno por cierto) o un "Tabú", y el polvo Talco para quitar el brillo de la cara; y muchas veces el arreglo de pelo “incómodo” (no malo) exigía la compra de la famosa Vaselina "Alka" o el Dixie Peach y ser untada previo al "pase de peine caliente", con lo que se eliminaba el olor a quemado y apaciguaba la incomodidad.
En este período había un uso frecuente del cepillado dental, se evitaba el cenar con cebolla o ajo para evitar los inoportunos eructos que delataban lo recién ingerido. Ahh, y la compra de pañuelos... para el calor y secarles las lágrimas cuando oyendo la novela sentimentalona en la radio la joven se iba en llanto. ¡Cuánta sensibilidad, mi Dios!
Hemos hablado del comer gallina, pero no de lo valiente que debía ser el hombre para ir a un hogar a enfrentarse con el Don a pedirle la mano o decirle de los amoríos que tenía con su hija y que quería que los consintieran, ayy papá. Eso daba unos calores y unas flojeras de rodillas, que usted deseaba volverse el Hombre Invisible o tener poderes telepáticos. No era nada fácil, por lo que no todo tipo se atrevía a hacerlo sanamente y para eso buscaba un compañero, un par de tragos o si no acudía donde los "serenateros" de esa época y se apoyaba en una serenata para que así El viejo y la Mama se enteraran indirectamente de lo que había y así al él presentarse ya lo estuvieran esperando para las interrogaciones de rigor: ¿Qué Ud. hace, qué puede ofrecerle a mi hija, hijo de quién es Ud.? Luego del vital, y a veces "brutal", interrogatorio venía la advertencia al darle el sí: "no quiero que pongas de mojiganga a mi hija, porque mucho nos hemos sacrificado por ella!"
Isaías Ferreira, Nanito Espinal y Luisito (Pelli), fueron culpables de hacer comer muchas gallinas y de que hoy existan muchos matrimonios, ya que eran expertos en serenatas y sabían seleccionar las canciones que le chocaban en el corazón y no es que eran Marpiolos, pero te ayudaban.
¡Qué bonito era ver esa parejita sentada en la sala o la galería, ansiosa de una ligera ausencia de la futura suegra o el quemado repentino del bombillo de la galería!, con un hablar muy quedo, con preguntas y respuestas adornadas con frases amorosas, llenas de promesas, ofreciendo "villas y castillas", esas frases algunas veces perdían sus emociones momentáneamente al ser interrumpidas por un olorcito transitorio y vergonzoso sin haber un perro en la casa para cargar con la culpa, pero como "el gusto mata al bajo" el mismo es ignorado, pero es recordado acompañado de una ligera sonrisa luego de la partida del mozo, donde ella piensa "él cree que no me dio el olor" y él camino a casa pensando "creo que no le dio a ella". Al cabo del tiempo eso se vuelve rutina recibiendo a cambio un pellizco por parte de ella recriminando el hecho.
Esa misma confianza llevaba a algunas parejas a algo un poco más atrevido: ella cortarle las uñas de los pies al novio, con todo y “zicote”… bueeno, pero eso eran cosas extremas y dichas aquí para subrayar ciertas costumbres, que eran la excepción, no la regla. Volvamos a nuestras “gallinas” comunes y corrientes, no las de degenerados que sometían a las pobres muchachas a tales indelicadezas.
¡Qué emoción cuando de repente se aparecía ese novio con par de anillos produciéndose el llamado "compromiso"!, etapa esa en que los padres respiraban profundo ya que esto los hacía pensar que su consentimiento al susodicho no fue en vano; y es aquí donde comienzan a darse más libertades a las parejas que antes, para ir al cine se incurría en más gastos ya que la cuñadita había que llevarla como garantía de evitar cualquier desesperación y también el "decir" de las vecinas de lenguas malignas, Viperinas, de máuser, de acetileno y egoístas que siempre se mantenían en vigilia durante el período completo del noviazgo y no vacilaban para botar su veneno.
Era un momento de seguridad sentida entre ambos porque aquí comenzaban las planificaciones para un futuro matrimonio, y con el tiempo, esa confianza permitía o provocaba muchas veces dar tropiezos que no eran con los pies y había que adelantar la fecha previamente programada y así evitar los díceres que surgen en el vecindario, donde siempre aparece una de las vecinas que le encanta la matemática y comienza a sumar y restar fechas para saber si es sietemesino quien completa la trilogía. ¿Entendieron? Bien.
Quiero entrar en detalles de lo que era el comer gallina a la "Antigua", cuando el parque ni el teatro existían, y el enamoramiento era breve y el período era corto y efectivo; eran económicos, gastaban poco gas en la casa, rara vez fallaba. Cito un breve diálogo al estilo citado.
A la Antigua:
"Don fulano, estoy aquí para que me dé su permiso para visitar a su hija en calidad de enamorado". Para esa solicitud de permiso no necesariamente la muchacha debía estar enterada; esto sucedió por el efecto que hizo Cupido en el pretendiente al ver esa joven cruzar por una esquina y quedar sorprendido por su belleza e improvisadamente lanzar un piropo como este: "señorita, permítame ser el padre de sus hijos", provocando sonrojar su mejilla acompañada de una disimulada sonrisa para no darle a entender al solicitante el agrado causado por lo expresado.
Otras veces con los dos mantener un saludo respetuoso que mostrase simpatía bastaba para que se produjera un permiso de visita.
El padre, ante tal solicitud inicia la investigación directa; y ¿quién es Ud., qué hace Ud., qué Ud. le ofrece a mi hija?
Luego de contestar lo interrogado, la aceptación viene con la llamada a Eufrasia, su hija, quien suspende el lavado de una pila de ropa en el patio para atender el llamado de su progenitor quien la entera de las pretensiones del señor (antes no aceptaban jóvenes eran hombres formales, de bigotes), sorprendiéndose vergonzosamente al reconocer al hombre del piropo y encontrarla con la mano llena de lavazas.
En tiempo atrás los padres, de manera indirecta, participaban en la escogencia del novio, o sea que realizaban un "marpioleo indirecto", con algunas sugerencias cuando notaba que el hombre le garantizaba "las tres" con agua fría; o sea, por su posición económica.
Aquí comienzan las visitas programadas con su horario fijado por los padres. Inicia el pretendiente el "mueleo" tras la conquista de su tímida Dulcinea que luego de caer convencida, comienzan a acercarse las sillas dejando entrever que se gustan y esto motiva la advertencia del Papá: "no quiero que ponga a mi hija de mojiganga, haciéndole perder el tiempo y menos un desacredito" (descrédito ) y la madre inicia sus consejos para su hija: "mucho cuidado hija; no quiero que te pase igual que a Cipriana, la hija de mi comadre que ahí anda con el barrigón y el novio espantó la mula".
En el "gallineo", para la época Antigua, siempre estaba presente la madre con un tejido, un bordado o cosiendo y esta disimuladamente daba su ojeadita impidiendo cualquier manoseo emocional o jugada rara fuera de lo normal (parece que también no eran fáciles). Creo que esto era más bien evitando una subida rápida en el anca del caballo.
La gallina "Clasica", la vivida por nosotros difería de la Antigua en que para visitar a la enamorada ya había un noviazgo previo debido a que existían los parques y teatros; por tanto, las salidas frecuentes les brindaba oportunidades de dialogar y de conseguir una amiga "marpiola" que llevara y trajera los papelitos en las escuelas; a esto le agregamos los lugares de fiestas. También diferían en que en la Clásica aparecían unos matatanes que dilataban hasta 10 años para llevar al altar a la tolerante muchacha. Vienen a la mente Isidro Ventura y Quiquito Bonilla… ¡Ay qué noviazgos más largos!
Los Antiguos no, ellos no perdían su tiempo y cuando no podían celebrar la formal boda preparaban el Rocinante para el transporte y la realizaban por la "Palmita" o "Empleada" (así también lo llamaban, “impliaise”); o sea, cuando la joven calladamente con un madrugón resolvía el problema, se iba con su novio y regresaba a la casa a los 9 días después de consumado el hecho a besarle la mano a los padres y pedirles perdón por lo sucedido. El padre generalmente estaba enfogonado pero luego pensaba que "después del palo dao' ni Dios lo quita" y tomaba otra actitud, y más si notaba alguna alteración estomacal fuera de lo normal. Unas veces esos regresos eran difíciles, pero la mayoría de veces terminaban con una celebración del largo el brazo… y eso era, romo va y romo viene.
Durante las dos etapas del comer gallina, siempre existió el chequeo contra las parejas; ambas fueron supervisadas por los padres, y esto obedecía a que ellos a través de sus experiencias sabían que con el sexo no se juega y que cualquier desarreglo podría hacer olvidar el camino hacia el altar o la visita de Don Pilín, Manuel el Sapo o Danilo Tineo (Jueces Civiles), aunque muchas veces se iba tomando prestado. Muchos creen que esos viejos a pesar de su edad ignoraban todo lo que sucedía en el comer gallina ya fuera clásico o antiguo y quedó demostrado cuando la futura suegra le hizo el brindis de las arepas al futuro yerno, quien al ingerir dos de ellas, le dijo: "gracias suegra por tan sabrosas arepitas de bacalao'', ripostándole ella: "tómelas con la mano izquierda, que son de maíz". Pues sii.
Hemos citado el comer gallina a la Antigua y la Clásica y no me atrevo a citar el comer gallina actualmente porque no estoy viendo a la gallina, creo que voló con el modernismo. Pero de todos modos me sigo preguntando:
¿Quién fue el curioso que inventó el comer gallina, y por qué gallina?
Espero sus respuestas.
Buen provecho.
Ahora gocen este perico ripiao que retrata la época. Con Tatico Henríquez, Comiendo Gallina:
Por Manito Santana
Han pasado varias décadas, pero muchas, y hasta la fecha no he podido saber quién fue el curioso y por qué le llamó "comer gallina" cuando el novio visitaba a la novia y se sentaban en dos sillas juntititos o en un sillón, abrazados o tomados de las manos; dándose besitos furtivos de vez en cuando. Lo que sí estoy seguro es de la alegría que sentía tanto él al visitarla como ella al recibirlo.
Claro, al llegar a esa etapa los gastos iban en aumento; el cambio del jabón de "Cuava" por el "Paramí" o el “Kinder”; el uso frecuente de crema POND, el perfume "Maja" o un Jean Naté (yinaté ) constante, más la afeitadera de sobacos. El varón cambia el desodorante de "Sudorina Estrella Azul" por uno de Rolón, un perfumito "Old Spice" (muy bueno por cierto) o un "Tabú", y el polvo Talco para quitar el brillo de la cara; y muchas veces el arreglo de pelo “incómodo” (no malo) exigía la compra de la famosa Vaselina "Alka" o el Dixie Peach y ser untada previo al "pase de peine caliente", con lo que se eliminaba el olor a quemado y apaciguaba la incomodidad.
En este período había un uso frecuente del cepillado dental, se evitaba el cenar con cebolla o ajo para evitar los inoportunos eructos que delataban lo recién ingerido. Ahh, y la compra de pañuelos... para el calor y secarles las lágrimas cuando oyendo la novela sentimentalona en la radio la joven se iba en llanto. ¡Cuánta sensibilidad, mi Dios!
Hemos hablado del comer gallina, pero no de lo valiente que debía ser el hombre para ir a un hogar a enfrentarse con el Don a pedirle la mano o decirle de los amoríos que tenía con su hija y que quería que los consintieran, ayy papá. Eso daba unos calores y unas flojeras de rodillas, que usted deseaba volverse el Hombre Invisible o tener poderes telepáticos. No era nada fácil, por lo que no todo tipo se atrevía a hacerlo sanamente y para eso buscaba un compañero, un par de tragos o si no acudía donde los "serenateros" de esa época y se apoyaba en una serenata para que así El viejo y la Mama se enteraran indirectamente de lo que había y así al él presentarse ya lo estuvieran esperando para las interrogaciones de rigor: ¿Qué Ud. hace, qué puede ofrecerle a mi hija, hijo de quién es Ud.? Luego del vital, y a veces "brutal", interrogatorio venía la advertencia al darle el sí: "no quiero que pongas de mojiganga a mi hija, porque mucho nos hemos sacrificado por ella!"
Isaías Ferreira, Nanito Espinal y Luisito (Pelli), fueron culpables de hacer comer muchas gallinas y de que hoy existan muchos matrimonios, ya que eran expertos en serenatas y sabían seleccionar las canciones que le chocaban en el corazón y no es que eran Marpiolos, pero te ayudaban.
¡Qué bonito era ver esa parejita sentada en la sala o la galería, ansiosa de una ligera ausencia de la futura suegra o el quemado repentino del bombillo de la galería!, con un hablar muy quedo, con preguntas y respuestas adornadas con frases amorosas, llenas de promesas, ofreciendo "villas y castillas", esas frases algunas veces perdían sus emociones momentáneamente al ser interrumpidas por un olorcito transitorio y vergonzoso sin haber un perro en la casa para cargar con la culpa, pero como "el gusto mata al bajo" el mismo es ignorado, pero es recordado acompañado de una ligera sonrisa luego de la partida del mozo, donde ella piensa "él cree que no me dio el olor" y él camino a casa pensando "creo que no le dio a ella". Al cabo del tiempo eso se vuelve rutina recibiendo a cambio un pellizco por parte de ella recriminando el hecho.
Esa misma confianza llevaba a algunas parejas a algo un poco más atrevido: ella cortarle las uñas de los pies al novio, con todo y “zicote”… bueeno, pero eso eran cosas extremas y dichas aquí para subrayar ciertas costumbres, que eran la excepción, no la regla. Volvamos a nuestras “gallinas” comunes y corrientes, no las de degenerados que sometían a las pobres muchachas a tales indelicadezas.
¡Qué emoción cuando de repente se aparecía ese novio con par de anillos produciéndose el llamado "compromiso"!, etapa esa en que los padres respiraban profundo ya que esto los hacía pensar que su consentimiento al susodicho no fue en vano; y es aquí donde comienzan a darse más libertades a las parejas que antes, para ir al cine se incurría en más gastos ya que la cuñadita había que llevarla como garantía de evitar cualquier desesperación y también el "decir" de las vecinas de lenguas malignas, Viperinas, de máuser, de acetileno y egoístas que siempre se mantenían en vigilia durante el período completo del noviazgo y no vacilaban para botar su veneno.
Era un momento de seguridad sentida entre ambos porque aquí comenzaban las planificaciones para un futuro matrimonio, y con el tiempo, esa confianza permitía o provocaba muchas veces dar tropiezos que no eran con los pies y había que adelantar la fecha previamente programada y así evitar los díceres que surgen en el vecindario, donde siempre aparece una de las vecinas que le encanta la matemática y comienza a sumar y restar fechas para saber si es sietemesino quien completa la trilogía. ¿Entendieron? Bien.
Quiero entrar en detalles de lo que era el comer gallina a la "Antigua", cuando el parque ni el teatro existían, y el enamoramiento era breve y el período era corto y efectivo; eran económicos, gastaban poco gas en la casa, rara vez fallaba. Cito un breve diálogo al estilo citado.
A la Antigua:
"Don fulano, estoy aquí para que me dé su permiso para visitar a su hija en calidad de enamorado". Para esa solicitud de permiso no necesariamente la muchacha debía estar enterada; esto sucedió por el efecto que hizo Cupido en el pretendiente al ver esa joven cruzar por una esquina y quedar sorprendido por su belleza e improvisadamente lanzar un piropo como este: "señorita, permítame ser el padre de sus hijos", provocando sonrojar su mejilla acompañada de una disimulada sonrisa para no darle a entender al solicitante el agrado causado por lo expresado.
Otras veces con los dos mantener un saludo respetuoso que mostrase simpatía bastaba para que se produjera un permiso de visita.
El padre, ante tal solicitud inicia la investigación directa; y ¿quién es Ud., qué hace Ud., qué Ud. le ofrece a mi hija?
Luego de contestar lo interrogado, la aceptación viene con la llamada a Eufrasia, su hija, quien suspende el lavado de una pila de ropa en el patio para atender el llamado de su progenitor quien la entera de las pretensiones del señor (antes no aceptaban jóvenes eran hombres formales, de bigotes), sorprendiéndose vergonzosamente al reconocer al hombre del piropo y encontrarla con la mano llena de lavazas.
En tiempo atrás los padres, de manera indirecta, participaban en la escogencia del novio, o sea que realizaban un "marpioleo indirecto", con algunas sugerencias cuando notaba que el hombre le garantizaba "las tres" con agua fría; o sea, por su posición económica.
Aquí comienzan las visitas programadas con su horario fijado por los padres. Inicia el pretendiente el "mueleo" tras la conquista de su tímida Dulcinea que luego de caer convencida, comienzan a acercarse las sillas dejando entrever que se gustan y esto motiva la advertencia del Papá: "no quiero que ponga a mi hija de mojiganga, haciéndole perder el tiempo y menos un desacredito" (descrédito ) y la madre inicia sus consejos para su hija: "mucho cuidado hija; no quiero que te pase igual que a Cipriana, la hija de mi comadre que ahí anda con el barrigón y el novio espantó la mula".
En el "gallineo", para la época Antigua, siempre estaba presente la madre con un tejido, un bordado o cosiendo y esta disimuladamente daba su ojeadita impidiendo cualquier manoseo emocional o jugada rara fuera de lo normal (parece que también no eran fáciles). Creo que esto era más bien evitando una subida rápida en el anca del caballo.
La gallina "Clasica", la vivida por nosotros difería de la Antigua en que para visitar a la enamorada ya había un noviazgo previo debido a que existían los parques y teatros; por tanto, las salidas frecuentes les brindaba oportunidades de dialogar y de conseguir una amiga "marpiola" que llevara y trajera los papelitos en las escuelas; a esto le agregamos los lugares de fiestas. También diferían en que en la Clásica aparecían unos matatanes que dilataban hasta 10 años para llevar al altar a la tolerante muchacha. Vienen a la mente Isidro Ventura y Quiquito Bonilla… ¡Ay qué noviazgos más largos!
Los Antiguos no, ellos no perdían su tiempo y cuando no podían celebrar la formal boda preparaban el Rocinante para el transporte y la realizaban por la "Palmita" o "Empleada" (así también lo llamaban, “impliaise”); o sea, cuando la joven calladamente con un madrugón resolvía el problema, se iba con su novio y regresaba a la casa a los 9 días después de consumado el hecho a besarle la mano a los padres y pedirles perdón por lo sucedido. El padre generalmente estaba enfogonado pero luego pensaba que "después del palo dao' ni Dios lo quita" y tomaba otra actitud, y más si notaba alguna alteración estomacal fuera de lo normal. Unas veces esos regresos eran difíciles, pero la mayoría de veces terminaban con una celebración del largo el brazo… y eso era, romo va y romo viene.
Durante las dos etapas del comer gallina, siempre existió el chequeo contra las parejas; ambas fueron supervisadas por los padres, y esto obedecía a que ellos a través de sus experiencias sabían que con el sexo no se juega y que cualquier desarreglo podría hacer olvidar el camino hacia el altar o la visita de Don Pilín, Manuel el Sapo o Danilo Tineo (Jueces Civiles), aunque muchas veces se iba tomando prestado. Muchos creen que esos viejos a pesar de su edad ignoraban todo lo que sucedía en el comer gallina ya fuera clásico o antiguo y quedó demostrado cuando la futura suegra le hizo el brindis de las arepas al futuro yerno, quien al ingerir dos de ellas, le dijo: "gracias suegra por tan sabrosas arepitas de bacalao'', ripostándole ella: "tómelas con la mano izquierda, que son de maíz". Pues sii.
Hemos citado el comer gallina a la Antigua y la Clásica y no me atrevo a citar el comer gallina actualmente porque no estoy viendo a la gallina, creo que voló con el modernismo. Pero de todos modos me sigo preguntando:
¿Quién fue el curioso que inventó el comer gallina, y por qué gallina?
Espero sus respuestas.
Buen provecho.
Ahora gocen este perico ripiao que retrata la época. Con Tatico Henríquez, Comiendo Gallina:
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Comentarios de la entrada (Atom)
¡¡Genial Manito!!
ResponderBorrarQue mente tan pródiga al recordar con exactitud milimétrica los detalles dados. Me hiciste trasladar a aquellos tiempos de mi juventud ("Ha llovido mucho...") y pasar un video mental de lo vivido al respecto, recordando los buenos y malos ratos de el comer gallina. La verdad que los malos ratos se pagan solo: con el disfrute goloso, encendió y ...... !caraaaaaajo, cuidado Diómedes si te delatas.....!
Fantástico Mano.... disfruté tu remembranza a millón.
Con afecto del bueno.
Diómedes Rodríguez Martínez
Cabezón:
ResponderBorrarEsa tradición tan bella desapareció o está en vías de extinción, víctima de los "happy hours", las discotecas, y ...¿los moteles?
De todas manera, bonitas remembranzas, con ese estilo único que le imprimes a tus escritos.
Un abrazo,
Fernan Ferreira.
Manito, creo que tu no narras los actos del comer gallina, sino que cuentas tus experiencias, pero tremenda remembranzas de ese lindo camino que habia que recorrer ante del llegar al altar.
ResponderBorrarPapito Mármol
Manito,..sigo reiterando que eres uno de los grandes retratistas del costumbrismo folclorico y popular maeno, por lo que reconozco tus lauros y virtudes en esas lides, detalladas con una genialidad sorprendente y una certeza en el lujo de lo pormenorizado.La verdad, eres un verdugo, y no me vengas a decir que no fuistes" un destacado protagonista" en muchos de esos hechos.Como siempre,espero mucho de tus improntas y proverbiales ocurrencias; te felicito en mucho.
ResponderBorrarNelson Rodriguez Martinez(Cuqui).
Manito, creo que tú debes hacer un esfuerzo, e imprimir ese trabajo al por mayor, para que lo distribuya en las escuelas, para que los jóvenes de hoy, se enteren cómo se enamoraban sus padres o sus abuelos; por mi parte, creo no haber comido gallina nunca, porque lo mío, siempre fue bajo protesta, y con el árbiro en contra.
ResponderBorrarRolando Espinal
Manito: Como siempre me haces reir cantidad con tus ocurrencias. Te la comiste con lo de las arepas. Se te escapó que a veces cuando los novios se iban por la palmita, existía la posibilidad de la devolución de la gallina si no resultaba virgen. Ahí si estaba la pintura dura! Ah también antes de comer gallina se daba el "hacer yuca", a pié o en una bicicleta prestada para la ocasión.Muy interesante rescatar esas costumbres.
ResponderBorrarTe felicito.
Lavinia.
Mi amigo aunque esta operado no pierde la musa, son realidades que a todos nos ha tocado vivir, aunque en la época mia ya las cosas estaban más suave. Sin embargo me toco acompañar a dos amigos a pedir las manos de igual número de chicas, por suerte los padres no fueron tan agrios.
ResponderBorrarMuy buena su narrativa, espero que se mejore lo más pronto posible.
Se le quiere
Angel Berto Almonte