POR PRIVAR EN VIVO Por Rolando Espinal En esta ocasión, quiero compartir con los lectores de MEEC, una historia que he contado a medias en alguna ocasión. Resulta que hace varias décadas, como era de costumbre, siempre asistíamos a las fiestas que los fines de semana, celebraban las comunidades vecinas a nuestra ciudad de Mao. Esta vez nos tocó ir a Laguna Salada, a una fiesta con Bartolo Alvarado (el ciego de Nagua). |
Llegamos al lugar, con la fiesta ya comenzada, y nos tocó una mesa al lado de otra, donde habían muchas muchachas hermosas, como siempre hay en esa comarca; cuando la fiesta avanzaba, noté que todas las muchachas se paraban a bailar con sus parejas, y que sólo una muy elegante, con una cabellera lacia y abundante que le descansaba en sus hombros, y una mirada preciosa que no me quitaba de arriba; Al yo ver que parece que le estaba cayendo bien a mi princesa, me aceleré algunos directos al hígado, para ir botando el miedo, y tirármele a la bella mujer, que nunca se paraba a bailar, y que yo veía que se tongoneaba sentada en la mesa; al yo verla bailando sola, eso me despertó la curiosidad, y me comenté en mis adentros, "bueno, esta es la mía", y al decirlo, sigo intercambiando miradas, con esa bella mujer; cuando me decidí, porque ya no aguantaba más el deseo, me dirigí a su mesa, y antes de llegar, ya ella estaba parada, y seguido me di cuenta que cuando salimos rumbo al salón de baile, tuve que agarrarla, porque pensé que la muchacha se iba a caer; seguí caminado, y ahí fue que me di cuenta que caí en un gancho por privar en vivo... porque la muchacha tenía una pierna más corta que la otra, y por eso nadie la sacaba a bailar... pero ya el palo taba dao, y no me atreví a devolverme a sentarla en su mesa.
Mi tragedia llegó cuando empezamos a bailar un merengue ripiao, y cada vez que le tocaba pisar con la pierna corta, se me iba pal lado, y yo para poder llevar el ritmo, también tenía que dejarme caer pal mismo lado, aunque yo no fuera cojo; el asunto se puso peor, cuando vi que todo el mundo se estaba riendo de nosotros dos al bailar; y solo pensé "gran poder de Dios", y saber que faltaban dos piezas por bailar para terminar el set ; pero saqué de abajo y seguí bailando, ya con el pasito cojo bien sincronizado. Y en ese momento, para hacer más suave la espera, me puse a ponerle conversación a mi dama linda pero coja de un lado; y yo habla que habla, y la dama nunca me decía ni esta boca es mía, siempre callada. Ya a mi me dolía la cadera de tanto tirarme pal lado cojo de la muchacha. Cuando por fin, pasó el set de tres merengues, y la fui a llevar a su mesa, y antes de llegar me dijo un amigo que andaba con ella: mire amigo... gracias por sacarla a bailar, porque ella además de coja, también es muda... jajajajajajajajajajajajajajajaja todavía 30 años después, sólo me queda reírme, cuando recuerdo la historia
Cuchara,
ResponderBorrarEste es de antología... me duele el cuero de la panza de tanto reírme. Bárbaro.
Isaias
Jajajjajaja, que bueno estuvo eso. me rei como loco y la musikita se adapta.
ResponderBorrarFrancisco
Cosas como estas, sólo le suceden a Cuchara... Habría que determinar si la historia es cierta o creación de la productiva mente de nuestro dilecto amigo. Cierta o no, es para morirse de la risa.
ResponderBorrarUn abrazo,
Fernan Ferreira.
Diablo, pero ese Isaias es un barbaraso; confieso que al leer esa historia con ese merengue de fondo, tengo que reirme obligao; porque cuando habla de cojear, viene a mi mente, el justo momento de ese trágico accidente fiestero. Me gustaría saber por donde anda hoy esa dama, porque si me ve, estoy seguro que le dará deseo de bailar de nuevo.
ResponderBorrarRolando
Y tuviste suerte que los conjuntos típicos muy raras veces tocan boleros, porque entonces sí que la hubiese que tenido que cargar. Eso le para a "los que hozan mucho la trompa".
ResponderBorrarLey S.
Yo quisiera saber si eso lo soñaste o fue cierto....por eso es de volverse locoooo....aunque no soy bailador pero de pensarlo me rei muchisimooooo....Abrazos mi querido Cucharaaaaa
ResponderBorrarJuan Colon