viernes, 10 de septiembre de 2010
YO ME ACUERDO…
MANUEL DE JESÚS FONDEUR (PICULÍN): HÉROE Y MÁRTIR
Por Evelio Martínez
Cayó asesinado junto a Manuel Aurelio (Manolo) Tavárez Justo defendiendo los derechos del Pueblo, en Las Manaclas, en Diciembre del año 1963.
De este portento yo puedo escribir sin parar para recordar episodios, anécdotas, casos y cosas.
El Piqui fue precoz en su desarrollo como hombre, pues a los dieciséis años era ya un gran bailador de la música de su tiempo (merengues, valses, guarachas y otros ritmos) y de Santiago y la capital visitaban a Mao jóvenes mujeres para bailar con el Piqui, por supuesto, y otra vez, en el Samoa Bar.
Poco menos de 5’8” de estatura, cuerpo fibroso, andar seguro, rostro angélico, pelo crespo de color amarillo que lo convirtieron en un galán de la región. Fue “un rubirosa” de ese tiempo y su sano proceder libando finas bebidas junto a sus amigos y amigas le hicieron popular en nuestro Mao y zonas aledañas.
Yo le conocí y traté cuando en el país se abrieron las fronteras de la libertad y el pueblo comenzó a balbucear la palabra democracia.
Se enroló en las filas verde y negra de la Agrupación Patriótica (1J4) 14 de Junio y fue uno de sus directivos en la provincia Valverde, hasta el día de su sacrificio en Las Manaclas.
Eran sus padres Patricio Fondeur y Anadina Rodríguez, hermana del famoso médico maeño, Dr. Rafael Rodríguez Colón (Fello), quien fue como el padre de Piculín y le tocó la penosa tarea de buscar su cuerpo inerte enterrado en la loma en una fosa común, junto a sus compañeros también vilmente asesinados después de rendirse ante el enemigo con banderas blancas. Todo esto sucedió bajo la férula del maldito gobierno del Triunvirato que sojuzgaba, maltrataba y corrompía al Pueblo, y al cual combatimos y derrocamos en la Gloriosa Revolución de Abril de 1965.
Tuvo varios hijos, pero a mí me unen lazos consanguíneos con su última hija Magaly Fondeur, quien es hermana de mi esposa Aleida y está casada con Saulio Madera, quien es a su vez hijo de Doña Casilda Taveras.
Imbuido en los ajetreos políticos, los panfletos, los comunicados, la venta del periódico y la conspiración nos encontrábamos cuando nos sorprendió el golpe de estado contra el gobierno constitucional del Profesor Juan Bosch y se produce la desbandada al salir de las casas a esconderse para evitar el apresamiento. Piculín, cuando sucedió el golpe, se refugia en la capital momentáneamente.
Había sido administrador de las Oficinas de Correo y Telecomunicaciones, su último cargo y desde las cuales prestó un valioso servicio al movimiento revolucionario.
Yo le había prestado el arma de reglamento que me correspondía como Juez de Paz de Esperanza, cargo que ejercí a los veinte años. Fue a mi casa a despedirse y a llevarme el revólver. Naturalmente yo no me encontraba por razones obvias, pero ya se iba, allá donde dijo Manolo: “los hombres y mujeres del 14 de Junio sabemos dónde están la escarpadas montañas de Quisqueya”. Piculín estaba lleno de patriotismo, “enamorado de un puro ideal” para como dice este himno “con su sangre prender la llama augusta de la libertad”.
La residencia de José Ramón Haddad, un hombre a quien la Patria le debe su desinteresada lucha, sus aportes metálicos, sus sacrificios, así como su entrega a la causa revolucionaria sirvió de albergue a los muchachos de Mao que se iban a integrar a la guerrilla de Manolo en Las Manaclas, eran ellos: Piculín, Pitifa Reyes, Joseito Crespo, Papito Ramírez y Manuel de los Reyes (Reyito) Díaz. Allí permanecieron por seis días, en Santiago.
Aquel 28 de Noviembre emprendieron la marcha en tres vehículos: una camioneta, un carro Chevrolet y un Peugeot. Eran 27 soldados de la Patria mancillada que subían a las escarpadas montañas de Quisqueya a defender con su sangre la libertad conculcada.
Amanecieron el 29 de Noviembre vestidos de chamaco empuñando un arma, regocijados de ser soldados del Frente Jiménez Moya en Las Manaclas, San José de las Matas y emprendiendo una larga caminata de tres días.
Dejemos que sea Rafael Reyes (Pitifa) quien nos narre el comportamiento heróico, desprendido, siempre servicial y decidido de Piculín, ya que Pitifa es sobreviviente de este hecho histórico: “Cuando llegamos a la montaña, al tercer día fue necesario bajar a un “bota’o” (conuco entre las montañas) para buscar qué comer de lo sembrado, y uno de los primeros que se ofreció para bajar fue Piculín, junto al “Guajiro” Bisonó. Trajimos muchas batatas, las que echamos en un saco y las llamamos “batatas patrióticas”.
“Siempre estuvo presto a participar en todas las misiones que se presentaban y su conducta de guerrillero estuvo acorde con los principios que el Che Guevara escribió en su manual guerrillero. En la segunda oportunidad que fue necesario volver a otro “bota’o” que divisamos, Piculín fue el primero, y yo que casi me había fracturado un tobillo le acompañé y regresamos al día siguiente con más batatas patrióticas”, narra Pitifa.
“El tiempo, las caminatas, el hambre y el bombardeo incesante de los aviones fue diezmando las fuerzas físicas de los guerrilleros y Piculín no fue la excepción. Después de largas caminatas, las decisiones y desmoralización de la guerrilla se planteó la rendición del grueso guerrillero, decisión que no fue acogida por todos los componentes del frente Jiménez Moya”, dice Pitifa.
“Piculín estaba padeciendo de una afección biliar y úlcera estomacal; el color de su piel se tornó amarillo, sus ojos también tomaron un color amarillento con acuse de ictericia. Yo le rogué que no se rindiera, que se fuera con nosotros, pero el hambre lo consumía y la enfermedad lo había diezmado”, continúa diciendo Pitifa.
“Intercambiamos el suéter, nos abrazamos y el destino nos separó, ellos decidieron por la rendición, nosotros nos creíamos en los guardias”, termina diciendo Pitifa.
Mis guerreros preferidos también fueron cantores de coplas populares. Ustedes recordarán que Ledesma Colón, mientras disparaba su Máuser, cantaba aquello de “yo conozco el buey que jala…”, pues Piculín cantaba en los momentos trascendentales de la guerrilla la copla de Mambrú entonando: “Mambrú se fue a la guerra, que dolor que dolor que pena…”, y me cuenta Pitifa, que su sueño era que cuando bajaran de la loma o estuvieran presos quería que le llevaran cigarrillos “Hollywood”, leche condensada y refresco rojo.
Manolo, en quien veía un liderazgo de raza promisorio, fue un destinatario directo de sus consejos, y con él bajó en señal de paz para encontrar la muerte.
Mao lloró su desaparición. ¡Loor a ti, Piculín!
Por Evelio Martínez
Cayó asesinado junto a Manuel Aurelio (Manolo) Tavárez Justo defendiendo los derechos del Pueblo, en Las Manaclas, en Diciembre del año 1963.
De este portento yo puedo escribir sin parar para recordar episodios, anécdotas, casos y cosas.
El Piqui fue precoz en su desarrollo como hombre, pues a los dieciséis años era ya un gran bailador de la música de su tiempo (merengues, valses, guarachas y otros ritmos) y de Santiago y la capital visitaban a Mao jóvenes mujeres para bailar con el Piqui, por supuesto, y otra vez, en el Samoa Bar.
Poco menos de 5’8” de estatura, cuerpo fibroso, andar seguro, rostro angélico, pelo crespo de color amarillo que lo convirtieron en un galán de la región. Fue “un rubirosa” de ese tiempo y su sano proceder libando finas bebidas junto a sus amigos y amigas le hicieron popular en nuestro Mao y zonas aledañas.
Yo le conocí y traté cuando en el país se abrieron las fronteras de la libertad y el pueblo comenzó a balbucear la palabra democracia.
Se enroló en las filas verde y negra de la Agrupación Patriótica (1J4) 14 de Junio y fue uno de sus directivos en la provincia Valverde, hasta el día de su sacrificio en Las Manaclas.
Eran sus padres Patricio Fondeur y Anadina Rodríguez, hermana del famoso médico maeño, Dr. Rafael Rodríguez Colón (Fello), quien fue como el padre de Piculín y le tocó la penosa tarea de buscar su cuerpo inerte enterrado en la loma en una fosa común, junto a sus compañeros también vilmente asesinados después de rendirse ante el enemigo con banderas blancas. Todo esto sucedió bajo la férula del maldito gobierno del Triunvirato que sojuzgaba, maltrataba y corrompía al Pueblo, y al cual combatimos y derrocamos en la Gloriosa Revolución de Abril de 1965.
Tuvo varios hijos, pero a mí me unen lazos consanguíneos con su última hija Magaly Fondeur, quien es hermana de mi esposa Aleida y está casada con Saulio Madera, quien es a su vez hijo de Doña Casilda Taveras.
Imbuido en los ajetreos políticos, los panfletos, los comunicados, la venta del periódico y la conspiración nos encontrábamos cuando nos sorprendió el golpe de estado contra el gobierno constitucional del Profesor Juan Bosch y se produce la desbandada al salir de las casas a esconderse para evitar el apresamiento. Piculín, cuando sucedió el golpe, se refugia en la capital momentáneamente.
Había sido administrador de las Oficinas de Correo y Telecomunicaciones, su último cargo y desde las cuales prestó un valioso servicio al movimiento revolucionario.
Yo le había prestado el arma de reglamento que me correspondía como Juez de Paz de Esperanza, cargo que ejercí a los veinte años. Fue a mi casa a despedirse y a llevarme el revólver. Naturalmente yo no me encontraba por razones obvias, pero ya se iba, allá donde dijo Manolo: “los hombres y mujeres del 14 de Junio sabemos dónde están la escarpadas montañas de Quisqueya”. Piculín estaba lleno de patriotismo, “enamorado de un puro ideal” para como dice este himno “con su sangre prender la llama augusta de la libertad”.
La residencia de José Ramón Haddad, un hombre a quien la Patria le debe su desinteresada lucha, sus aportes metálicos, sus sacrificios, así como su entrega a la causa revolucionaria sirvió de albergue a los muchachos de Mao que se iban a integrar a la guerrilla de Manolo en Las Manaclas, eran ellos: Piculín, Pitifa Reyes, Joseito Crespo, Papito Ramírez y Manuel de los Reyes (Reyito) Díaz. Allí permanecieron por seis días, en Santiago.
Aquel 28 de Noviembre emprendieron la marcha en tres vehículos: una camioneta, un carro Chevrolet y un Peugeot. Eran 27 soldados de la Patria mancillada que subían a las escarpadas montañas de Quisqueya a defender con su sangre la libertad conculcada.
Amanecieron el 29 de Noviembre vestidos de chamaco empuñando un arma, regocijados de ser soldados del Frente Jiménez Moya en Las Manaclas, San José de las Matas y emprendiendo una larga caminata de tres días.
Dejemos que sea Rafael Reyes (Pitifa) quien nos narre el comportamiento heróico, desprendido, siempre servicial y decidido de Piculín, ya que Pitifa es sobreviviente de este hecho histórico: “Cuando llegamos a la montaña, al tercer día fue necesario bajar a un “bota’o” (conuco entre las montañas) para buscar qué comer de lo sembrado, y uno de los primeros que se ofreció para bajar fue Piculín, junto al “Guajiro” Bisonó. Trajimos muchas batatas, las que echamos en un saco y las llamamos “batatas patrióticas”.
“Siempre estuvo presto a participar en todas las misiones que se presentaban y su conducta de guerrillero estuvo acorde con los principios que el Che Guevara escribió en su manual guerrillero. En la segunda oportunidad que fue necesario volver a otro “bota’o” que divisamos, Piculín fue el primero, y yo que casi me había fracturado un tobillo le acompañé y regresamos al día siguiente con más batatas patrióticas”, narra Pitifa.
“El tiempo, las caminatas, el hambre y el bombardeo incesante de los aviones fue diezmando las fuerzas físicas de los guerrilleros y Piculín no fue la excepción. Después de largas caminatas, las decisiones y desmoralización de la guerrilla se planteó la rendición del grueso guerrillero, decisión que no fue acogida por todos los componentes del frente Jiménez Moya”, dice Pitifa.
“Piculín estaba padeciendo de una afección biliar y úlcera estomacal; el color de su piel se tornó amarillo, sus ojos también tomaron un color amarillento con acuse de ictericia. Yo le rogué que no se rindiera, que se fuera con nosotros, pero el hambre lo consumía y la enfermedad lo había diezmado”, continúa diciendo Pitifa.
“Intercambiamos el suéter, nos abrazamos y el destino nos separó, ellos decidieron por la rendición, nosotros nos creíamos en los guardias”, termina diciendo Pitifa.
Mis guerreros preferidos también fueron cantores de coplas populares. Ustedes recordarán que Ledesma Colón, mientras disparaba su Máuser, cantaba aquello de “yo conozco el buey que jala…”, pues Piculín cantaba en los momentos trascendentales de la guerrilla la copla de Mambrú entonando: “Mambrú se fue a la guerra, que dolor que dolor que pena…”, y me cuenta Pitifa, que su sueño era que cuando bajaran de la loma o estuvieran presos quería que le llevaran cigarrillos “Hollywood”, leche condensada y refresco rojo.
Manolo, en quien veía un liderazgo de raza promisorio, fue un destinatario directo de sus consejos, y con él bajó en señal de paz para encontrar la muerte.
Mao lloró su desaparición. ¡Loor a ti, Piculín!
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En el 1963 yo era un muchacho y vivía en Esperanza, desde donde salí en el 1965, para vivir en Santo Domingo en la casa de mi hermana Elsa Mustonen y Marcelo Jorge Pérez su esposo.
ResponderBorrarYo recuerdo como hoy, que eran las siete de una noche muy oscura, allá en Esperanza. Yo estudiaba Aritmética a la luz de una lámpara de kerosén, mientras mi madre Sixta Trinidad Morel (Trina) planchaba. Transcurría el 1963. ¨Tía, guárdame esta cajita, que ahí hay muchos datos de los ¨catorcistas¨ de aquí (de Esperanza) y me persigue Mano Luna (un policía, creo que sargento) con dos o tres mas¨. Quien hablaba era mi primo Príamo Durán Morel, que actualmente vive en Santiago, y en ese momento huía hacia los montes de nuestro municipio. Mi madre tomó una cajita que él le entregó y la escondió. Saliendo Priamo y llegando el famoso Mano Luna. ¨Dónde etá ei ¨catoicita¨, ei sobrino suyo, Trina, que le ¨vuá retoicei ei pecuezo¨. Mi madre le respondió mientras seguía planchando: La única persona que está aquí es mi hijo, mírelo en la cama. Mano Luna salió de nuestra casa. Sentí los pasos de varias personas que se alejaban hacia el noreste, en la persecución de mi primo. Mi madre guardó aquellos papeles durante un tiempo. Luego no se que sucedió con ellos.
Evelio, tú recuerdas a algunos de los amigos de Piculín? Puedes mencionarlos con sus nombres y apellidos?
Nuestro pueblo ha hecho grandes sacrificios con la sangre de sus hombres y mujeres. Hoy estos héroes son recordados y pensamos en estos momentos tan difíciles para el país: !Cuánta falta nos hace Manolo! !Cuánta falta nos hace Piculín!
Si los políticos, a quienes les hemos confiado la administración del Estado dominicano, se detuvieran un momento y revisaran la historia, quizas el freno de la verguenza le impidiera el despilfarro de los recursos del del pueblo. Evelio, que la vida te sea eterna para que nos siga narrando la historia de esos pro-hombres que pario la patria.
ResponderBorrarSaludos
Angel Berto Almonte
Evelio:Ya estamos viendo los resultados históricos-educativos ya que estamos conociendo héroes anónimos que han incidido directamente en lo que hoy estamos disfrutando que es la Libertad y Democracia, entregando sus vidas.
ResponderBorrarLos héroes de la Barranquita tienen erigido su merecido Monumento por una cáusa justa que al final tuvo su lucha para los mismos fines de Libertad que es lo mas preciado por el ser humano.
Considero,que a partir del año 1930 iniciada la terrible dictadura de Trujillo, en nuestra Provincia Mao,Valverde,tenemos muchos héroes sacrificados por esas dos palabras que no me canso de repetir Libertad y Democracia,que merecen tambien erigirse un Monumento.
Que en la Barranquita sea declarado "CEMENTERIO DE NUESTROS HEROES" donde allí sean enterrados todos los que un Comité Histórico Autorizado considere que lo merece por su heroismo mostrado a nuestro pueblo;necesariamente no necesita haber tomado un arma de fuego para considerar su valor.
Este comentario,me gustaría sea contestado con otro comentario.
Gracias Evelio.
Manito
Conocí a Piculín Fondeur. Cuando en Noviembre de 1963 él acude al llamado de la patria y se convierte en heroé nacional era mi jefe. Tal y como señala Evelio, Piculin se desempeñaba como Administrador de la estación de telecomunicaciones en Mao para la época, y yo fungía como Operador de la estación, posición en la cuál fui nombrado por el gobierno del profesor Bosch por mi vinculación con el PRD (recuerdas Evelio). Fuí testigo de primer orden de los valiosos servicios que desde la posiciòn que ocupaba en telecomunicaciones él prestó al movimiento revolucionario.
ResponderBorrarAunque "el pique" era de los cuadros del 1J4 y yo dirigia la JRD en Mao mantuvimos una estrecha y fraterna relación que se mantuvo hasta su partida.
Piculin fué un hombre noble, probo, sincero y leal.El cumplió con la patria cuando ella requirió de él, nosotros los que hoy gozamos de una libertad, aunque a media, estamos en deuda con él.Loor a sus restos!
PD: Evelio mucho tiempo sin verte, recibe mis saludos. Humberto Perdomo.
Manito:
ResponderBorrarEl Bacho, Presidente de la Fundación Testimonio, junto con otros miembros entre los que me incluyo, estamos buscando el lugar donde se construirá un monumento a todos los héroes del 1J4 desde su fundación. Te mantendré informado. Gracias.
Evelio.
Evelio: Perdona mi insistencia,pero considero que no hay mejor lugar para otro Monumento como en la Barranquita.
ResponderBorrarYo estoy ubicando ese lugar con una exclusividad para héroes. Que si en el futuro surgen otros héroes,que La Barranquita sea el símbolo de la heroicidad Maeña, que si alguien en vida sea considerado héroe se otorgue un honor Barranquiteño.-
Los héroes de un pueblo no pueden estar separados,deben estar en un lugar privilegiado.que sirva de ejemplo a las futuras generaciones.
me gustaría leer mas opiniones
Evelio, y "Mao en el corazón”, en nombre de la familia Rodríguez Colón de la que soy miembro, me tomo la libertad de darles las más expresivas gracias por ese hermoso artículo de mi querido primo Piculín, que como bien expresa Evelio, fue un verdadero hijo para mi padre, Rafael Rodríguez Colón, y un primo de mucha valía y recordado por nuestra familia, ¡gracias del alma!
ResponderBorrarThamara Rodríguez Vda. Jáquez