Seguir pautas, aprender de nuestros semejantes, desarrollar habilidades y crecer día a día, es alimentarnos de la vida. Imitar a los demás, apropiarnos de ideas ajenas, y querer ser como otros, es perder en parte nuestra identidad.
Por Lavinia del Villar
Cuenta la Biblia que David mató a Goliat.
Goliat era un guerrero gigantesco del ejército de los filisteos, que amenazaba con tomar el pueblo de Israel, si no aparecía un hombre de ese pueblo que se batiera con él.
En cambio David era un muchacho que pastoreaba ovejas y no tenía ninguna experiencia de guerra.
Todos en el pueblo temían a Goliat y huían de su presencia, por lo que David se propuso enfrentarlo.
Nadie confiaba en que David pudiera lograrlo, pero tanto insistió, que el rey Saúl le dió armadura y espada para que enfrentara al gigante.
David se dió cuenta que no sabía caminar con la armadura, y que no podría pelear con la espada. Esas no eran sus armas, porque su destreza era la honda. Así que abandonó armadura y espada, y de una pedrada mató a Goliat.
Cada uno de nosotros nace con armas propias. Desarrollamos cualidades únicas, y poseemos en nuestro cuerpo las herramientas que necesitamos para triunfar en la vida.
Cuando tratamos de triunfar con las armas de otros, nos privamos de nuestra innata cualidad de ser auténticos, y nos convertimos en la copia de los demás.
Seguir pautas, aprender de nuestros semejantes, desarrollar habilidades y crecer día a día, es alimentarnos de la vida.
Imitar a los demás, apropiarnos de ideas ajenas, y querer ser como otros, es perder en parte nuestra identidad.
Nuestra vida es un constante enfrentamiento con Goliat.
Goliat es ese pasado que nos destruye… ese sentimiento que nos daña… ese problema que nos aqueja… ese reto que nos preocupa… esa adicción que nos gobierna…
Enfrentémoslo con dignidad. Seamos como David.
Seamos auténticos…Usemos nuestras armas
Dña.,
ResponderBorrarRevistiendo cada imitación hay una condena a la fugacidad y a la extinción.
Su alumno de siempre, Isaías