sábado, 4 de septiembre de 2010
LOS YANKEES MAEÑOS
Por Fernando Ferreira Azcona
Con mucho cariño, a los compañeros de equipo que se nos adelantaron en el viaje eterno.
El título de este artículo corresponde al nombre del equipo de pelota juvenil que teníamos en Mao, en los primeros años de la década de los 60. El mismo estaba formado por un grupo de muchachos con edades que oscilaban entre los 14 - 16 años de edad.
El equipo regular estaba compuesto por: a) Héctor (Barón) Herrera, en la receptoría; b) Pedro Tomás Amaro, pitcher zurdo y primera base; c) Fernando (Fernan) Ferreira, segunda base; d) Rafael (Lilí) Santana, short stop; e) Humberto (Patú) Santana, tercera base; f) Francisco (Panqué) Agramonte, right field; g) Ganeo Bonilla, center field; h) Chichito Agramonte, left field y pitcher derecho, e i) Luis Manuel (Achicha) Ventura, pitcher derecho, left field y primera base.
Los suplentes y lanzadores de relevo eran: a) Rafael Rolando (Ningue) Taveras, pitcher y short stop; b) Miguel (El Ñequito) cuyo apellido no recuerdo, catcher; c) Arnulfo (Bizco) Jerez, lanzador, y d) Rafael (Cogío) Villalona, lanzador.
El dirigente del Los Yankees Maeños era el Dr. Norman Ferreira, quien aún estudiaba en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y cuando éste se ausentaba por razones de estudios, lo sustituía el Ing. Cirilo Rodríguez, quien también estudiaba en esa época.
La calidad de este equipo era incuestionable. La “casa de poder” estaba formada por Humberto Santana, que bateaba tercero en la alineación y tenía un poder descomunal. El cuarto bate era Héctor Herrera, un fino bateador de líneas, que también la sacaba del parque con frecuencia; el quinto bate era Francisco Agramonte y el sexto, Pedro Tomás Amaro, estos últimos excelentes bateadores de extra bases.
La velocidad la aportaban Lilí Santana y Fernan Ferreira, como primer y segundo bate, y Ganeo Bonilla y Chichito Agramonte, como séptimo y octavo bates. Achicha Ventura era el noveno en el orden cuando lanzaba, pero era un buen bateador, así que cuando Pedro Tomás estaba en la lomita, él jugaba en primera base o en el jardín izquierdo. En estos casos bateaba de sexto o séptimo, porque 3°, 4° y 5° eran inamovibles.
El equipo de Los Yankees Maeños realizaba intercambios con equipos similares de Mao y todos los pueblos aledaños: Esperanza, Laguna Salada, Pueblo Nuevo, Monción, Santiago Rodríguez, etc.
Cuando íbamos a algunos pueblos pequeños, con frecuencia nos ocurría que empezábamos jugando con muchachos de nuestra edad, pero como nuestro equipo era superior, los anfitriones iban sustituyendo poco a poco sus jugadores, por hombres mucho más viejos que nosotros. Peor nos ocurría cuando el intercambio empezaba en Mao. Allí, les ganábamos ampliamente. Pero, cuando nos reciprocaban la invitación, nos esperaban con el equipo amateur del pueblo, con el cual nos emburujábamos a jugar de tú a tú.
Un caso digno de mención es una vez que fuimos a Pueblo Nuevo. El señor Síndico de Mao, que creo era Don Antonio Reyes o Don Andrés Rodríguez, nos prestó un “camión de volteo” para que nos llevara, y supuestamente, volvería a buscarnos. Allá jugamos dos juegos con hombres que podían ser nuestros padres y dividimos honores. A la hora de regresar, el camión no apareció. De tal manera, que tuvimos que caminar de regreso a casa los 12 – 15 kilómetros que separan a Pueblo Nuevo, Jaibón de Mao.
Como nota jocosa, en esa ocasión nos brindaron de almuerzo, moro de habichuelas rojas con carne de cerdo guisada. Lilí, que era sumamente travieso, cogió un pedazo de carne que tenía mucha grasa (gordo) y se la tiró de strike a uno de los compañeros de equipo, llenándole un ojo de la salsa en que la habían guisado.
En honor a la verdad, debo decir que en Mao había otro equipo juvenil, del Barrio de las 300, que era el equipo que más trabajo nos daba ganarle. A pesar de que Los Yankees Maeños siempre tuvieron record positivo contra el mismo, eran nuestros más encarnizados rivales. De este grupo, recuerdo con afecto, a Leoncio, su catcher, a Puntilla, primera base, al Querido, su pitcher estelar, a Miguelito, en las paradas cortas y a Picho, en segunda base.
Una vez, jugando contra este equipo, lanzando el Querido, Lilí y yo que éramos primer y segundo bate, le dijimos: “Pitcha y brinca, porque te vamos a dar una línea entre los pies”. Y así fue. Lilí bateó una línea que rebotó de las canillas de Querido y fue directo a donde estaba Puntilla, quien hizo el out sin asistencia. Acto seguido, yo di un batazo contundente que también hizo diana en las extremidades inferiores del lanzador y fui retirado por la vía 1-4-3. Obviamente, la peor parte la llevó el Querido, quien tuvo que abandonar el juego por lesión.
En otra ocasión, creo que eran unas prácticas de bateo, estaba lanzando Chichito, que tiraba durísimo, y bateando su hermano Francisco, quien siempre jugaba con una paleta de dulce en la boca. El primero realizó un lanzamiento alto y adentro, que golpeó al segundo en la cabeza. Francisco quedó tendido en el suelo y sólo decía: “la paleta, la paleta, la paleta… ¿quién cogió mi paleta?”.
Otra anécdota memorable fue una vez que recibimos un equipo de Santiago Rodríguez. Como le habíamos ganado ampliamente en su terreno, trajeron un equipo de hombres. Y Norman, previendo que iba a ser un juego de pocas carreras, buscó a nuestro hermano Estanislao, quien era pitcher, y a pesar de ser más viejo que nuestro manager, siempre ha tenido “baby face”. Nos enfrascamos en un duelo de lanzadores y los visitantes nada más decían: “¡diablo, que muchachito que tira duro ese!”. El juego se extendió como a doce innings y les ganamos con anotación de 1 x 0.
Como colofón, debo señalar que debido a las precariedades de la época, a pesar de toda la calidad que tenía nuestro equipo, jugábamos con pelotas que ya habían sido desechadas por los amateurs, les quitábamos el forro de cuero y las forrábamos con esparadrapo. Nuestros bates, en su mayoría eran bates astillados que reparábamos con clavos, tornillos y a veces con alambre dulce. ¿Bates de aluminio? ¿Casco protector? ¡No relajes, esas cosas no se conocían!
Con mucho cariño, a los compañeros de equipo que se nos adelantaron en el viaje eterno.
El título de este artículo corresponde al nombre del equipo de pelota juvenil que teníamos en Mao, en los primeros años de la década de los 60. El mismo estaba formado por un grupo de muchachos con edades que oscilaban entre los 14 - 16 años de edad.
El equipo regular estaba compuesto por: a) Héctor (Barón) Herrera, en la receptoría; b) Pedro Tomás Amaro, pitcher zurdo y primera base; c) Fernando (Fernan) Ferreira, segunda base; d) Rafael (Lilí) Santana, short stop; e) Humberto (Patú) Santana, tercera base; f) Francisco (Panqué) Agramonte, right field; g) Ganeo Bonilla, center field; h) Chichito Agramonte, left field y pitcher derecho, e i) Luis Manuel (Achicha) Ventura, pitcher derecho, left field y primera base.
Los suplentes y lanzadores de relevo eran: a) Rafael Rolando (Ningue) Taveras, pitcher y short stop; b) Miguel (El Ñequito) cuyo apellido no recuerdo, catcher; c) Arnulfo (Bizco) Jerez, lanzador, y d) Rafael (Cogío) Villalona, lanzador.
El dirigente del Los Yankees Maeños era el Dr. Norman Ferreira, quien aún estudiaba en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, y cuando éste se ausentaba por razones de estudios, lo sustituía el Ing. Cirilo Rodríguez, quien también estudiaba en esa época.
La calidad de este equipo era incuestionable. La “casa de poder” estaba formada por Humberto Santana, que bateaba tercero en la alineación y tenía un poder descomunal. El cuarto bate era Héctor Herrera, un fino bateador de líneas, que también la sacaba del parque con frecuencia; el quinto bate era Francisco Agramonte y el sexto, Pedro Tomás Amaro, estos últimos excelentes bateadores de extra bases.
La velocidad la aportaban Lilí Santana y Fernan Ferreira, como primer y segundo bate, y Ganeo Bonilla y Chichito Agramonte, como séptimo y octavo bates. Achicha Ventura era el noveno en el orden cuando lanzaba, pero era un buen bateador, así que cuando Pedro Tomás estaba en la lomita, él jugaba en primera base o en el jardín izquierdo. En estos casos bateaba de sexto o séptimo, porque 3°, 4° y 5° eran inamovibles.
El equipo de Los Yankees Maeños realizaba intercambios con equipos similares de Mao y todos los pueblos aledaños: Esperanza, Laguna Salada, Pueblo Nuevo, Monción, Santiago Rodríguez, etc.
Cuando íbamos a algunos pueblos pequeños, con frecuencia nos ocurría que empezábamos jugando con muchachos de nuestra edad, pero como nuestro equipo era superior, los anfitriones iban sustituyendo poco a poco sus jugadores, por hombres mucho más viejos que nosotros. Peor nos ocurría cuando el intercambio empezaba en Mao. Allí, les ganábamos ampliamente. Pero, cuando nos reciprocaban la invitación, nos esperaban con el equipo amateur del pueblo, con el cual nos emburujábamos a jugar de tú a tú.
Un caso digno de mención es una vez que fuimos a Pueblo Nuevo. El señor Síndico de Mao, que creo era Don Antonio Reyes o Don Andrés Rodríguez, nos prestó un “camión de volteo” para que nos llevara, y supuestamente, volvería a buscarnos. Allá jugamos dos juegos con hombres que podían ser nuestros padres y dividimos honores. A la hora de regresar, el camión no apareció. De tal manera, que tuvimos que caminar de regreso a casa los 12 – 15 kilómetros que separan a Pueblo Nuevo, Jaibón de Mao.
Como nota jocosa, en esa ocasión nos brindaron de almuerzo, moro de habichuelas rojas con carne de cerdo guisada. Lilí, que era sumamente travieso, cogió un pedazo de carne que tenía mucha grasa (gordo) y se la tiró de strike a uno de los compañeros de equipo, llenándole un ojo de la salsa en que la habían guisado.
En honor a la verdad, debo decir que en Mao había otro equipo juvenil, del Barrio de las 300, que era el equipo que más trabajo nos daba ganarle. A pesar de que Los Yankees Maeños siempre tuvieron record positivo contra el mismo, eran nuestros más encarnizados rivales. De este grupo, recuerdo con afecto, a Leoncio, su catcher, a Puntilla, primera base, al Querido, su pitcher estelar, a Miguelito, en las paradas cortas y a Picho, en segunda base.
Una vez, jugando contra este equipo, lanzando el Querido, Lilí y yo que éramos primer y segundo bate, le dijimos: “Pitcha y brinca, porque te vamos a dar una línea entre los pies”. Y así fue. Lilí bateó una línea que rebotó de las canillas de Querido y fue directo a donde estaba Puntilla, quien hizo el out sin asistencia. Acto seguido, yo di un batazo contundente que también hizo diana en las extremidades inferiores del lanzador y fui retirado por la vía 1-4-3. Obviamente, la peor parte la llevó el Querido, quien tuvo que abandonar el juego por lesión.
En otra ocasión, creo que eran unas prácticas de bateo, estaba lanzando Chichito, que tiraba durísimo, y bateando su hermano Francisco, quien siempre jugaba con una paleta de dulce en la boca. El primero realizó un lanzamiento alto y adentro, que golpeó al segundo en la cabeza. Francisco quedó tendido en el suelo y sólo decía: “la paleta, la paleta, la paleta… ¿quién cogió mi paleta?”.
Otra anécdota memorable fue una vez que recibimos un equipo de Santiago Rodríguez. Como le habíamos ganado ampliamente en su terreno, trajeron un equipo de hombres. Y Norman, previendo que iba a ser un juego de pocas carreras, buscó a nuestro hermano Estanislao, quien era pitcher, y a pesar de ser más viejo que nuestro manager, siempre ha tenido “baby face”. Nos enfrascamos en un duelo de lanzadores y los visitantes nada más decían: “¡diablo, que muchachito que tira duro ese!”. El juego se extendió como a doce innings y les ganamos con anotación de 1 x 0.
Como colofón, debo señalar que debido a las precariedades de la época, a pesar de toda la calidad que tenía nuestro equipo, jugábamos con pelotas que ya habían sido desechadas por los amateurs, les quitábamos el forro de cuero y las forrábamos con esparadrapo. Nuestros bates, en su mayoría eran bates astillados que reparábamos con clavos, tornillos y a veces con alambre dulce. ¿Bates de aluminio? ¿Casco protector? ¡No relajes, esas cosas no se conocían!
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Yo me acuerdo del juego famoso en que Estanislao pichó. Me aprece que era un equipo de Santiago y tenían un picher zurdo que los tenía dominado... me acuerdo también del pelotazo que le dieron al panqué en las prácticas famosas aquellas... me parece ver todavía el "güevere" que se le formó encima del ojo... ese juego en particular se jugó en el parque de softbol detrás del cementerio viejo cuyo terreno en la tercera era cascajo durísimo... buenos tiempos, Mano. Buen trabajo, como siempre.
ResponderBorrarIsaías
Así mismo fue, Mano. Se ve que después de casi cinco décadas todavía la memoria está intacta.
ResponderBorrarAprovecho para excusarme con mi hermano Diogenito Castellanos quien formaba parte del equipo y cuyo nombre omití involuntariamente. Sé que por el gran cariño que nos une, él sabrá perdonarme.
Un abrazo,
Fernan.
Fernando:
ResponderBorrarEn estos días me preguntaba donde estaba Patú. Si mal no recuerdo él vivía muy cerca del Canal. Muchas veces lo ví junto a Pedro Borbón, cuando yo estudiaba en el Colegio Santa Cruz de Mao.
Te agradeceré mucho que me des algunas informaciones sobre Patú y sobre Sato, el hijo de Luis el Sordo. Sato era también jugador de beisbol y seguidor de Borbón.
Gracias.
Jorge Manuel Mustonen Morel.
Cabezón : Sobre Francisco y el bolazo no era era una paleta sino una chupeta,una segunda parte de un "tuyyó" famosa chupeta siamesa.Estamos hablando de unos 50 años y hasta la fecha en el barrios lo identificamos como "francisco chupeta",pero lo bueno del caso es que él preguntaba por su chupeta teniendola en la boca.Tal como dice su hermano Isaias ,en el play detras del cementerio, había una pequeña rancheta al lado izquierdo, y un llavin de agua por el lado derecho proximo al home plate.Ahí se le dio casi un baño para el recobro total de "Chupeta"(hasta la fecha así lo llamo)
ResponderBorrarDel juego de Etanislao, me parece que fue contra "Dela Salle' de Santiago, donde jugaba un primo y su padre era aquel señor que tenía un taller de mecánica frente a la gasolinera de Miguel Peña.Ese taller fue luego por Andres (al lado del restaurant chino "El Hong Kong"
Cabezón,nos hemos olvidado de aquel Amable Colon y Manueito, peloteritos carpetosos.
Le ayudo: Humberto (el patú) y Sato .El primero residía en Puerto Rico ,hoy retirado a Mao, el segundo en NY.
Sobre los bates,su marca "Superior al anterior" con el emblema "Era del progreso".y el mejor forrador de pelota con esparadrapo se llamaba "Lilí,hermano de Osiris Cachan el mejor sirviente del Samoa,para sus conocimientos y fines de lugar.
Con Abrazos
Manito
Jorge y Cabezón:
ResponderBorrarHumberto Santana (Patú) vivió muchos años en Puerto Rico. Reciéntemente lo vi en Mao, durante la celebración de los 70 años de nuestro hermano mayor, Norman. Ellos dos son compadres. El Patú ya está retirado y está viviendo en Santiago. Lamentablemente, no tengo su dirección, ni el teléfono. Pero, él va mucho a Mao, así que con algún relacionado pueden ubicarlo.
El juego en que lanzó "el muchachito que tiraba duro", fue contra un equipo de Santiago Rodríguez. Trajeron un pitcher zurdo endiablado, que mantuvo a raya la artillería de Los Yankees Maeños, y efectivamente, el juego se desarrolló en el play de softball citado por el Cabezón e Isaías, el cual tenía la rancheta y llave de agua citadas por el Cabezón.
También tiene razón en la clase de dulce que usaba El Panqué para jugar. Utilicé la palabra "paleta", porque tenía dudas de que las nuevas generaciones supieran lo que es una "chupeta" y muchos menos un "tú y yo", el cual desapareció del mercado hace mucho.
Gracias por las puntualizaciones. Un abrazo,
Fernan.
Quiero reforzar ese recuerdo de los Yankees Maeños y su calidad, pues de ese grupo de muchachos fueron firmados Hector Herrera,Rolando Espinal,Rafael Santana.- Luis Ml. Ventura fue reclutado por el ejercito para jugar por su calidad.Aparte de esto,Humberto Santana toda su vida en el beisbol fue 3er. y 4to. bate.
ResponderBorrarDe Pedro Tomas Amaro,ese zurdo tenía material que si fuese en estos tiempos habría que darle cientos de miles de bonificacion ,por sus grandes curvas ,y de Fernan,si no hubiese estudiado,todavía estuviera en un terreno de juego dirigiendo,era joseador,no sabía perder.
Miguel Taveras (el ñequito)a pesar de su defecto, para mí hubieron dos manos seguras en el catcher hasta hoy, él y Epifanio Simé.
Gracias
Manito
Querido Cabezón:
ResponderBorrarGracias por tus comentarios. Creo que con el único que te excediste fue con el autor del artículo, por el cariño y afecto que nos une. De todas maneras, te agradezco los elogios.
De Pedro Tomás, tienes razón. Raras veces se ve un portento como él: tremendo pitcher zurdo, gran primera base y excelente bateador ambidextro.
Comparto tu opinión sobre Miguel Taveras (El Ñequito). Nadie tenía la habilidad suya detras del home plate. Era un verdadero Maestro "mascoteando" y tirando a las bases.
Un gran abrazo,
Fernan.