jueves, 11 de febrero de 2010

El banano

Vivencias
Por Pablo Mustonen

Esa tarde llega a la casa un desconocido y pregunta por don Eduardo (Bogaert); se notaba cansado y ya pasaban de las 2 de la tarde. Su chofer, apodado Alemán (porque así parecía y era su apellido), pide agua. La niñera que era de Montecristi, le baja un vaso de agua helada el cual tomo casi de un solo sorbo y de inmediato pide otro más; la niñera le complace. Don Eduardo se levanta y sale al patio, saluda al extraño y de inmediato se meten al nivel bajo de la casa. Don Eduardo me llama y me dice: Trae dos vasos con hielo, uno para mí y otro para el Sr. Breack. Obedezco como siempre. Los vasos van y vienen. La botella de Whisky se agota y enviamos a Ramón al pueblo, que con vale en mano irá en busca de otra botella fiada. La bebentina sigue hasta entrada la medianoche.

Ese día el Sr. William Breack, administrador general de la Grenada Company, pernocta en nuestra casa. Al día siguiente nacerían las plantaciones bananeras en nuestro querido Mao.

En menos de un año, ya se habían plantados 350,000 tareas de guineo (unas 35,000,000 de matas de la sabrosa fruta tropical). Se aprovechan todas las tierras colindantes a los tres ríos, las inmensas bombas movidas a gasoil (Diesel Oil) se encargan de la precisa y necesaria irrigación; todo financiado por la compañía, como le llamábamos.

Hatico y los Cambrones se transforman. Llegan obreros de todas partes; el dinero corre a raudales; los prostíbulos y los salones de billar, florecen por doquier, nuevas casas y también llega el Royal Bank. Todo está programado, la línea férrea se extiende desde el puerto natural de Manzanillo hasta El Pocito, una sección de Guayubín. Los camiones empiezan a llegar: Magirus Deutz, International, etc. Igualmente financiado por la compañía. De las Canarias llegan expertos, que luego descubrimos que para el trópico, no eran útiles

Apenas 11 meses más tarde, el primer embarque.

El gran ceremonial empieza temprano en la mañana. El embarque estaba destinado a Europa, que consume un guineo pequeño, por lo que no se requiere una mata adulta. El barco venía de Honduras y sería rellenado en Manzanillo. Todo se cumplió al pie de la letra. 2000 toneladas en dos días de guineo Johnson o Dominicano, clase "AA". Éxito rotundo.

La rutina del éxito se mantiene por largo tiempo hasta que llegan los ciclones naturales y los otros políticos. Trujillo, que obtenía como peaje U.S. $ 0.10, los que eran descontados a cada propietario de finca (Colono) por cada racimo de guineo exportado, ya no existía.

El país está ansioso de libertad y la compañía no quiere sindicatos; las presiones empiezan a ser advertidas; repiten el eslogan: Con sindicatos nos vamos, sin ellos nos quedamos. Latinoamérica está revuelta; ya Fidel ha tomado a Cuba y sus ideales retumban por cada rincón de las llamadas banana republics. La otrora compañía, que quitaba y ponía gobiernos, trata de enrumbarse por los nuevos caminos y acepta ciertas libertades… entonces el desastre: Aparece el mal de Panamá, luego de un ciclón que inunda todo el valle del Yaque del Norte; el pánico cunde por doquier, hasta que aparece una variedad resistente a este mal; la llaman Cavendish o Media-mata. Luego descubriremos que su manejo es costoso y muy tedioso. Sus frutos son muy delicados, no admiten ser golpeados y para su embarque deben ser lavados y bien empacados… decíamos a tono de broma, que parecían un bebe recién nacido.

La bonanza está llegando a su final y en América Central todavía existía una mano obra más barata. La compañía decide tomar las de Villas Diego y abandona el país, tan de repente como apareció. Aún tenemos esta variedad, que se quiso mantener en secreto, pero que la prisa la dejó cimentada en nuestra provincia.

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