domingo, 11 de marzo de 2012

PERSONAJES NUESTROS

UN CUENTO DE RAMÓN BONILLA
Por Rafael Darío Herrera

Ramón Bonilla Minaya (1910-1990), el padre de mi esposa, se dedicó durante su vida a la ebanistería. En principio fabricaba casas y muebles (camas, mesas, sillas, etc.) y como tal realizó trabajos de este género para diversas familias de Mao, como los Bogaert. En una determinada época de su vida construyó una gran cantidad de billares y con los recursos que obtuvo adquirió una gran cantidad de solares que progresivamente vendió para satisfacer su afición por el alcohol.

A pesar de no contar con ningún nivel de escolaridad, Ramón tenía algunas capacidades prácticas como la cubicación de maderas para los trabajos así como para el cálculo de fracciones. Políticamente nunca fue una persona conservadora. Lo conocí como acérrimo antiimperialista y fiel adherente del Partido Revolucionario Dominicano.

A diferencia de otros ebanistas, que regularmente se caracterizan por la irresponsabilidad, Bonilla era extremadamente responsable a la hora de asumir un trabajo de ebanistería.

Cual Dr. Jeckill and Mr. Hide, Ramón también asumía dos facetas contrapuestas. Sobrio se mostraba extremadamente tímido, parco de palabras pero cuando entraba en parrandas filosofaba, cantaba, recitaba y afloraban en sus labios muchas verdades que probablemente mantenía reprimidas en el subconsciente.

Sus bebentinas podían prolongarse entre tres y cinco días. En esos días dormía con botella debajo de la cama y luego entraba en desintoxicación mediante unos preparados medicinales que él mismo confeccionaba.

Pero entremos en materia. En una de esas parrandas, a Ramón le agotó el ron y se dirige a una pulpería próxima a su casa (27 de Febrero con Santa Ana, donde estaba la Ceniza) en busca del líquido embriagante. Cuando solicita a la pulpera (Filomena) una botella de ron esta alega que las botellas están en un tramo muy elevado y que no puede alcanzarlas. Cada vez que solicitaba el ron Filomena, pensando que Ramón carecía de dinero para pagarla, le respondía con el mismo argumento hasta que el hábil libador se dio cuenta del juego y se metió la mano en el bolsillo y extrajo de allí una papeleta y en forma violenta la colocó sobre el mostrador y le dijo a la pulpera: ¡Aquí está la escalera, páseme la botella! Y de inmediato tuvo el “preciado líquido” en sus manos.

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1 comentario:

  1. Algunas de las curiosidades de Ramón.En el proceso de desintoxicación, de los tres o cuatro días que duraba la tormenta de Ramón, donde habían lluvias de alcohol, Su esposa le pasa una leche hervida caliente, Ramón se tomó mucho tiempo para bebérsela. La esposa le pregunta, si estaba buena la leche, a lo que él contesta, "la leche alimentará, pero no anima.
    Siempre, cuando vi que Ramón empuñaba la botella para darse un trago, la destapaba y antes de beber decía: " Este maldito romo, hijo de la mula tuerta, tu que te quiere filtrar y yo que te abro la puerta".
    Esos personaje son hilos de la historia y creo que solo nuestra generación tuvo la oportunidad de vivirla. Sobre todo en eso tiempos no bahia peligro para caminar por las calles a cualquier hora del dia o de la noche.

    Afectos de Ley S.

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