domingo, 1 de noviembre de 2009
A propósito de Cosas de Mao
Cosas de Mao
Por Isaías Medina Ferreira
Mi pueblo va conmigo porque está en las luces, las sombras, el calor, los colores y olores y las vivencias que atesoré en sus aulas, barrios, calles y callejones, lo que de alguna manera contribuyó a formar mi Psique.... por eso me gusta rememorar y recordar y sonreír cuando como ráfaga llegan a mi memoria las cosas que observé y viví, y las que oí cuando pequeño de personajes, anónimos quizás, pero importantes en mi vida, a quienes recuerdo con el alma y cuyas jocosidades y particularidades forman parte del capital de mi riqueza personal y del ser humano que soy.
Cosas de Mao tiene por fin narrar una serie de circunstancias — jocosas algunas, serias otras—que he ido (y continúo) recopilando a través de los años, las cuales, por un lado pretenden pintar un cuadro de ese Mao que absorbí con deleite y ambrosía singular en mis años formativos y por otro dan una muestra del humor y genialidad del maeño para salir de situaciones embarazosas, o para responder a una situación que de otra forma sería difícil de sobrellevar. A veces retratan situaciones trágicas, pero siempre esperanzadoras, otras placenteras, y a veces no son más que balbuceos insulsos de un testigo ocular (o indirectamente informado) que tiene interés de compartir experiencias que sirvan de punto de referencia y construyan un marco fiel que encuadre este aspecto folclórico de la historia de nuestro querido y entrañable pueblo.
Antes de seguir debo dejar sentadas dos verdades: (1) muchas de las situaciones que aquí se narran están inconclusas; o sea, son un trabajo en progreso, el cual espero completar con los comentarios que los lectores suministren al respecto; en ese sentido, es posible que hasta haya algunas inexactitudes que no vacilaría en corregir cuando sean señaladas por testigos mejor informados que yo. Esta es una obra del pueblo; yo soy un simple cronista. Y, (2) moralmente nadie tiene derecho a lucrarse, sea el ente una institución o un individuo, incluyéndome a mí y a mis herederos, de las historias que aquí se narran. Nadie puede reproducir, con fines pecuniarios, sea en forma de libro o de cualquier otro medio de comunicación, audiovisual o similar, estas Cosas de Mao. Si bien tengo en mente algún día publicarlas, por ser las mismas un patrimonio del pueblo maeño, el libro pertenecería al Comité de Historia (o institución similar) de nuestro municipio, la única que estaría autorizada a disponer del mismo para adelantar su causa educativa. En ese sentido, tomaré las medidas necesarias que garanticen lo último.
Otra cosa: por el carácter real de las situaciones narradas, sobre todo las anécdotas, y para darle su sabor natural, hay dos cosas delicadas que son muchas veces imposible de evitar: (1) no mencionar nombres de personas que a lo mejor están vivas, o tienen familiares vivos, los cuales podrían ofenderse; y, (2) el uso de un lenguaje de calle, soez o vulgar. Créanme, mi ánimo no es ofender a nadie, sino narrar realidades y en cierta forma alabar lo genial de cada uno de los personajes presentados —atrapando en el papel, eternizando en el tiempo— esa parte de nuestro folclore que de otra forma se perdería. Tampoco hay burla e irrespeto hacia las personas que aquí se presentan, sino admiración y todo el respeto que se merecen como los seres humanos únicos que han sido. Para evitar que alguien se ofenda, en ocasiones he disfrazado personajes y he usado nombres comunes en lugar de propios.
El punto (2) del párrafo anterior me lleva a decir que, aunque considero que no hay palabras malas, sino malas interpretaciones de las mismas, respeto el derecho de cada quien a no tragarse lo que no puede masticar. Por lo tanto, quiero advertirles que en las Cosas de Mao cargadas de lenguaje grosero o de escenas crudas, como sucedieron en la realidad, pondré entre paréntesis (Lenguaje vulgar) o (Lenguaje gráfico), para que quien pudiera ofenderse, evite leerlo. Otra cosa, con el fin de lograr el efecto perseguido y salpicar de interés lo narrado, el autor a veces relata sucesos verdaderos acudiendo a la exageración e imaginación necesarias, sin por ello necesariamente desvirtuar la verdad. Todo lo que se presenta o se narra en Cosas de Mao, es en esencia real.
Como podrán ver, aunque no tiene la intención de ser historia en el sentido riguroso y estricto de la palabra, Cosas de Mao es un simple compendio en el que se intenta dejar plasmado algo de la misma. Espero haberlo logrado y que lo disfruten con el mismo placer y entusiasmo con que he ido recopilando y escribiendo las “historias”.
No, Cosas de Mao no va a ayudar a resolver los problemas de la economía, ni a parar el calentamiento global, ni mucho menos a elevar su nivel cultural: sólo aspira a hacerle reír un poco y con ello reducir el estrés de cada día.
Por Isaías Medina Ferreira
Mi pueblo va conmigo porque está en las luces, las sombras, el calor, los colores y olores y las vivencias que atesoré en sus aulas, barrios, calles y callejones, lo que de alguna manera contribuyó a formar mi Psique.... por eso me gusta rememorar y recordar y sonreír cuando como ráfaga llegan a mi memoria las cosas que observé y viví, y las que oí cuando pequeño de personajes, anónimos quizás, pero importantes en mi vida, a quienes recuerdo con el alma y cuyas jocosidades y particularidades forman parte del capital de mi riqueza personal y del ser humano que soy.
Cosas de Mao tiene por fin narrar una serie de circunstancias — jocosas algunas, serias otras—que he ido (y continúo) recopilando a través de los años, las cuales, por un lado pretenden pintar un cuadro de ese Mao que absorbí con deleite y ambrosía singular en mis años formativos y por otro dan una muestra del humor y genialidad del maeño para salir de situaciones embarazosas, o para responder a una situación que de otra forma sería difícil de sobrellevar. A veces retratan situaciones trágicas, pero siempre esperanzadoras, otras placenteras, y a veces no son más que balbuceos insulsos de un testigo ocular (o indirectamente informado) que tiene interés de compartir experiencias que sirvan de punto de referencia y construyan un marco fiel que encuadre este aspecto folclórico de la historia de nuestro querido y entrañable pueblo.
Antes de seguir debo dejar sentadas dos verdades: (1) muchas de las situaciones que aquí se narran están inconclusas; o sea, son un trabajo en progreso, el cual espero completar con los comentarios que los lectores suministren al respecto; en ese sentido, es posible que hasta haya algunas inexactitudes que no vacilaría en corregir cuando sean señaladas por testigos mejor informados que yo. Esta es una obra del pueblo; yo soy un simple cronista. Y, (2) moralmente nadie tiene derecho a lucrarse, sea el ente una institución o un individuo, incluyéndome a mí y a mis herederos, de las historias que aquí se narran. Nadie puede reproducir, con fines pecuniarios, sea en forma de libro o de cualquier otro medio de comunicación, audiovisual o similar, estas Cosas de Mao. Si bien tengo en mente algún día publicarlas, por ser las mismas un patrimonio del pueblo maeño, el libro pertenecería al Comité de Historia (o institución similar) de nuestro municipio, la única que estaría autorizada a disponer del mismo para adelantar su causa educativa. En ese sentido, tomaré las medidas necesarias que garanticen lo último.
Otra cosa: por el carácter real de las situaciones narradas, sobre todo las anécdotas, y para darle su sabor natural, hay dos cosas delicadas que son muchas veces imposible de evitar: (1) no mencionar nombres de personas que a lo mejor están vivas, o tienen familiares vivos, los cuales podrían ofenderse; y, (2) el uso de un lenguaje de calle, soez o vulgar. Créanme, mi ánimo no es ofender a nadie, sino narrar realidades y en cierta forma alabar lo genial de cada uno de los personajes presentados —atrapando en el papel, eternizando en el tiempo— esa parte de nuestro folclore que de otra forma se perdería. Tampoco hay burla e irrespeto hacia las personas que aquí se presentan, sino admiración y todo el respeto que se merecen como los seres humanos únicos que han sido. Para evitar que alguien se ofenda, en ocasiones he disfrazado personajes y he usado nombres comunes en lugar de propios.
El punto (2) del párrafo anterior me lleva a decir que, aunque considero que no hay palabras malas, sino malas interpretaciones de las mismas, respeto el derecho de cada quien a no tragarse lo que no puede masticar. Por lo tanto, quiero advertirles que en las Cosas de Mao cargadas de lenguaje grosero o de escenas crudas, como sucedieron en la realidad, pondré entre paréntesis (Lenguaje vulgar) o (Lenguaje gráfico), para que quien pudiera ofenderse, evite leerlo. Otra cosa, con el fin de lograr el efecto perseguido y salpicar de interés lo narrado, el autor a veces relata sucesos verdaderos acudiendo a la exageración e imaginación necesarias, sin por ello necesariamente desvirtuar la verdad. Todo lo que se presenta o se narra en Cosas de Mao, es en esencia real.
Como podrán ver, aunque no tiene la intención de ser historia en el sentido riguroso y estricto de la palabra, Cosas de Mao es un simple compendio en el que se intenta dejar plasmado algo de la misma. Espero haberlo logrado y que lo disfruten con el mismo placer y entusiasmo con que he ido recopilando y escribiendo las “historias”.
No, Cosas de Mao no va a ayudar a resolver los problemas de la economía, ni a parar el calentamiento global, ni mucho menos a elevar su nivel cultural: sólo aspira a hacerle reír un poco y con ello reducir el estrés de cada día.
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Saludos.
ResponderBorrarLlegué a su página a traves de un "Link de páginas amigas de mao entrerios" y me estaba preguntando si todo esto era parte de algún libro sobre anéctodas de Mao. Ahora veo que es un trabajo en progreso. De todos modos, me llama la atención, porque muchas de las historias las había escuchado por parte de mi papá y uno que otro vecino "viejo" del barrio, obviamente sin la calidad narrativa de este blog y tal vez uno que otro nombre intercambiado, pero sin dejar de ser interesante. Que bueno que está realizando este hermoso trabajo y que lo esté compartiendo con la nueva generación de maeños, a través del internet. Felicidades y que siga adelante.
Julio E.
Julio,
ResponderBorrar¡Qué placer que llegara a Mao en el Corazón, la que desde ahora puede considerar su página porque pertenece a todos los maeños!
Espero que siga visitándonos y dándonos aliento y contribuyendo con sus comentarios.
Aún hay mucho más...
Isaías
Las calles de Mao, siempre estaban llenas, en las madrugadas, de gentes que se iban a trabajar a los campos agricolas. De ahi que en la Parada Ud. podia conseguir un buen moro con espagueti a las tres de la mañana. En ese lugar se juntaban trabajadores que se iban a laborar y borrachos que venian de chupar. L.S.
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