martes, 3 de noviembre de 2009
Minguito
Personajes
Por Isaías Medina Ferreira
Minguito era panadero y trabajaba por semanas para darse un gustazo mensualmente: ir al Samoa Bar con la familia y dejar la suela de sus zapatos en la pista. Un domingo temprano en la tarde llegaba con una recua entre la que se contaban niñas y adolescentes, algunas maduritas para saber de amores y atractivas hasta el punto de no pasar desapercibidas a los ojos de los mocitos lujuriosos, y él y su esposa, emperifollados. Ella con vestido blanco, encretonada de tal forma que éste parecía una sombrilla abierta, y él con sus zapatos marrón y blanco, al estilo cubano, con camisa blanca y pantalones oscuros de gabardina, sostenidos por breteles terminados en orquetillas de cuero marrón oscuro.
El momento culminante llegaba cuando Minguito pedía que le tocaran la Bella Cubana, un danzón clásico que en la vellonera del Samoa sonaba fabuloso. La pista se limpiaba y los curiosos hasta del parque acudían en manadas para ver a Minguito y su esposa seguir con precisión y galantería, yendo de un extremo del salón al otro, los cambios y tortuosidades de la famosa pieza de José White, lo que los presentes aplaudían con entusiasta apreciación.
Por unos minutos, los humildes Minguito y su esposa se transformaban y vivían su fantasía de ser grandes actores. En el centro de Mao ya no eran Minguito y esposa, sino Fred Astaire y Ginger Rogers, centro del mundo del espectáculo.
Por Isaías Medina Ferreira
Minguito era panadero y trabajaba por semanas para darse un gustazo mensualmente: ir al Samoa Bar con la familia y dejar la suela de sus zapatos en la pista. Un domingo temprano en la tarde llegaba con una recua entre la que se contaban niñas y adolescentes, algunas maduritas para saber de amores y atractivas hasta el punto de no pasar desapercibidas a los ojos de los mocitos lujuriosos, y él y su esposa, emperifollados. Ella con vestido blanco, encretonada de tal forma que éste parecía una sombrilla abierta, y él con sus zapatos marrón y blanco, al estilo cubano, con camisa blanca y pantalones oscuros de gabardina, sostenidos por breteles terminados en orquetillas de cuero marrón oscuro.
El momento culminante llegaba cuando Minguito pedía que le tocaran la Bella Cubana, un danzón clásico que en la vellonera del Samoa sonaba fabuloso. La pista se limpiaba y los curiosos hasta del parque acudían en manadas para ver a Minguito y su esposa seguir con precisión y galantería, yendo de un extremo del salón al otro, los cambios y tortuosidades de la famosa pieza de José White, lo que los presentes aplaudían con entusiasta apreciación.
Por unos minutos, los humildes Minguito y su esposa se transformaban y vivían su fantasía de ser grandes actores. En el centro de Mao ya no eran Minguito y esposa, sino Fred Astaire y Ginger Rogers, centro del mundo del espectáculo.
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Mano:
ResponderBorrarMinguito y su esposa también bailaban magistralmente, "La Leyenda del Beso" y "Las Bodas de Luis Alonso", cogiéndose para ellos solos todo el salón del Samoa, pues desde que sonaban los primeros acordes, todo el mundo "dejaba el limpio", ya que eran composiciones musicales muy difíciles de bailar.
La verdad es que era un espectáculo verlos bailar!!!
Fernan Ferreira.