jueves, 7 de noviembre de 2013
TERCER CAMINO
CON LOS OJOS LARGOS
Por Lavinia del Villar
Vivir en pueblos es divino, me encanta. Aunque viví muchos años en grandes urbes, para mi… nada como mi pueblo, parece que como dicen, no boté el campo.
Sin embargo, no podemos negar que la vida en pueblos tiene sus pros y sus contras: Por un lado eres conocido por mucha gente, lo que te hace acreedor de sonrisas, saludos, elogios, cariño y hasta piropos. Todo queda prácticamente cerca, y encuentras quien te ayude en cualquier imprevisto. ¿Necesitas asistencia médica? casi todos los doctores son amigos tuyos, o amigos de un amigo tuyo. ¿Necesitas cambiar el tanque de gas vacío por uno lleno? encuentras un buen samaritano que te ayuda sin interés alguno.
Todo lo que pasa es un acontecimiento: te casaste, perdiste un ser querido, te graduaste, conseguiste empleo, te divorciaste, viajaste… nada pasa inadvertido.
Se habla el mismo idioma: se fue la luz, no hay agua, las calles están malísimas, inauguraron un banco, reconocieron a don Joaquín, reconstruyeron la clínica…
Eso sí, si transitas a pie debes salir con tiempo extra hacia tu destino, porque seguro encontrarás en el camino personas con las cuales tendrás que compartir desde tu salud y la de tu familia, hasta los acontecimientos recientes: que papá está interno, que mi hija dio a luz, que el perro se “me” murió…
Por otro lado, lo triste de la vida en pueblos es el olvido cultural y educativo que se sufre: obras de teatro, desfile de modas, conferencias magistrales, presentación de artistas famosos, concurso de becas, en fin, oportunidades de crecer, solo están disponibles a nuestra vista en los periódicos o en televisión, porque a pesar de que también somos cultos, soñadores y poetas, emprendedores y deseosos de triunfar, cuando se trata de acontecimientos de envergadura, que se disfrutan en la capital y que a veces llegan a Santiago, nos quedamos simplemente…con los ojos largos.
Por Lavinia del Villar
Vivir en pueblos es divino, me encanta. Aunque viví muchos años en grandes urbes, para mi… nada como mi pueblo, parece que como dicen, no boté el campo.
Sin embargo, no podemos negar que la vida en pueblos tiene sus pros y sus contras: Por un lado eres conocido por mucha gente, lo que te hace acreedor de sonrisas, saludos, elogios, cariño y hasta piropos. Todo queda prácticamente cerca, y encuentras quien te ayude en cualquier imprevisto. ¿Necesitas asistencia médica? casi todos los doctores son amigos tuyos, o amigos de un amigo tuyo. ¿Necesitas cambiar el tanque de gas vacío por uno lleno? encuentras un buen samaritano que te ayuda sin interés alguno.
Todo lo que pasa es un acontecimiento: te casaste, perdiste un ser querido, te graduaste, conseguiste empleo, te divorciaste, viajaste… nada pasa inadvertido.
Se habla el mismo idioma: se fue la luz, no hay agua, las calles están malísimas, inauguraron un banco, reconocieron a don Joaquín, reconstruyeron la clínica…
Eso sí, si transitas a pie debes salir con tiempo extra hacia tu destino, porque seguro encontrarás en el camino personas con las cuales tendrás que compartir desde tu salud y la de tu familia, hasta los acontecimientos recientes: que papá está interno, que mi hija dio a luz, que el perro se “me” murió…
Por otro lado, lo triste de la vida en pueblos es el olvido cultural y educativo que se sufre: obras de teatro, desfile de modas, conferencias magistrales, presentación de artistas famosos, concurso de becas, en fin, oportunidades de crecer, solo están disponibles a nuestra vista en los periódicos o en televisión, porque a pesar de que también somos cultos, soñadores y poetas, emprendedores y deseosos de triunfar, cuando se trata de acontecimientos de envergadura, que se disfrutan en la capital y que a veces llegan a Santiago, nos quedamos simplemente…con los ojos largos.
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Un enfoque fiel y exacto de la vida de los pueblos; en excelente sìntesis, todo lo que ocurre, està dicho.....Bien por la profe.
ResponderBorrarRolando espinal
Qué bonitas realidades de tu pueblo que tambien es mio; Una costumbre perdida es el Cine ; aunque algunos argumentan la presencia del Telecable, pero no toman en cuenta que ir a un cine es salirse de la rutina diaria , es un descanso es botar el golpe.
ResponderBorrarManito
Los pueblos se han quedado solo con la historia de sus bonitos y entrañables años que solo viven en el corazón y la mente de quienes lo disfrutaron. Ya esos pueblos no manifiestan sus inocencias, la malicia no existía, la codicia por lo ajeno no se conocía, nadie era sospechoso y la muerte de un miembro de la sociedad era motivo de dolor comunitario. Algún rastro queda de eso, porque aun, como dice usted Profe, hay muchas personas buenas que andan sospechosas, pero que no han perdido sus viejas costumbres de vivir mancomunado.
ResponderBorrarAfectos de, Ley S.