sábado, 9 de noviembre de 2013
LOS VIEJOS ROBLES DEL BÉISBOL Y LAS NUEVAS GENERACIONES
LEYSIMELOCUENTA
Por Ley Simé
La diferencia resultaría simple si las comparamos con la forma en que se criaron los niños y los jóvenes de antes y los de estos últimos tiempos. Al menos los ambientes eran distintos, si nos remontamos a principios de siglo, para no irnos muy lejos. Todo joven que practicaba deporte, en este caso béisbol, contaba con un gimnasio natural, cotidiano y obligatorio. Tenía que caminar y en casi todas las tareas, intervenía el músculo, ayudado por la pureza del ambiente sin contaminación. La escasez o la falta de medio de transporte obligaban a la gente a caminar e intervenir físicamente en la monta y desmonta de cargas sobre animales, carretas o trenes. Así también se hacía en las fábricas y con los productos agrícolas, amén de la preparación de la tierra con arado para los sembrados y la recolección de los frutos. El músculo humano por naturaleza debió haber adquirido una fortaleza y una consistencia increíble que luego sería reflejada en los deportes. Fíjese que no hablamos de técnicas.
En esos trabajos de fuerza bruta, intervenían los jóvenes que se dedicaban a practicar deportes, en este caso el béisbol que es el que nos ocupa y llegaban a la cancha o estadio con el cuerpo curado. Solo era cuestión de domesticar esos bríos. A ese ejercicio adquirido en el gimnasio del quehacer cotidiano, era prácticamente obligatorio asistir diariamente.
En el caso de nuestro país, donde muchos de los adelantos modernos no nos llegaban sino hasta después de los años cincuenta o sesenta. Para no alejarnos mucho, nos adelantaremos a los años treinta donde los adelantos eran aun más escasos, a pesar de que ”La Santo Domingo Motors” inició sus operaciones en1920, prácticamente todo era a pie o a caballo, si la distancia era larga; y las tareas eran prácticamente manuales y otras con el empleo físico. Los muchachos tenían sus tareas: La pastoría de las vacas, buscar agua a los ríos y hacer las diligencias o mandados de la casa, además de ayudar al ordeño de vacas y asistir a la escuela y todo a pie. Esto ligado a otras actividades físicas, creaba una enorme fortaleza en el cuerpo del joven de esa generación. Esas fortalezas eran llevadas a los campos deportivos trayendo consigo un poderío como lo que caracteriza un tesoro en bruto, al que solo se debe procesar y pulir, como fueron los casos de nuestras estrellas que brillaron en los años 20s, 30s y 40s y abrirles paso a los que más se han familiarizado con esta y la recién pasada generación . Ya por los años cincuenta y sesenta surgieron y brillaron con luz propias el pionero en las grandes ligas, el “Orégano”, Osvaldo Virgil, Felipe Alou, Manuel Mota, Juan Marichal, Ricardo Carty, Mateo y Jesús Alou, Pedro González, Julián Javier, Pedro Borbón y así una prolongada lista de jugadores que han sabido poner en alto la bandera tricolor. El el caso particular de Pedro Borbón, según nos contaba Hipólito Lozada, quien era el manager de Pedro, este se desmontaba de un camión y se metía al estadio a practicar recién llegado de la finca de arroz. Su práctica consistía en tomar algunos rolings en el montículo y calentar el brazo. Correr y hacer ejercicios no necesitaba, pues venía de caminar varios kilómetros y sembrar una tarea de arroz.
Todos esos jugadores saltaron al profesionalismo poseyendo una base natural, su fortaleza, reflejada en consistencia. Eso garantizaba la presencia de esos jugadores en el terreno de juego durante todos los partidos programados para una temporada, como lo hacían, Felipe, Mateo, Rod Carew, Orlando Cepeda, etc. y otros latinos con músculos de hierro. El caso de los lanzadores, a menos que no fuera a palos que lo sacaran, era difícil ver a un coach de pitcheo en el montículo durante las nueve entradas. Contrario a estos últimos en los que observamos a muchos jugadores de cristal o protegidos por el monto salarial que devengan, y el error de permitirles conservarse en vitrina. Para estos tiempos, los equipos juegan mas a la salud de sus jugadores, que a la aspiración de conquistar un torneo. Es tanto el cuidado, que se conforman con cinco o seis entradas en un partido, considerando eso como un súper trabajo, no importa el dominio que el lanzador vaya teniendo sobre el contrario. Ese material hay que protegerlo, porque a partir de esas entradas, el cristal puede quebrar. Solo para darle una idea de lo que hablamos, querido lector, pongamos como ejemplo a Juan Marichal: en 1963 tiró un juego de 16 entradas en duelo con Warren Spahn, un fabuloso zurdo que ganó más de 300 juegos en su carrera, blanqueando a los Bravos de Milwaukee, hoy Bravos de Atlanta, una carrera a cero. En 1968 Marichal completó la increíble cantidad de 30 juegos, de 38 que comenzó, pichando 326 entradas. Es bueno señalar que Marichal lanzó más juegos completos (244), que los que perdió en toda su carrera (143).
Aunque se dice que siempre lo han hecho, muchos jugadores contemporáneos incurren en sustancias aditivas (esteroides) para adquirir la fortaleza que no trajeron de su niñez y de su adolescencia. (Sobre ese tema, ya Manito Santana se refirió en una interesante publicación previa a esta). Lo cierto es que la sanidad con que se desarrollaban esos jugadores, es válida para que hoy a muchos de ellos los tengamos todavía entre nosotros, como son los casos de: Osvaldo Virgil, Felipe Alou, Manuel Mota, Juan Marichal, Ricardo Carty, Joaquín Andújar, Mario Soto, César Cedeño entre otros que jugaron por los años cincuenta y sesenta. Nosotros los Maeños, nos damos el lujo de aun poder abrazar al jugador que dio el primer hit en el vetusto Estadio Quisqueya, Alcibíades Colón caminando por nuestras calles. Con todo ese personal entre nosotros, aun tenemos viva la historia de esos años, narradas por sus propios protagonistas, que a su vez nos reseñan episodios apasionantes de la calidad y la pasión con que el béisbol se jugaba por aquellos tiempos, incluyendo desde cuando eran niños y todo lo que tenían que hacer para pasar una mañana o un día en contacto con el romanticismo apasionante del juego del béisbol.
La fortaleza unida a la pasión por el juego de esa época era tal, que después de agotar una jornada completa en las grandes ligas, regresaban al país y los respectivos equipos a que pertenecían, los tenían en uniformes desde el inicio de la temporada invernal nuestra, sin que ningún equipo de grandes ligas objetara, como es el caso de hoy día y desde hace algún tiempo para acá.
En esos tiempos los dueños de los equipos de las grandes ligas, pareciera que conocían la preparación física y la resistencia de esos jugadores y no les pasaba por la cabeza que jamás esos cristales iban a quebrar, como sucede con los cristales de ahora que son impedidos por la fatiga extrema. El manager que sacaba a un pitcher que estuviera haciendo una buena labor, tenía problemas con los fanáticos. En el béisbol de hoy eso es tolerable, porque hasta los fanáticos conocen como se trata algo que es de cristal.
La fatiga extrema es, me imagino yo, cuando el jugador agota la respiración en una temporada de grandes ligas y hay que esperar más de uno o dos meses, quizás más, Para que le vuelva a llenar los pulmones de aire.
Antes no era así, porque en cada jugador se tenía la idea de que su cuerpo era un viejo roble inquebrantable, curado y resistente a toda prueba, sin contar con la odiosa pela por la que pasaban los jugadores dominicanos y por ende todos los latinos con aquello del racismo, era excluidos de los lugares que visitaban los blancos. Era otra clase de juego el que tenían que enfrentar los nuestros y aprender a salir victorioso y con la frente en alto.
Por Ley Simé
La diferencia resultaría simple si las comparamos con la forma en que se criaron los niños y los jóvenes de antes y los de estos últimos tiempos. Al menos los ambientes eran distintos, si nos remontamos a principios de siglo, para no irnos muy lejos. Todo joven que practicaba deporte, en este caso béisbol, contaba con un gimnasio natural, cotidiano y obligatorio. Tenía que caminar y en casi todas las tareas, intervenía el músculo, ayudado por la pureza del ambiente sin contaminación. La escasez o la falta de medio de transporte obligaban a la gente a caminar e intervenir físicamente en la monta y desmonta de cargas sobre animales, carretas o trenes. Así también se hacía en las fábricas y con los productos agrícolas, amén de la preparación de la tierra con arado para los sembrados y la recolección de los frutos. El músculo humano por naturaleza debió haber adquirido una fortaleza y una consistencia increíble que luego sería reflejada en los deportes. Fíjese que no hablamos de técnicas.
En esos trabajos de fuerza bruta, intervenían los jóvenes que se dedicaban a practicar deportes, en este caso el béisbol que es el que nos ocupa y llegaban a la cancha o estadio con el cuerpo curado. Solo era cuestión de domesticar esos bríos. A ese ejercicio adquirido en el gimnasio del quehacer cotidiano, era prácticamente obligatorio asistir diariamente.
En el caso de nuestro país, donde muchos de los adelantos modernos no nos llegaban sino hasta después de los años cincuenta o sesenta. Para no alejarnos mucho, nos adelantaremos a los años treinta donde los adelantos eran aun más escasos, a pesar de que ”La Santo Domingo Motors” inició sus operaciones en1920, prácticamente todo era a pie o a caballo, si la distancia era larga; y las tareas eran prácticamente manuales y otras con el empleo físico. Los muchachos tenían sus tareas: La pastoría de las vacas, buscar agua a los ríos y hacer las diligencias o mandados de la casa, además de ayudar al ordeño de vacas y asistir a la escuela y todo a pie. Esto ligado a otras actividades físicas, creaba una enorme fortaleza en el cuerpo del joven de esa generación. Esas fortalezas eran llevadas a los campos deportivos trayendo consigo un poderío como lo que caracteriza un tesoro en bruto, al que solo se debe procesar y pulir, como fueron los casos de nuestras estrellas que brillaron en los años 20s, 30s y 40s y abrirles paso a los que más se han familiarizado con esta y la recién pasada generación . Ya por los años cincuenta y sesenta surgieron y brillaron con luz propias el pionero en las grandes ligas, el “Orégano”, Osvaldo Virgil, Felipe Alou, Manuel Mota, Juan Marichal, Ricardo Carty, Mateo y Jesús Alou, Pedro González, Julián Javier, Pedro Borbón y así una prolongada lista de jugadores que han sabido poner en alto la bandera tricolor. El el caso particular de Pedro Borbón, según nos contaba Hipólito Lozada, quien era el manager de Pedro, este se desmontaba de un camión y se metía al estadio a practicar recién llegado de la finca de arroz. Su práctica consistía en tomar algunos rolings en el montículo y calentar el brazo. Correr y hacer ejercicios no necesitaba, pues venía de caminar varios kilómetros y sembrar una tarea de arroz.
Todos esos jugadores saltaron al profesionalismo poseyendo una base natural, su fortaleza, reflejada en consistencia. Eso garantizaba la presencia de esos jugadores en el terreno de juego durante todos los partidos programados para una temporada, como lo hacían, Felipe, Mateo, Rod Carew, Orlando Cepeda, etc. y otros latinos con músculos de hierro. El caso de los lanzadores, a menos que no fuera a palos que lo sacaran, era difícil ver a un coach de pitcheo en el montículo durante las nueve entradas. Contrario a estos últimos en los que observamos a muchos jugadores de cristal o protegidos por el monto salarial que devengan, y el error de permitirles conservarse en vitrina. Para estos tiempos, los equipos juegan mas a la salud de sus jugadores, que a la aspiración de conquistar un torneo. Es tanto el cuidado, que se conforman con cinco o seis entradas en un partido, considerando eso como un súper trabajo, no importa el dominio que el lanzador vaya teniendo sobre el contrario. Ese material hay que protegerlo, porque a partir de esas entradas, el cristal puede quebrar. Solo para darle una idea de lo que hablamos, querido lector, pongamos como ejemplo a Juan Marichal: en 1963 tiró un juego de 16 entradas en duelo con Warren Spahn, un fabuloso zurdo que ganó más de 300 juegos en su carrera, blanqueando a los Bravos de Milwaukee, hoy Bravos de Atlanta, una carrera a cero. En 1968 Marichal completó la increíble cantidad de 30 juegos, de 38 que comenzó, pichando 326 entradas. Es bueno señalar que Marichal lanzó más juegos completos (244), que los que perdió en toda su carrera (143).
Aunque se dice que siempre lo han hecho, muchos jugadores contemporáneos incurren en sustancias aditivas (esteroides) para adquirir la fortaleza que no trajeron de su niñez y de su adolescencia. (Sobre ese tema, ya Manito Santana se refirió en una interesante publicación previa a esta). Lo cierto es que la sanidad con que se desarrollaban esos jugadores, es válida para que hoy a muchos de ellos los tengamos todavía entre nosotros, como son los casos de: Osvaldo Virgil, Felipe Alou, Manuel Mota, Juan Marichal, Ricardo Carty, Joaquín Andújar, Mario Soto, César Cedeño entre otros que jugaron por los años cincuenta y sesenta. Nosotros los Maeños, nos damos el lujo de aun poder abrazar al jugador que dio el primer hit en el vetusto Estadio Quisqueya, Alcibíades Colón caminando por nuestras calles. Con todo ese personal entre nosotros, aun tenemos viva la historia de esos años, narradas por sus propios protagonistas, que a su vez nos reseñan episodios apasionantes de la calidad y la pasión con que el béisbol se jugaba por aquellos tiempos, incluyendo desde cuando eran niños y todo lo que tenían que hacer para pasar una mañana o un día en contacto con el romanticismo apasionante del juego del béisbol.
La fortaleza unida a la pasión por el juego de esa época era tal, que después de agotar una jornada completa en las grandes ligas, regresaban al país y los respectivos equipos a que pertenecían, los tenían en uniformes desde el inicio de la temporada invernal nuestra, sin que ningún equipo de grandes ligas objetara, como es el caso de hoy día y desde hace algún tiempo para acá.
En esos tiempos los dueños de los equipos de las grandes ligas, pareciera que conocían la preparación física y la resistencia de esos jugadores y no les pasaba por la cabeza que jamás esos cristales iban a quebrar, como sucede con los cristales de ahora que son impedidos por la fatiga extrema. El manager que sacaba a un pitcher que estuviera haciendo una buena labor, tenía problemas con los fanáticos. En el béisbol de hoy eso es tolerable, porque hasta los fanáticos conocen como se trata algo que es de cristal.
La fatiga extrema es, me imagino yo, cuando el jugador agota la respiración en una temporada de grandes ligas y hay que esperar más de uno o dos meses, quizás más, Para que le vuelva a llenar los pulmones de aire.
Antes no era así, porque en cada jugador se tenía la idea de que su cuerpo era un viejo roble inquebrantable, curado y resistente a toda prueba, sin contar con la odiosa pela por la que pasaban los jugadores dominicanos y por ende todos los latinos con aquello del racismo, era excluidos de los lugares que visitaban los blancos. Era otra clase de juego el que tenían que enfrentar los nuestros y aprender a salir victorioso y con la frente en alto.
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Ley S. has depositado con tu escrito toda una realidad. Culpo en parte de la cristalización del jugador al poderoso dueño del beisbol Las Grandes Ligas y su comercio porque no permite que el jugador desarrolle esos musculos ni tampoco su mente practicando el juego .Ya te agarran un muchacho de 13 años ,bien crecido ,con manos grandes y los reservan con las pléyades de buscones que tienen y con centavos lo hacen esperar hasta los 17 años y lo introducen a una academia a desarrollarse,jartándolos de Vitaminas para firmarlos sin haber jugado el deporte a plena capacidad.
ResponderBorrarHoy el negocio de ellos no lo permite ,los tienen como un artículo de lujo,que hasta firmando autógrafos le sacan beneficio,y vendiendo camisetas.
A un Pitcher lanzando 6 innings promedio le alargan su vida util por 5 años más ,y con oportunidad de realizar varias negociaciones con ese artículo.
Me canso de ver el Futbol Soccer,corriendo todo el mundo tropieza,chocan,y se levantan ,rara vez sacan un jugador por un desgarre muscular y eso se lo atribuyo al ejercicio natural.
Los dueños conocían la preparación fisica anteriormente,se cansaron de sacrificar jugadores en Ligas menores sanos por 8 y 10 años sin subirlos esperando que el grandes Ligas se enfermara o retirara para lograr subir. Recordemos a muchos jugadores con material de Grandes Ligas,entre ellos Polin Jimenes Eugenio Guichardo ,Silvano Quezada, Felix Santana que a este último lo quemaron,al no poderlo subir por los Piratas tener a Bill Mazerousky en 2da. base.y Minnesotta buscando un cambio por él . A todos los mantuvieron en las Menores hasta envejecerlos.
La Cristalización se produce al pelotero adquirir sus derechos ,que provoca acelerar la firmas de jugadores con o sin la preparación,ya que el jugador Grandes Ligas puede decirle a los dueños "me voy,busquen otro" a cierto tiempo de estar.
En nuestro pais hay un promedio de firma mensual sobre 300 jóvenes firmados por centavos ; que les importa a ellos que se pierdan el 90 % ?,ellos consiguen de ese 10 % un 6 % que le juegue por 8 años promedios .No sin olvidar que con ese 10 % cubren la inversión hecha en los restantes 90 % perdido. Ese es el poder del comercio Americano.
Manito