domingo, 13 de octubre de 2013
ALGUNAS VIVENCIAS COMO MÚSICO (Y ENTRE MÚSICOS)
Unas jocosas, otras angustiantes…., de todas formas…, Helas aquí
Por Diómedes Rodríguez Martínez
El autor es facilitador de RRHH en Infotep
A los que gentilmente me honraron al leer en el pasado reciente, algunas de mis anécdotas como músico, recuerden que les pedí disculpa por el lenguaje empleado, a veces vulgar. De igual forma procedo esta vez, al narrarles algunas de mis vivencias como integrante de La Banda Municipal de Música y del combo de Daniel Colón (Lucero) de nuestro querido Mao. Yo las viví…, espero que ustedes las disfruten.
1. Santico Vs. Cucha.
Resulta que La Banda Municipal de Música de Mao, como única banda para toda la Línea Noroeste, debía y tenía que estar presente en todos los actos e inauguraciones encabezados por el gobernante de turno, en aquel entonces el Dr. Balaguer. Es oportuno decir que nosotros los músicos éramos transportados, a cad uno de los mencionados actos, en 2 camiones de volteo del Ayuntamiento.
Esta vez, nos dirigíamos a Santiago Rodríguez a la inauguración de una escuela. Era un domingo bellísimo, radiante de sol. A pesar de la tremenda incomodidad de los camiones de volteo, las risas, cuentos y anécdotas se contaban a granel; reinaba una sincera camaradería. Resulta que Santico, uno de los músicos, sempiterno libador de cualquier tipo de ron, tenía una resaca del carajo (Casi amaneció en el bar de Jacinta) .
La carretera Mao - Santiago Rodríguez, tenía más hoyos que la Vía Láctea estrellas. Entre saltos y vaivenes, a Santico se le revolvió el estómago, se sentía con náuseas y mareado. De repente se nos atravesó un caballo y el chofer frenó bruscamente. ¡Coño, pa’ que fue eso! .... Con el salvaje frenazo, Santico fue a parar a los brazos de Cucha, abrazándolo como si se tratase de su novia, pero en lugar de un beso le llenó la cara y todo el pecho de vómito…. ¡Ufff, Guácala …. hedor inaguantable! Lo más pronto que pudo, Daniel Colón, a la sazón director de la banda de música, le hizo señas a un carro público y envió a Cucha y Santico de regreso a Mao. Dentro del carro se escuchaban voces decir ¡Fo coño que bajo a vómito y romo!
2. Fiesta en el Bombillo Rojo.
El Bombillo Rojo fue uno de los bares de mujeres libres (cueros) más famosos de Mao. Quien relata, tenía la edad de 16 años (de por Dios carajo… "Ha llovido mucho")
En esta ocasión, amenizábamos un fiestón en ese famoso lupanar. A eso de las 2 de la madrugada las chicas chillaban, se contorneaban de forma sinuosa, con lascivia y llenas de lujuria, invitando con sus miradas aviesas y melosas al “desquite” . El Maestro Lucero, quien era mi ángel de la guarda por encomienda de mi madre “Mercedes la de Nene”, en uno de los recesos de nosotros los músicos, se dirige a mi diciéndome que a una de las nenas, de sólo 15 añitos, nuevecita, es decir de poco uso, yo le caía bomba y que ella deseaba acostarse conmigo sin paga alguna, amén del tremendo disfrute que el inmenso placer conllevaba.
Yo, casi temblando y más asustado que un gato perseguido por un rabioso perro, le riposté diciéndole que cuando él me llevara a casa le diría a mi mamá que, en lugar de protegerme me estaba chubando cueros, a la vez que amenazaba con no volver a tocar más en su agrupación. A partir de ahí, Lucero jamás volvió a inventar conmigo y duró un buen tiempo sin dejarse ver de mamá (desde luego, de esto la vieja no se llegó a enterar)
PD: A esa edad yo sentía animadversión por los cueros y los homosexuales (pájaros) Posteriormente, como a la edad de 20 años, y, ya entendida la situación, le pedí disculpa al Maestro.
3. Fiesta en el Balneario de Ámina.
El balneario de Ámina llegó a ser uno de los más visitados de le región, por la belleza natural de sus paisajes, adornado por las refrescantes y cristalinas aguas del río que lleva su nombre. Era el sitio ideal para fiestas, encuentros familiares y otros festejos.
En una de esas fiestas, amenizada por nosotros, me vi envuelto en una situación muy difícil y engorrosa. Resulta que cuando la fiesta estaba en su mejor momento, con un montón de hermosas chicas, una de estas, hija predilecta de uno de los grandes hacendados de Ámina, se dirige a este servidor para decirme que estaba locamente enamorada de mi, que yo tenía que ser su novio. ¡Coño, la chica era un bombón, increíblemente hermosa pero parece que algunos tragos de cerveza surtían su efecto!
Para colmo de males, estaba acompañada de su enamorado, quien se sentía a disgusto con la situación creada. En uno de los recesos la bella damita se dirigió a la mesa de los músicos para invitarme a bailar y, ¡¡Carajo tuve que hacerlo!! No podía dejar plantada a esa beldad, que por cierto me caía bomba, por su cuerpazo, cara angelical, ojos bellísimos y cabellos de seda, movidos por una refrescante brisa (era diciembre del 1970).
Me dejé llevar por la emoción, motivado por la piel suave y el cálido cuerpo de mi casual enamorada del momento…. La nena, emocionada al igual que yo, me estampó un cálido beso en la mejilla…. ¡¡Coñazo, pa’ que fue eso!! Mejor no les cuento…. parece que me pasé de base… El enamorado de la chica me la arrebató con fiereza, a lo que le riposté diciéndole que el que tiene tienda la atiende o le roban. Afortunadamente, por la intervención oportuna de ciertas personas, la situación no pasó de ahí. Los familiares, la damisela y acompañantes se ausentaron de la fiesta. ¡Oh, cuánto lo sentí!
4. Fiesta en El Cruce de Guayacanes.
En esa fiesta creo que todos los habitantes del Cruce de Guayacanes y zonas aledañas se dieron cita allí. Guaaao, no cabía un mandao. Los asistentes se sentaban en los huacales vacíos y no cabían en sus mesas. La fiesta inició a las 9 p.m. y finalizó a las 4 de la madrugada. Entre set y set a los músicos nos correspondía un receso de 15 minutos, pero el público, entrado en trago, y el dueño del local nos exigían tocar cada 5 minutos… ni modo tuvimos que complacerlos a lo largo de 7 horas. Era un domingo de diciembre del 1972, estábamos exhaustos pues el día anterior habíamos amenizado una fiesta en el Samoa Bar también de 7 horas.
Al finalizar, Lucero procedió a cobrarle el pago al dueño del local. Este caradura le sale con el cuento de que le había ido mal, razón por la que sólo nos iba a pagar la mitad de lo acordado, y que dentro de un mes nos pagaría el resto. Lucero le ripostó que el dinero había que pagárnoslo completo y ahora, ya que la fiesta había sido un éxito. Le dijo que de no ser así habría problemas. ¡Anda pa’l carajo, pa’ que fue eso! El mencionado “Señor” mandó a buscar a su compadre, el sargento de puesto encargado de la dotación policial de allí.
El sargento se presentó pasao de tragos con dos policías dotados de armas largas. Lucero lo puso al tanto de la delicada situación, pero “el comandante” nos dijo que había que aceptar lo propuesto por su compadre. Los compañeros músicos, Sergio “El Feo” Frías, Corcino y Cucha, protestaron airados. Cucha recibió un culatazo y cuando Sergio procedió a defenderlo también recibió su culatazo. A los tres se lo llevaron presos. Partimos raudos para Mao a dar la querella al General Jáquez Oliveros, éste se puso en contacto con el jefe de nuestra dotación policial, el Capitán Jiminián, quien acompañado de dos jeep repletos de policías procedieron a soltar a nuestros músicos y a apresar a los abusadores policías. Estos últimos fueron separados de sus cargos y entregados a la justicia.
Cabe decir que al Maestro Lucero se le subió la presión, y estuvo en grave estado de salud por espacio de una semana, razón por lo que, dado su delicado estado, la banda de música recesó por un mes.
5. El General Mélido Marte y Yo.
Este relato data del año 1972, y trata de una de las visitas oficiales a la Ciudad de los Bellos Atardeceres, del presidente de turno, Dr. Joaquín Amparo Balaguer Ricardo. La recepción fue en el edificio del ayuntamiento. Les recuerdo que a todos los actos oficiales presididos por el Dr. Balaguer, en la Línea Noroeste, debía estar presente la Banda Municipal de Música de Mao.
Los músicos estábamos sentados por donde tenía que pasar el Doctor y su comitiva, en la segunda planta. Al pasar ante nosotros, todos los presentes, menos quien escribe, se pusieron de pies, en señal de respeto. El general Mélido Marte, quien venía mucho más atrás, se dio cuenta de mi acción y en tono autoritario me increpó por no haberme puesto de pies, me dijo que mi proceder era una falta de respeto temeraria, que por qué yo lo había hecho.
Sin saber que quien se dirigía a mi era el General Mélido Marte, le respondí que sólo me harían parar la presencia de mis padres o la del Señor Jesucristo. El general ordenó que me apresaran, pero mi Ángel de La Guarda, el Maestro Lucero, le dijo que yo tenía problemas mentales, que no me hiciera caso. Yo, siguiéndole la corriente, puse los dos ojos brotones, como 2 huevos salcochados, aparentando desequilibrio mental. Lo dicho por Lucero y mi magistral ocurrencia me salvaron de esta situación. El general al ver esto exclamó "A pue veidá que ei pendejo ta’ loco” ¡¡¡Ufff, guay mamá… de la que me salvé!!!
Por Diómedes Rodríguez Martínez
El autor es facilitador de RRHH en Infotep
A los que gentilmente me honraron al leer en el pasado reciente, algunas de mis anécdotas como músico, recuerden que les pedí disculpa por el lenguaje empleado, a veces vulgar. De igual forma procedo esta vez, al narrarles algunas de mis vivencias como integrante de La Banda Municipal de Música y del combo de Daniel Colón (Lucero) de nuestro querido Mao. Yo las viví…, espero que ustedes las disfruten.
1. Santico Vs. Cucha.
Resulta que La Banda Municipal de Música de Mao, como única banda para toda la Línea Noroeste, debía y tenía que estar presente en todos los actos e inauguraciones encabezados por el gobernante de turno, en aquel entonces el Dr. Balaguer. Es oportuno decir que nosotros los músicos éramos transportados, a cad uno de los mencionados actos, en 2 camiones de volteo del Ayuntamiento.
Esta vez, nos dirigíamos a Santiago Rodríguez a la inauguración de una escuela. Era un domingo bellísimo, radiante de sol. A pesar de la tremenda incomodidad de los camiones de volteo, las risas, cuentos y anécdotas se contaban a granel; reinaba una sincera camaradería. Resulta que Santico, uno de los músicos, sempiterno libador de cualquier tipo de ron, tenía una resaca del carajo (Casi amaneció en el bar de Jacinta) .
La carretera Mao - Santiago Rodríguez, tenía más hoyos que la Vía Láctea estrellas. Entre saltos y vaivenes, a Santico se le revolvió el estómago, se sentía con náuseas y mareado. De repente se nos atravesó un caballo y el chofer frenó bruscamente. ¡Coño, pa’ que fue eso! .... Con el salvaje frenazo, Santico fue a parar a los brazos de Cucha, abrazándolo como si se tratase de su novia, pero en lugar de un beso le llenó la cara y todo el pecho de vómito…. ¡Ufff, Guácala …. hedor inaguantable! Lo más pronto que pudo, Daniel Colón, a la sazón director de la banda de música, le hizo señas a un carro público y envió a Cucha y Santico de regreso a Mao. Dentro del carro se escuchaban voces decir ¡Fo coño que bajo a vómito y romo!
2. Fiesta en el Bombillo Rojo.
El Bombillo Rojo fue uno de los bares de mujeres libres (cueros) más famosos de Mao. Quien relata, tenía la edad de 16 años (de por Dios carajo… "Ha llovido mucho")
En esta ocasión, amenizábamos un fiestón en ese famoso lupanar. A eso de las 2 de la madrugada las chicas chillaban, se contorneaban de forma sinuosa, con lascivia y llenas de lujuria, invitando con sus miradas aviesas y melosas al “desquite” . El Maestro Lucero, quien era mi ángel de la guarda por encomienda de mi madre “Mercedes la de Nene”, en uno de los recesos de nosotros los músicos, se dirige a mi diciéndome que a una de las nenas, de sólo 15 añitos, nuevecita, es decir de poco uso, yo le caía bomba y que ella deseaba acostarse conmigo sin paga alguna, amén del tremendo disfrute que el inmenso placer conllevaba.
Yo, casi temblando y más asustado que un gato perseguido por un rabioso perro, le riposté diciéndole que cuando él me llevara a casa le diría a mi mamá que, en lugar de protegerme me estaba chubando cueros, a la vez que amenazaba con no volver a tocar más en su agrupación. A partir de ahí, Lucero jamás volvió a inventar conmigo y duró un buen tiempo sin dejarse ver de mamá (desde luego, de esto la vieja no se llegó a enterar)
PD: A esa edad yo sentía animadversión por los cueros y los homosexuales (pájaros) Posteriormente, como a la edad de 20 años, y, ya entendida la situación, le pedí disculpa al Maestro.
3. Fiesta en el Balneario de Ámina.
El balneario de Ámina llegó a ser uno de los más visitados de le región, por la belleza natural de sus paisajes, adornado por las refrescantes y cristalinas aguas del río que lleva su nombre. Era el sitio ideal para fiestas, encuentros familiares y otros festejos.
En una de esas fiestas, amenizada por nosotros, me vi envuelto en una situación muy difícil y engorrosa. Resulta que cuando la fiesta estaba en su mejor momento, con un montón de hermosas chicas, una de estas, hija predilecta de uno de los grandes hacendados de Ámina, se dirige a este servidor para decirme que estaba locamente enamorada de mi, que yo tenía que ser su novio. ¡Coño, la chica era un bombón, increíblemente hermosa pero parece que algunos tragos de cerveza surtían su efecto!
Para colmo de males, estaba acompañada de su enamorado, quien se sentía a disgusto con la situación creada. En uno de los recesos la bella damita se dirigió a la mesa de los músicos para invitarme a bailar y, ¡¡Carajo tuve que hacerlo!! No podía dejar plantada a esa beldad, que por cierto me caía bomba, por su cuerpazo, cara angelical, ojos bellísimos y cabellos de seda, movidos por una refrescante brisa (era diciembre del 1970).
Me dejé llevar por la emoción, motivado por la piel suave y el cálido cuerpo de mi casual enamorada del momento…. La nena, emocionada al igual que yo, me estampó un cálido beso en la mejilla…. ¡¡Coñazo, pa’ que fue eso!! Mejor no les cuento…. parece que me pasé de base… El enamorado de la chica me la arrebató con fiereza, a lo que le riposté diciéndole que el que tiene tienda la atiende o le roban. Afortunadamente, por la intervención oportuna de ciertas personas, la situación no pasó de ahí. Los familiares, la damisela y acompañantes se ausentaron de la fiesta. ¡Oh, cuánto lo sentí!
4. Fiesta en El Cruce de Guayacanes.
En esa fiesta creo que todos los habitantes del Cruce de Guayacanes y zonas aledañas se dieron cita allí. Guaaao, no cabía un mandao. Los asistentes se sentaban en los huacales vacíos y no cabían en sus mesas. La fiesta inició a las 9 p.m. y finalizó a las 4 de la madrugada. Entre set y set a los músicos nos correspondía un receso de 15 minutos, pero el público, entrado en trago, y el dueño del local nos exigían tocar cada 5 minutos… ni modo tuvimos que complacerlos a lo largo de 7 horas. Era un domingo de diciembre del 1972, estábamos exhaustos pues el día anterior habíamos amenizado una fiesta en el Samoa Bar también de 7 horas.
Al finalizar, Lucero procedió a cobrarle el pago al dueño del local. Este caradura le sale con el cuento de que le había ido mal, razón por la que sólo nos iba a pagar la mitad de lo acordado, y que dentro de un mes nos pagaría el resto. Lucero le ripostó que el dinero había que pagárnoslo completo y ahora, ya que la fiesta había sido un éxito. Le dijo que de no ser así habría problemas. ¡Anda pa’l carajo, pa’ que fue eso! El mencionado “Señor” mandó a buscar a su compadre, el sargento de puesto encargado de la dotación policial de allí.
El sargento se presentó pasao de tragos con dos policías dotados de armas largas. Lucero lo puso al tanto de la delicada situación, pero “el comandante” nos dijo que había que aceptar lo propuesto por su compadre. Los compañeros músicos, Sergio “El Feo” Frías, Corcino y Cucha, protestaron airados. Cucha recibió un culatazo y cuando Sergio procedió a defenderlo también recibió su culatazo. A los tres se lo llevaron presos. Partimos raudos para Mao a dar la querella al General Jáquez Oliveros, éste se puso en contacto con el jefe de nuestra dotación policial, el Capitán Jiminián, quien acompañado de dos jeep repletos de policías procedieron a soltar a nuestros músicos y a apresar a los abusadores policías. Estos últimos fueron separados de sus cargos y entregados a la justicia.
Cabe decir que al Maestro Lucero se le subió la presión, y estuvo en grave estado de salud por espacio de una semana, razón por lo que, dado su delicado estado, la banda de música recesó por un mes.
5. El General Mélido Marte y Yo.
Este relato data del año 1972, y trata de una de las visitas oficiales a la Ciudad de los Bellos Atardeceres, del presidente de turno, Dr. Joaquín Amparo Balaguer Ricardo. La recepción fue en el edificio del ayuntamiento. Les recuerdo que a todos los actos oficiales presididos por el Dr. Balaguer, en la Línea Noroeste, debía estar presente la Banda Municipal de Música de Mao.
Los músicos estábamos sentados por donde tenía que pasar el Doctor y su comitiva, en la segunda planta. Al pasar ante nosotros, todos los presentes, menos quien escribe, se pusieron de pies, en señal de respeto. El general Mélido Marte, quien venía mucho más atrás, se dio cuenta de mi acción y en tono autoritario me increpó por no haberme puesto de pies, me dijo que mi proceder era una falta de respeto temeraria, que por qué yo lo había hecho.
Sin saber que quien se dirigía a mi era el General Mélido Marte, le respondí que sólo me harían parar la presencia de mis padres o la del Señor Jesucristo. El general ordenó que me apresaran, pero mi Ángel de La Guarda, el Maestro Lucero, le dijo que yo tenía problemas mentales, que no me hiciera caso. Yo, siguiéndole la corriente, puse los dos ojos brotones, como 2 huevos salcochados, aparentando desequilibrio mental. Lo dicho por Lucero y mi magistral ocurrencia me salvaron de esta situación. El general al ver esto exclamó "A pue veidá que ei pendejo ta’ loco” ¡¡¡Ufff, guay mamá… de la que me salvé!!!
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Comentarios de la entrada (Atom)
La verdad, mi estimado "Valito",desconocía esas aventuras, a pesar de estar casi siempre juntos y en comunicación. Dos cosas eran muy difíciles en esos tiempos: Ir a una fiesta que no fuera en el Samoa Bar y la otra que nunca fui a un acto del Dr. Balaguer. Gracias a Dios lo tenemos con nosotros salvo y sano.
ResponderBorrarSe le estima un monton,su Valito, Ley S.
Pobre Cucha... me imagino la cuerda, además del bajo (o fruto de él), que tendría... ¿y cómo le va usted a hacer una cosa como la que le hizo al Maestro Lucero en el Bombillo? Bien hecho sí, lo que le hizo al muñequito de papel de Balaguer en el ayuntamiento... ¡aunque tuviera que hacerse el loco!
ResponderBorrarMuy buenas anécdotas, Diómedes... aunque mi abuela le hubiera dicho "lávese la boca con bicarbonato"... jajajajaja
Isaías
Muy buenas estas vivencias de Diomedes y muy buen contadas, pero les diré que todavía hay más cosas que contar, Diomedes tiene un baúl de historias, como aquella en la que se puso a gritar en la guagua de UASD y otras más. Bien por ti.
ResponderBorrarPapito Mármol
Muy jocosas tus "ocurrencias", Diómedes. No conocía esta faceta tuya. Todas muy buenas. La de Santico y Cucha me recuerda una vez que nuestro hijo mayor, de unos meses de nacido, "me bañó en vómitos" y yo exclamé: "¡coño no hay nada que hieda más que los vómitos de un niño!". A lo cual, mi querido hermano Monchy Colón que se encontraba presente, ripostó: "ay noooo Ferreira, no lo compares jamás con los vómitos de un borracho!" Me puedo imaginar la cuerda de Cucha...
ResponderBorrarUn abrazo,
Fernan Ferreira.
Diomedes, muy buenas todas esas anécdotas tuyas. Ojalá te sigas acordando de todas esas vivencias de unas de las bandas que mas historias jocosas tienes en nuestro país. Te felicito, espero la próxima para disfrutarla apreciado amigo. Jochy Reyes.
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