domingo, 11 de agosto de 2013
MEDICINA ALTERNATIVA
LAS GUERRAS, EL HAMBRE Y LAS ENFERMEDADES
Por Nelson Rodríguez Martínez (Cuqui)
El autor es Ing. Agrónomo, profesor universitario y presidente fundador de N.R. Bienestar, S.R.L., compañía dedicada a la producción y venta de productos medicinales naturales.
Un reciente informe de la Organización Mundial de Drogas y Alimentos (FAO), "Cosechas y Escaseces", 2005, expresa que en 1996, la Cumbre sobre la Alimentación Mundial realizada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), anunció su compromiso de reducir a la mitad el número de personas que pasan hambre en el planeta.
Esa actitud adoptada y los cambios realizados para contrarrestar ese mal, son originados al reconocer la ONU que los conflictos armados son la causa principal de la existencia tan marcada de hambre en el mundo actual. Más de 850 millones de personas padecen sus efectos hoy día. También juegan un papel importante el SIDA, los cambios climáticos y los desastres naturales evidentes. Todo ésto, aunado a once millones de niños que mueren al año (30 mil que fallecen al día) por enfermedades que se pueden prevenir, medio millón de mujeres fallecen en el parto, casi mil millones de personas no disponen de viviendas dignas, ciento quince millones de niños están sin escolarizar, mientras más de diez mil especies animales y más de seis mil de vegetales sobreviven amenazados. Y aunque la pobreza extrema se está reduciendo en todo el planeta, los pobres son cada vez más pobres y algunos ricos, son cada vez más ricos.
Sin embargo, la FAO considera que ese objetivo diseñado para cumplirse en el año 2015 "es casi seguro" que no podrá convertirse en realidad. Aunque se muestra optimista para cumplir el primer objetivo del milenio, acordado en el año 2000, por el que las Naciones Unidas se comprometían a reducir el número de personas que padecen hambre y pobreza extremas en el mundo, a excepción de la región del África Subsahariana.
Los conflictos armados han sido la causa principal de más del 35% de las emergencias alimentarias ocurridas entre los años 1992 y 2003 frente al 15% del período comprendido entre 1986 y 1991.
Como es de esperar las guerras acaban con vidas humanas y destruyen las infraestructuras económicas que se han tardado años y décadas en construir, lo que contribuye que huyan de estos lugares hasta encontrar otras zonas que les proporcione alimentos.
Como es lógico, esto origina un desequilibrio en los países circunvecinos que deben destinar mayores gastos militares para garantizar la seguridad y solucionar los desequilibrios que se producen en la economía local. Mientras los países más fuertes y ricos centran sus esfuerzos en acabar con el terrorismo y en cortar las aspiraciones nucleares de sus enemigos y de los terroristas, el hambre continúa con sus fuertes estragos. Por consecuencia, las secuelas resultantes como la desnutrición, las anemias, la confusión reinante y el estrés adquirido, aunados a los servicios sanitarios precarios, ineficaces, o en su defecto inexistente, son factores que favorecen el surgimiento de múltiples y devastadoras enfermedades en este triste y desesperanzador panorama.
El hambre es la gran pandemia del Siglo XXI, y el arma de destrucción masiva de mayor potencia. El ejemplo más relevante es que en el año 2010, más de 900 millones de personas sufrieron inanición y vieron sus vidas en peligro inminente, si nadie contribuye en remediarla, a sabiendas que en el mundo existen recursos suficientes para erradicarla.
La paz se presenta como condición básica para reducir el hambre, estimular las inversiones y permitir el desarrollo económico, social y más aún, permite lograr el bienestar humano con menos estrechez, mejor salud y el gozo de promisorias alternativas en el libre desempeño y aprovechamiento de los recursos disponibles.
Es cuestión de unir voluntades, integrar esfuerzos, recursos y acciones para desmantelar las verdaderas armas de destrucción masiva, el hambre y la pobreza extremas, y así, se podrá cumplir con el Protocolo de Kyoto, de colocar la primera piedra para realizar los objetivos del Milenio.
LAS ENFERMEDADES, LOS PADECIENTES Y SUS TERAPIAS: PERCEPCIONES
Para contrarrestar con eficacia y mayor seguridad las enfermedades y los trastornos físicos, espirituales y emocionales, las gentes hoy día, además de auxiliarse de la medicina ortodoxa, acuden a terapias alternativas que por su carácter integral y complementario, fortalecen el aval de múltiples y variados tratamientos a su disposición.
Las medicinas modernas están diseñadas para aliviar síntomas o erradicar problemas patológicos con la intervención de cirugías de alto coste y riesgo para el paciente; ellas trabajan por y para la enfermedad.
Para el sanador tradicional alternativo, los síntomas les importan porque facilitan elementos claves sobre lo que no está funcionando bien; si las drogas las eliminan, el tratamiento es más difícil. Por ejemplo, si usted toma analgésicos para eliminar un dolor determinado, sólo lo alivia; no cura la causa.
La medicina holística o integral trabaja con y para el enfermo y su entorno, usando sus remedios para ayudar al cuerpo a vencer la enfermedad y estimular el despertar de las fuerzas internas vitales propias de los mecanismos de defensas naturales que preservan y protegen nuestro organismo.
El sistema inmunológico juega un papel importante durante el proceso de sanación, al activar los linfocitos T y B y otros elementos defensivos que contribuyen a eliminar los enemigos naturales que invaden nuestro cuerpo, ocasionándoles trastornos y disfunciones orgánicas cuyo grado agudo o crónico de afectación influye en el equilibrio psicosomático individual.
Bien sabemos que toda persona por heredad y el ambiente en que medra, entre otros factores, difiere de manera sustancial de otra persona; por consiguiente, todo tratamiento a ser empleado ante los estados mórbidos debe ser definitivamente individual, estrictamente personalizado.
Otro de los factores indispensables para conseguir acelerar la curación de los enfermos terminables o con larga cronicidad mórbida, son las atenciones que puedan prodigarles sus familiares y amigos íntimos cuando la situación lo requiere, ayudándole en su soporte, generando en él más fé y deseos de vivir para superar con creces los diversos estados patológicos presentes.
Son muchas las curaciones tildadas de "milagrosas" verificadas de "increíbles" por la ciencia médicas y que han sido previamente certificadas de "incurables", por desconocimiento adrede o no de otros medios alternativos de sanación.
La actitud positiva ante la enfermedad, la confianza en la eficacia, de la terapia aplicada y la religiosidad, la práctica de la fe, la posesión de una fuerte autoestima, el cabal conocimiento de los recursos y limitaciones disponibles, la conciencia plena de una vida útil, el rol que juega en la sociedad y en el ambiente familiar, son factores que contribuyen al buen desempeño del paciente para enfrentar en forma notoria y determinante el cruel flagelo que erosiona y agota su feliz existencia vital.
En fin, todo elemento que provoque en el individuo enfermo una sinergia integral, mayor bienestar, una actitud de mejor conciencia, equilibrio emocional y un estado mental libre de prejuicios y la sensación manifiesta de salud plena, será bienvenido con todas sus características, efectos y consecuencias coadyuvantes en la consecución y preservación de la preciada salud.
FUENTE:
Libro: Terapias Alternativas Aplicadas.
Autor: Nelson Rodríguez Martínez.
Máster en Fitoterapia.
Por Nelson Rodríguez Martínez (Cuqui)
El autor es Ing. Agrónomo, profesor universitario y presidente fundador de N.R. Bienestar, S.R.L., compañía dedicada a la producción y venta de productos medicinales naturales.
Un reciente informe de la Organización Mundial de Drogas y Alimentos (FAO), "Cosechas y Escaseces", 2005, expresa que en 1996, la Cumbre sobre la Alimentación Mundial realizada por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), anunció su compromiso de reducir a la mitad el número de personas que pasan hambre en el planeta.
Esa actitud adoptada y los cambios realizados para contrarrestar ese mal, son originados al reconocer la ONU que los conflictos armados son la causa principal de la existencia tan marcada de hambre en el mundo actual. Más de 850 millones de personas padecen sus efectos hoy día. También juegan un papel importante el SIDA, los cambios climáticos y los desastres naturales evidentes. Todo ésto, aunado a once millones de niños que mueren al año (30 mil que fallecen al día) por enfermedades que se pueden prevenir, medio millón de mujeres fallecen en el parto, casi mil millones de personas no disponen de viviendas dignas, ciento quince millones de niños están sin escolarizar, mientras más de diez mil especies animales y más de seis mil de vegetales sobreviven amenazados. Y aunque la pobreza extrema se está reduciendo en todo el planeta, los pobres son cada vez más pobres y algunos ricos, son cada vez más ricos.
Sin embargo, la FAO considera que ese objetivo diseñado para cumplirse en el año 2015 "es casi seguro" que no podrá convertirse en realidad. Aunque se muestra optimista para cumplir el primer objetivo del milenio, acordado en el año 2000, por el que las Naciones Unidas se comprometían a reducir el número de personas que padecen hambre y pobreza extremas en el mundo, a excepción de la región del África Subsahariana.
Los conflictos armados han sido la causa principal de más del 35% de las emergencias alimentarias ocurridas entre los años 1992 y 2003 frente al 15% del período comprendido entre 1986 y 1991.
Como es de esperar las guerras acaban con vidas humanas y destruyen las infraestructuras económicas que se han tardado años y décadas en construir, lo que contribuye que huyan de estos lugares hasta encontrar otras zonas que les proporcione alimentos.
Como es lógico, esto origina un desequilibrio en los países circunvecinos que deben destinar mayores gastos militares para garantizar la seguridad y solucionar los desequilibrios que se producen en la economía local. Mientras los países más fuertes y ricos centran sus esfuerzos en acabar con el terrorismo y en cortar las aspiraciones nucleares de sus enemigos y de los terroristas, el hambre continúa con sus fuertes estragos. Por consecuencia, las secuelas resultantes como la desnutrición, las anemias, la confusión reinante y el estrés adquirido, aunados a los servicios sanitarios precarios, ineficaces, o en su defecto inexistente, son factores que favorecen el surgimiento de múltiples y devastadoras enfermedades en este triste y desesperanzador panorama.
El hambre es la gran pandemia del Siglo XXI, y el arma de destrucción masiva de mayor potencia. El ejemplo más relevante es que en el año 2010, más de 900 millones de personas sufrieron inanición y vieron sus vidas en peligro inminente, si nadie contribuye en remediarla, a sabiendas que en el mundo existen recursos suficientes para erradicarla.
La paz se presenta como condición básica para reducir el hambre, estimular las inversiones y permitir el desarrollo económico, social y más aún, permite lograr el bienestar humano con menos estrechez, mejor salud y el gozo de promisorias alternativas en el libre desempeño y aprovechamiento de los recursos disponibles.
Es cuestión de unir voluntades, integrar esfuerzos, recursos y acciones para desmantelar las verdaderas armas de destrucción masiva, el hambre y la pobreza extremas, y así, se podrá cumplir con el Protocolo de Kyoto, de colocar la primera piedra para realizar los objetivos del Milenio.
LAS ENFERMEDADES, LOS PADECIENTES Y SUS TERAPIAS: PERCEPCIONES
Para contrarrestar con eficacia y mayor seguridad las enfermedades y los trastornos físicos, espirituales y emocionales, las gentes hoy día, además de auxiliarse de la medicina ortodoxa, acuden a terapias alternativas que por su carácter integral y complementario, fortalecen el aval de múltiples y variados tratamientos a su disposición.
Las medicinas modernas están diseñadas para aliviar síntomas o erradicar problemas patológicos con la intervención de cirugías de alto coste y riesgo para el paciente; ellas trabajan por y para la enfermedad.
Para el sanador tradicional alternativo, los síntomas les importan porque facilitan elementos claves sobre lo que no está funcionando bien; si las drogas las eliminan, el tratamiento es más difícil. Por ejemplo, si usted toma analgésicos para eliminar un dolor determinado, sólo lo alivia; no cura la causa.
La medicina holística o integral trabaja con y para el enfermo y su entorno, usando sus remedios para ayudar al cuerpo a vencer la enfermedad y estimular el despertar de las fuerzas internas vitales propias de los mecanismos de defensas naturales que preservan y protegen nuestro organismo.
El sistema inmunológico juega un papel importante durante el proceso de sanación, al activar los linfocitos T y B y otros elementos defensivos que contribuyen a eliminar los enemigos naturales que invaden nuestro cuerpo, ocasionándoles trastornos y disfunciones orgánicas cuyo grado agudo o crónico de afectación influye en el equilibrio psicosomático individual.
Bien sabemos que toda persona por heredad y el ambiente en que medra, entre otros factores, difiere de manera sustancial de otra persona; por consiguiente, todo tratamiento a ser empleado ante los estados mórbidos debe ser definitivamente individual, estrictamente personalizado.
Otro de los factores indispensables para conseguir acelerar la curación de los enfermos terminables o con larga cronicidad mórbida, son las atenciones que puedan prodigarles sus familiares y amigos íntimos cuando la situación lo requiere, ayudándole en su soporte, generando en él más fé y deseos de vivir para superar con creces los diversos estados patológicos presentes.
Son muchas las curaciones tildadas de "milagrosas" verificadas de "increíbles" por la ciencia médicas y que han sido previamente certificadas de "incurables", por desconocimiento adrede o no de otros medios alternativos de sanación.
La actitud positiva ante la enfermedad, la confianza en la eficacia, de la terapia aplicada y la religiosidad, la práctica de la fe, la posesión de una fuerte autoestima, el cabal conocimiento de los recursos y limitaciones disponibles, la conciencia plena de una vida útil, el rol que juega en la sociedad y en el ambiente familiar, son factores que contribuyen al buen desempeño del paciente para enfrentar en forma notoria y determinante el cruel flagelo que erosiona y agota su feliz existencia vital.
En fin, todo elemento que provoque en el individuo enfermo una sinergia integral, mayor bienestar, una actitud de mejor conciencia, equilibrio emocional y un estado mental libre de prejuicios y la sensación manifiesta de salud plena, será bienvenido con todas sus características, efectos y consecuencias coadyuvantes en la consecución y preservación de la preciada salud.
FUENTE:
Libro: Terapias Alternativas Aplicadas.
Autor: Nelson Rodríguez Martínez.
Máster en Fitoterapia.
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No hay justificación válida alguna para que tantas personas, incluidos infantes, niños y niñas mueran por inanición y hambre. Las grandes potencias se gastan billones y trillones de US$ en sus presupuestos militares para la producción, venta y compra de armamentos bélicos. Con menos de la mitad de esos presupuestos se lograría eliminar las muertes por hambruna.
ResponderBorrarEs penoso que "Las medicinas modernas estén diseñadas para aliviar síntomas o erradicar problemas patológicos con la intervención de cirugías de alto coste y riesgo para el paciente; ellas trabajan por y para la enfermedad" , cito del autor.
Aleccionador, magistral y bien estructurado artículo mi hermanazo. Grandioso aporte para los que luchamos por la paz y la dignidad humana.
Se le quiere y aprecia en abundancia.
Diómedes Rodríguez Martínez.