TE LA DEBO...

TERCER CAMINO
Por Lavinia del Villar

Agradecer es una acción que genera sentimientos diferentes en los seres humanos. No todos podemos manejar la gratitud de una manera saludable, por lo que adoptamos posiciones distintas cuando recibimos dádivas, sean materiales o espirituales.

Existen personas que cuando reciben algo, tratan de justificarlo de alguna forma a favor suyo, y de minimizar la generosidad del dador para librarse de lo que consideran el problema de deber favores. “Me lo regaló porque no le servía…”; “Me está devolviendo lo que hace tiempo me debía…”; “Parece que hoy le tocó limpiar el closet…”. Son aquellos que por más que los beneficiemos, nunca se sienten servidos, sino por el contrario, son los que creen se lo merecen todo. Dicen algunos que son como el gato, que no mira quien le da la comida, para no agradecer.
Son los prepotentes.

Otros, son los que sienten el favor como una deuda que necesitan saldar para no sentirse atados a la persona que los ayudó. “Te la debo...”; “Déjame compensarte en algo…”. Son los que si les llevamos un ramo de flores, enseguida planean devolver el agrado usando otra atención, que de alguna forma pague el presente. Este tipo de personas dicen, con amargura, que es mejor deber dinero y no favores, porque les preocupa pensar que el favor los pone por debajo del favorecedor.
Son los orgullosos.

Por último se encuentran los que aprecian el regalo, valoran al dador, pero no se sienten comprometidos a devolver la ofrenda, ni sienten feo porque alguien los consintió o los asistió en un momento dado. Saben de verdad agradecer cuando alguien estuvo ahí en momentos importantes, guardan en su corazón la alegría de ser queridos y aceptan ser beneficiados con el aprecio de los demás.
Son los humildes.

La gratitud es uno de los valores más hermosos. En este tiempo de Adviento, sería una parte hermosa de nuestra preparación para la Navidad, practicar la humildad aprendiendo a agradecer por todo… y a todos.