domingo, 21 de diciembre de 2014
MAEÑOS INSPIRADOS
INTRODUCCIÓN
Mi madre, Aleja Celestina Bonilla y Rodríguez, de acuerdo a su documento de Acta de Nacimiento, el pasado 17 de julio se adentró en las ocho décadas de cuando Manuel de Jesús Bonilla Reyes y María Antonia Rodríguez Báez la trajeron al mundo en el entonces reducido poblado de Mao. A lo largo de sus últimos 25 años ha decidido disfrutar su etapa de envejeciente expresando sus sentimientos en versos y en cuadros pictóricos. Para el conocimiento y disfrute de quienes gustan de de este género literario y para que sirva de estímulo a los jóvenes de hoy, sin consultarlo con ella, he decidido dar a conocer algunos de sus poemas a través de este ya importante medio digital, a cuyo productor agradezco por su entusiasta acogida. La columna “Aleja en Versos” permanecerá fija en el blog, dando a conocer cada semana poemas de la inspiración de esta sencilla, pero muy sensible mujer que a todos sus descendientes nos llena de orgullo e inspiración constante.
Manuel Rodríguez Bonilla
CANTOS PUROS
Canto No. 3
Brisa fresca
ahogas los sonidos
de mi alma.
Leve canto
arrullas y enterneces
Mi ser.
Colgado en el marco
rústico
de mi rota ventana
de una ilusión perdida
en el ayer.
Aleja Bonilla de Amaro
Agosto 23, 1995.
Canto No. 6
Bebí del vino blanco
de tus muslos dormidos
en mañanas rociadas,
y libé el rojo vino
del Rhin en tus miradas
y el rosa puro
de tus ardientes labios.
Me emborraché en ti
un día de sol
con espumas calentadas
en un mar infinito
de una mirada azul;
y me harté en desvaríos
de tu carne de fuego,
y en ti vientre fecundo
planté rica simiente
que floreció en manojos
de rosas encendidas
en mañanas y tardes
de colores y luz.
Aleja Bonilla
Agosto 23, 1995
UN COMENTARIO
No somos poeta. No pretendemos serlo. Sólo hemos querido expresar algo para no sentirnos una más en la confusa selva en la que vivimos sumergidos. Hablar, por decirlo así, en el lenguaje cotidiano de cosas que son nuestra cotidianidad. Salir de las cuatro paredes y permitirnos respirar el mismo aire, pero con nuestro propio olfato; recordar nuestro origen y nuestro presente, ofreciendo estas pinceladas otoñales, tardías, pero que brillan y se revuelven muy dentro.
Quizás debimos elevar el lenguaje hasta los escarpados picos andinos, o cual oleaje marino en el Caribe soleado. Pero, ello sería desnaturalizar nuestra identidad.
Aleja Bonilla
Mi madre, Aleja Celestina Bonilla y Rodríguez, de acuerdo a su documento de Acta de Nacimiento, el pasado 17 de julio se adentró en las ocho décadas de cuando Manuel de Jesús Bonilla Reyes y María Antonia Rodríguez Báez la trajeron al mundo en el entonces reducido poblado de Mao. A lo largo de sus últimos 25 años ha decidido disfrutar su etapa de envejeciente expresando sus sentimientos en versos y en cuadros pictóricos. Para el conocimiento y disfrute de quienes gustan de de este género literario y para que sirva de estímulo a los jóvenes de hoy, sin consultarlo con ella, he decidido dar a conocer algunos de sus poemas a través de este ya importante medio digital, a cuyo productor agradezco por su entusiasta acogida. La columna “Aleja en Versos” permanecerá fija en el blog, dando a conocer cada semana poemas de la inspiración de esta sencilla, pero muy sensible mujer que a todos sus descendientes nos llena de orgullo e inspiración constante.
Manuel Rodríguez Bonilla
CANTOS PUROS
Canto No. 3
Brisa fresca
ahogas los sonidos
de mi alma.
Leve canto
arrullas y enterneces
Mi ser.
Colgado en el marco
rústico
de mi rota ventana
de una ilusión perdida
en el ayer.
Aleja Bonilla de Amaro
Agosto 23, 1995.
Canto No. 6
Bebí del vino blanco
de tus muslos dormidos
en mañanas rociadas,
y libé el rojo vino
del Rhin en tus miradas
y el rosa puro
de tus ardientes labios.
Me emborraché en ti
un día de sol
con espumas calentadas
en un mar infinito
de una mirada azul;
y me harté en desvaríos
de tu carne de fuego,
y en ti vientre fecundo
planté rica simiente
que floreció en manojos
de rosas encendidas
en mañanas y tardes
de colores y luz.
Aleja Bonilla
Agosto 23, 1995
UN COMENTARIO
No somos poeta. No pretendemos serlo. Sólo hemos querido expresar algo para no sentirnos una más en la confusa selva en la que vivimos sumergidos. Hablar, por decirlo así, en el lenguaje cotidiano de cosas que son nuestra cotidianidad. Salir de las cuatro paredes y permitirnos respirar el mismo aire, pero con nuestro propio olfato; recordar nuestro origen y nuestro presente, ofreciendo estas pinceladas otoñales, tardías, pero que brillan y se revuelven muy dentro.
Quizás debimos elevar el lenguaje hasta los escarpados picos andinos, o cual oleaje marino en el Caribe soleado. Pero, ello sería desnaturalizar nuestra identidad.
Aleja Bonilla
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
¡Bien por usted, Dña. Aleja!
ResponderBorrar¿Ven porqué los vástagos son tan talentosos?
Gracias.
Isaías