lunes, 15 de septiembre de 2014

CUANDO FUIMOS EUCLIDIANOS

Por César Brea

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Segundo de bachillerato. Liceo Eugenio Deschamps, Geometría Plana y del Espacio. En el trasfondo Euclides, un sabio griego que vivió 300 años antes de Cristo y que en papiros escribió aquellos “Elementos de Geometría” que ahora repasábamos unos mozalbetes doctorados en ilusiones, relajos y naderías. Confundíamos las hipotenusas con los hipopótamos, apenas distinguíamos los batracios de los trapecios, los triángulos equiláteros de los helicópteros y que isósceles no era el papá de Icelsa, existían números primos que no se exprimían. Jamás supimos que aquello que mostraba el profesor Arturo Peña en la pizarra, procedía del libro de texto más antiguo y más exitoso de todos los tiempos. Que nos nutríamos de las mismas proposiciones, hipótesis, postulados, axiomas y definiciones que una vez fascinaron al más grande del siglo XX, Albert Einstein. Nadie nos dijo que esa Geometría de Euclides era después de la Biblia, el libro que había tenido más traducciones y más ediciones y que también seguía al libro sagrado en influencia cultural. Un chistoso preguntó en la clase… ¿Qué le dice la curva a la tangente? Y una compañera más tonta respondió… ¡No me toques! Entre bromas y cuerdas se nos iban colando círculos y segmentos, tangentes y secantes, esferas y conos, prismas y pirámides, poliedros y polígonos, intersecciones, radios y números Pi, planos, puntos, rectas, números conmensurables e inconmensurables y montones de cosas más. En lo adelante no olvidaremos que “el todo es mayor que la parte” y que “cosas iguales a una misma cosa son iguales entre sí“. Ninguno logró entender las cuadratrices del círculo ni las trisecciones del ángulo. Luego de donde… no lo aprendimos todo pero nuestro raciocinio sí que aumentó. Gracias Euclides aunque de ti no quede ni el polvo.

Nosotros en una escuela perdida de la línea noroeste desconocíamos que nada nos llevaban generaciones enteras de griegos, fenicios, judíos, árabes, persas, ni los alemanes, ingleses, norteamericanos y japoneses. Que también ellos en sus lejanas aulas se refrescaron en Euclides y juntos participábamos de la alucinante aventura de conocer aquello que el premio nobel Bertrand Russell calificaba como “la mayor disciplina científica”. Ignorábamos que teníamos en las manos (aunque mimeografiado) el mismo texto donde aprendieron gigantes como Galileo, Isaac Newton o Immanuel Kant. Increíble, definitivamente cierto. Participamos de la grandeza que solo confiere la educación y el contacto con páginas sagradas y a esa edad apenas nos dimos cuenta. Hoy aquellos “Elementos” han pasado a la historia, se consideran algo así como una lengua muerta; nuevas visiones de la geometría han venido a reemplazarla. Solo en aquel año de nuestra educación secundaria fuimos orgullosamente “euclidianos”, algo tan sabroso para el espíritu como decir “hostosianos”, “freudianos“, “kafkianos” o “duartianos”.

Un atrevido del grupo preguntó que para qué servía la geometría, la respuesta se la dio la vida a una quinta parte de aquella clase que con los años se volvieron ingenieros, arquitectos o diseñadores. También a los que viven en edificios, pasan por túneles, puentes y carreteras. Anteriormente la dieron los egipcios y aztecas que construían pirámides, los que levantaron catedrales, mausoleos y faros. En los dibujos de Miguel Ángel y los cuadros de Picasso. La más bella geometría dominicana está en la cúpula del Palacio de Bellas Artes y en los arcos del Alcázar de Colón. Hay geometría en la navegación, la astronomía y la agrimensura, en los neumáticos circulares de los carros, en los planos, mapas y en los algoritmos de las computadoras, en la vida y en la naturaleza, en la circunferencia del sol y el diámetro de la luna, en el ecuador de la tierra y en las pupilas de los ojos. Y un fresco dijo que también en los “triángulos amorosos” de artistas y políticos y para otro en el “romo, rombos y romboides”. Medio en serio, medio en broma terminaremos con la misma expresión que finalizaba Euclides todos sus teoremas… ”quod erat demostrantum” (Lo cual queda demostrado).

cesarbrea@hotmail.com

8 comentarios:

  1. Indiscutiblemente que aquellos estudiantes que pudimos tener la dicha de estudiar el algebra de Baldor y adquirir esos conocimientos (yo la tengo en casa guardada como un Tesoro después de 45 años), pudimos desarrollar un IQ elevado, con una agilidad al pensar y expresarnos que se puede notar la diferencia con la nueva generación que han sustituido el esfuerzo por el uso de calculadoras y programas de computadoras.

    Mis maestras Lucía Bonilla de algebra y doña Josefina de Geometría, hicieron un supertrabajo en ese sentido, exigían que no se usaran las calculadoras en examines!

    Gracias César por tan brillante trabajo, y por confirmarnos una vez más que eres parte de esa generación de Buenos maeños que nacieron en los gloriosos 40’ s 50’s

    Susana Jáquez

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  2. ¡¡¡Bravo César....Carajo!!! Interesantísimo artículo, merecedor de grandes elógios. Yo también fui Euclidiano y cursé el Bachillerato en el Eugenio Deschamps. Te felicito de corazón y espero continúes ilustrándonos con tus genialidades.

    Con genuinos sentimientos de amistad y cariño, de Usted, Diómedes Rodríguez Martínez.

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  3. !! Superbo !! Mi Apreciado Amigo de Siempre, César,... entre ricas vivencias, jocosidades, comparaciones, diatribas, dialécticas y concreciones, nos has remontado a aquellos fervientes y emotivos tiempos, donde algebraicamente sorteábamos contertulias conversaciones, mayormente indagadoras por el ávido saber que caracterizaban nuestras febriles inquietudes de nuestra solazada juventud.

    Admito y felicito tu extraordinaria narrativa, cuya retrotraída enjundia nos permite revivir como si fuese hoy, aquellos momentos de sombras y enriqueciente fulgor del manejo de profundos conocimientos, tantos, que constituían elementos sorprendentes para nuestra incipiente sapiencia.

    También atesoro un valioso ejemplar del Algebra de Baldor, obra cumbre de ese Genio de los números, de sus hermanos y primos, sin los cuales no hubiesen existido gran parte de las Matemáticas Nobles, a mi parecer.

    Gracias Hermano, por este imponderable aporte,... con los reiterados y cordiales abrazos de siempre.

    Cuqui Rodríguez Martínez

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  4. César, de tu magistral trabajo, elocuente de tu aguda inteligencia, tengo la misma opinión de nuestro poeta nacional,Juan de Jesús Reyes Aranda, cuando en uno de sus inspirados versos expresó lo siguiente: todas las cosas sirven, sólo hay que saber para qué.

    Monchy Mateo R.

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  5. Gracias Cesar por tan bonito articulo. Ya que también poseo mi copia (la misma que use hace 30 años) del "árabe aquel" pienso si no es una de esas ocasiones en que "el enemigo es mejor tenerlo cerca". Otra cosa que, después de muchos años y por el mismo árabe, he entendido es la definición de "terrorista". Gracias a Cándido Almánzar por todas sus enseñanzas en las ciencia perfecta de la MATEMATICA.

    Janio Pérez Estévez

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  6. Gracias Susana, Diomedes, Cuqui y Monchy por sus halagadoras palabras, ustedes son de la parte buena de mis mejores recuerdos. Gracias a Isaías Ferreira por su gentileza de siempre y por encontrar y colocar esa bella estampa del libro de Euclides. Ud. es un genio.

    César Brea

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  7. ¡Cuánta sabiduría se pasea en la prosa juguetona de mi querido César Brea Tio!
    Que manera tan perfecta de hacer un círculo de lo que siempre fue cuadrado... Eres ingenioso y natural. No hay frases hechas en tus escritos, sino un coloquio que brota del pensamiento y se graba en un papel. Te felicito, ah... y también te quiero mucho.

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