Por Lavinia del Villar
Muy a menudo tomamos decisiones guiados por nuestro yo interior. Emociones, valores, principios, creencias, miedos, carencias, complejos, resentimientos… y un sin fin de aptitudes y percepciones que guardamos en nuestros cofres íntimos, influyen en nuestro ánimo antes de tomar una resolución. En estas decisiones interiores normalmente el sentimiento decide y luego hacemos uso de la inteligencia para que la razón lo justifique.
Este proceso lo realizamos inconscientemente, y tiene que ver con cultura, raíces, entorno y circunstancias de crianza, educación, posibilidades, y una serie de desencadenantes que provocan diferentes movimientos emocionales en el individuo. Pero bueno, ¿por qué estoy haciendo este análisis que a lo mejor a usted le vale, como dicen los mejicanos? Por lo siguiente:
Cuando tomamos decisiones que van a afectar a otras personas, lo recomendable es consultar. El hecho de pedir opinión sobre algo importante que decidir, no nos hace menos capaces, sino más conscientes de la responsabilidad que representa una decisión equivocada.
La intuición que es conocimiento espiritual de algo que no necesita razonamiento, debe seguirse, si es que se quiere, solo en decisiones personales en las que las consecuencias de los resultados únicamente afecte al implicado. Las decisiones interiores se convierten en decisiones inteligentes cuando pasan por el filtro de personas con diferentes criterios y son el resultado del consenso. Nunca viajamos solos, así que es de sabios preguntar ¿qué opinas de esto?
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