lunes, 13 de enero de 2014
BUEN INICIO DIÁLOGO CON HAITÍ
Por Fernando Rodríguez Céspedes
Resulta esperanzador el inicio de las negociaciones con nuestra vecina república de Haití en un ambiente distendido y respetuoso, como tienen que ser las relaciones entre dos pueblos que, aunque diferentes en sus culturas, están unidos por circunstancias territoriales.
La delegación dominicana, presidida por el ministro de la Presidencia Gustavo Montalvo, se manejó a la altura de las responsabilidades puestas sobre sus hombros por un presidente que aunque escucha todas las opiniones, adopta las decisiones propias de un estadista.
En el gobierno hay algunos funcionarios y aliados políticos minoritarios que se expresan con una ligereza propia de las mentes calenturientas de los años sesenta y ven en cualquier disensión un atentado contra el Estado, el partido en el poder, o una traición a la Patria.
No logran entender las implicaciones y delicadeza del tema haitiano no obstante los inconvenientes internacionales que nos ha ocasionado la sentencia 168-13 del TC que despoja, retrospectivamente, de su nacionalidad a miles de dominicanos de ascendencia haitiana.
La pobreza de Haití, agravada con el terremoto del 2010, constituye, una ventaja estratégica fortuita en cualquier debate que sostenga frente a nosotros u otro país, por la tendencia natural de las gentes y hasta de las naciones, a identificarse con el más débil.
Eso no quiere decir que nosotros debemos, por solidaridad o complacencia, renunciar a nuestros derechos como nación libre y soberana a establecer las políticas migratorias y de nacionalización que consideremos adecuadas a nuestro ordenamiento jurídico.
Eso no lo discute nadie, pero lo cortés no quita lo valiente, y el correcto inicio de las negociaciones en Juana Méndez, así lo demuestran porque, de entrada, la vecina nación tuvo que reconocer el derecho del país a adoptar soberanamente las citadas decisiones.
Las comisiones designadas por ambos gobiernos seguirán reuniéndose para discutir amigablemente diferentes temas sobre distintos aspectos de las relaciones binacionales, mientras los nacionalistas recalcitrantes, a ambos lados de la frontera, se quedarán "con las caras largas".
Resulta esperanzador el inicio de las negociaciones con nuestra vecina república de Haití en un ambiente distendido y respetuoso, como tienen que ser las relaciones entre dos pueblos que, aunque diferentes en sus culturas, están unidos por circunstancias territoriales.
La delegación dominicana, presidida por el ministro de la Presidencia Gustavo Montalvo, se manejó a la altura de las responsabilidades puestas sobre sus hombros por un presidente que aunque escucha todas las opiniones, adopta las decisiones propias de un estadista.
En el gobierno hay algunos funcionarios y aliados políticos minoritarios que se expresan con una ligereza propia de las mentes calenturientas de los años sesenta y ven en cualquier disensión un atentado contra el Estado, el partido en el poder, o una traición a la Patria.
No logran entender las implicaciones y delicadeza del tema haitiano no obstante los inconvenientes internacionales que nos ha ocasionado la sentencia 168-13 del TC que despoja, retrospectivamente, de su nacionalidad a miles de dominicanos de ascendencia haitiana.
La pobreza de Haití, agravada con el terremoto del 2010, constituye, una ventaja estratégica fortuita en cualquier debate que sostenga frente a nosotros u otro país, por la tendencia natural de las gentes y hasta de las naciones, a identificarse con el más débil.
Eso no quiere decir que nosotros debemos, por solidaridad o complacencia, renunciar a nuestros derechos como nación libre y soberana a establecer las políticas migratorias y de nacionalización que consideremos adecuadas a nuestro ordenamiento jurídico.
Eso no lo discute nadie, pero lo cortés no quita lo valiente, y el correcto inicio de las negociaciones en Juana Méndez, así lo demuestran porque, de entrada, la vecina nación tuvo que reconocer el derecho del país a adoptar soberanamente las citadas decisiones.
Las comisiones designadas por ambos gobiernos seguirán reuniéndose para discutir amigablemente diferentes temas sobre distintos aspectos de las relaciones binacionales, mientras los nacionalistas recalcitrantes, a ambos lados de la frontera, se quedarán "con las caras largas".
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Distinguido Primo, la inmensa mayoría de los dominicanos esperamos que con este diálogo se aclaren algunas divergencias e inexactitudes que propician adversos malentendidos para ulterior trascendencia positiva de nuestra mutua tranquilidad, que prohije un oportuno futuro más esperanzador y fructífico en bienestar general de ambas naciones.
ResponderBorrarLo exhorto a que nos continúe facilitando estas oportunas informaciones, de manera de así poder contar con las herramientas que nos lleven a un mejor entendimiento de las realidades que nos acontecen bajo nuestras propias pertinencias e interés.
Mi afectuoso y emotivo saludo para usted y familia,... Cuqui Rodríguez Martínez.