martes, 10 de marzo de 2015
LEYSIMELOCUENTA
PAPITO RINCÓN
Por Ley Simé
Dedicatoria especial para Juan Agustín Colón, Miguelito Colón y Tonito Disla.
Relacionado: Velas, velorios, rezadores y Pancho Quesada.
PAPITO. Todo el que lleva este nombre, salvo muy contadas excepciones, hay que ponerle otro apodo, muchas veces despectivo, para uno saber a qué Papito uno se refiere.
PAPITO (Rincón) era un joven muy querido entre sus amigos, por lo ingenioso y divertido que era. En ese entonces, los que le conocimos, muchos no sabíamos su verdadero nombre ni apellido. Solo Papito Rincón. Él era miembro de un "combo" que estaba integrado por jóvenes de la sociedad Maeña, que no menciono nombres, porque todavía algunos de ellos andan por Mao con mucha dignidad y respeto. Esta historia se remonta a las travesuras de los jóvenes de esa época.
Estos muchachos se reunían en el parque de Mao y planificaban allí, dónde se iba a efectuar el próximo "concierto", que consistía no en hacer melodía con un instrumento musical, sino planificar el lugar donde empezarían la parranda. Eran jóvenes y con muchas ganas de vivir.
En aquel tiempo, ya a las diez de la mañana, los domingos, se sabía cuáles números de la lotería nacional, habían salido. Papito, enterado y seguro del número que había salido, nadie supo de dónde sacó un fajo de quinielas, pero del sorteo del domingo anterior, ¡pero muchas!, marcadas con el número 25 que era el número que había salido ese domingo. Salió de su casa con los bolsillos repletos de quinielas "peladas" y se dirigió hacia su segunda casa, el parque. Cuando llegó, ya su grupo de amigos estaban reunidos planificando por dónde empezar. Papito se integra al grupo, con su segunda intención.
Después de charlar un poco, y hacer chistes y relajos, retomaron el tema de planificar la parranda de ese día. Se consultaron entre sí, para ver de qué disponían económicamente. Pareciera que no andaban bien. La idea era que alguien dijera, yo pongo la primera, el resto ya ellos se las arreglarían. Papito, con su bolsillo lleno de quinielas "peladas", pregunta disimuladamente: ¿Cuáles serían los números que salieron hoy? Rápido lo averiguaron y vino uno y dijo, el 25 en primera. Papito los ve a todos y les dice: Ustedes están relajando, al tiempo que introducía su mano en el bolsillo y sacaba un rollo de quinielas, todas marcadas con el número 25. Todos brincaron de alegría y formaron una algarabía. Para estar seguros, se fueron por la calle Hermanas Mirabal abajo y llegaron a la "parada" donde había un rótulo con los premios del día. Allí estaba imponente el número 25.
Seguros ya de lo de las quinielas, comienzan a opinar sobre el lugar donde se van a "extasiar", mencionaron lugares específicos, pero Papito ya era el líder y era el que tenía la última palabra y dijo: Vamos para el Bar de Chiche, en las 300.
Chiche tenía su Bar en una esquina, antes de llegar al estadio Pucho Marrero. Era un hombre jovial y deportista. Hacía las veces de padrino protector de "Puntilla", que era un prospecto del béisbol.
Era algo más del medio día de ese famoso domingo, cuando el grupo llegó al Bar. Chiche, que conocía la historia y las hazañas del grupo, antes que nada, había que enseñarle con qué recursos contaban. Papito le pregunta a Chiche que cuáles habían salido. Y como él era también jugador, le dijo el 25 en primera y ya Papito no lo dejó que continuara y le enseñó el paquete de quinielas y saltó de alegría diciendo: ¡Se me arregló el día!
De una vez Chiche muy atento, ordenó que juntaran tres mesas, y una vez juntas, se dio cuenta de lo maltrechas que estaban y buscó manteles para todos estos "distinguidos clientes". Puntilla ordenaba todo en la cantina para que no faltara nada, al menos ese día. Chiche le recordaba a Puntilla "esa gente beben de verdad".
Empezó la "carfanería".
Como a las cuatro de la tarde ordenaron comida, que consistía en frituras. Saciaron su hambre y ahí cogieron nuevos bríos. Entre botellas vienen y botellas vacías, el grupo se divertía con ganas, sin saber, a excepción de Papito Rincón, lo que les esperaba. Se hizo de noche y empezaron a llegar "las chicas nocturnas" que fueron invitadas según llegaban. Ya era una fiesta al estilo de Biencito Gómez o la de Negro Cruz y Toño Colón.
Cerca de la media noche ordenan comida para todos y todas. Esta vez se dio el caso de que el borracho cuando come le da sueño. Y se quedaron donde Chiche con sus chicas. Chiche ya tenía una deuda con las dueñas de frituras, con los limpiabotas, diciéndoles que mañana él pagaría todo.
Lunes por la mañana, ya cerca de las nueve, Chiche va a la habitación donde dormía Papito. Lo llama y éste entre sueño le pasa todas las quinielas. Chiche antes de salir a la calle se dio cuenta de que las quinielas no pertenecían al sorteo de ayer. Estaban "pelá". Y rápidamente buscó a Puntillas y varios amigos, que llegaron al lugar machete en manos, para no dejar salir a nadie de su habitación hasta que él, Chiche, no regresara. En menos de media hora, apareció Chiche con cinco policías. Al llegar, ya el escándalo era mayúsculo. Estaba media 300 reunida en esa esquina. En ese tiempo la policía no contaba con vehículos, todo era a pies. Cogieron el grupo, siete en total, y lo echaron por delante. Más atrás, las chicas, luego las dos señora y sus esposos que habían suministrado las frituras y por último los dos limpiabotas que les habían lustrado sus zapato. Ese desfile por medio de las calles y en pleno día, se encaminaban cada cual a buscar sus cuartos, rumbo a la policía.
Allí en la policía le hicieron el expediente para remitirlos a la justicia. Terminado éste, vuelve el desfile que sale desde la policía hacia el palacio de justica, por todo lo largo de la calle Gregorio Aracena. Todos los observaban con los ojos desorbitados. Mira a fulano, ¡ay pero mira el hijo de zutano!, y así por el estilo. Fue tanto el asombro de todas las gentes que me supongo hubo llamadas telefónicas enterando los padre de ellos, porque cuando llegaron al palacio de justicia, ya varios padres y madres de ellos esperaban en la puerta del palacio. Para concluir, debo decirles, que los padres y madres de ellos se las arreglaron con Chiche, "las chicas nocturnas", las dueñas de las frituras y los limpiabotas, con un balance igual al que cuesta la preparación de un terreno para la siembra arroz. ¡Ah, Papito Rincón!, dondequiera que estés un abrazo y gracias por las memorias.
Por Ley Simé
Dedicatoria especial para Juan Agustín Colón, Miguelito Colón y Tonito Disla.
Relacionado: Velas, velorios, rezadores y Pancho Quesada.
PAPITO. Todo el que lleva este nombre, salvo muy contadas excepciones, hay que ponerle otro apodo, muchas veces despectivo, para uno saber a qué Papito uno se refiere.
PAPITO (Rincón) era un joven muy querido entre sus amigos, por lo ingenioso y divertido que era. En ese entonces, los que le conocimos, muchos no sabíamos su verdadero nombre ni apellido. Solo Papito Rincón. Él era miembro de un "combo" que estaba integrado por jóvenes de la sociedad Maeña, que no menciono nombres, porque todavía algunos de ellos andan por Mao con mucha dignidad y respeto. Esta historia se remonta a las travesuras de los jóvenes de esa época.
Estos muchachos se reunían en el parque de Mao y planificaban allí, dónde se iba a efectuar el próximo "concierto", que consistía no en hacer melodía con un instrumento musical, sino planificar el lugar donde empezarían la parranda. Eran jóvenes y con muchas ganas de vivir.
En aquel tiempo, ya a las diez de la mañana, los domingos, se sabía cuáles números de la lotería nacional, habían salido. Papito, enterado y seguro del número que había salido, nadie supo de dónde sacó un fajo de quinielas, pero del sorteo del domingo anterior, ¡pero muchas!, marcadas con el número 25 que era el número que había salido ese domingo. Salió de su casa con los bolsillos repletos de quinielas "peladas" y se dirigió hacia su segunda casa, el parque. Cuando llegó, ya su grupo de amigos estaban reunidos planificando por dónde empezar. Papito se integra al grupo, con su segunda intención.
Después de charlar un poco, y hacer chistes y relajos, retomaron el tema de planificar la parranda de ese día. Se consultaron entre sí, para ver de qué disponían económicamente. Pareciera que no andaban bien. La idea era que alguien dijera, yo pongo la primera, el resto ya ellos se las arreglarían. Papito, con su bolsillo lleno de quinielas "peladas", pregunta disimuladamente: ¿Cuáles serían los números que salieron hoy? Rápido lo averiguaron y vino uno y dijo, el 25 en primera. Papito los ve a todos y les dice: Ustedes están relajando, al tiempo que introducía su mano en el bolsillo y sacaba un rollo de quinielas, todas marcadas con el número 25. Todos brincaron de alegría y formaron una algarabía. Para estar seguros, se fueron por la calle Hermanas Mirabal abajo y llegaron a la "parada" donde había un rótulo con los premios del día. Allí estaba imponente el número 25.
Seguros ya de lo de las quinielas, comienzan a opinar sobre el lugar donde se van a "extasiar", mencionaron lugares específicos, pero Papito ya era el líder y era el que tenía la última palabra y dijo: Vamos para el Bar de Chiche, en las 300.
Chiche tenía su Bar en una esquina, antes de llegar al estadio Pucho Marrero. Era un hombre jovial y deportista. Hacía las veces de padrino protector de "Puntilla", que era un prospecto del béisbol.
Era algo más del medio día de ese famoso domingo, cuando el grupo llegó al Bar. Chiche, que conocía la historia y las hazañas del grupo, antes que nada, había que enseñarle con qué recursos contaban. Papito le pregunta a Chiche que cuáles habían salido. Y como él era también jugador, le dijo el 25 en primera y ya Papito no lo dejó que continuara y le enseñó el paquete de quinielas y saltó de alegría diciendo: ¡Se me arregló el día!
De una vez Chiche muy atento, ordenó que juntaran tres mesas, y una vez juntas, se dio cuenta de lo maltrechas que estaban y buscó manteles para todos estos "distinguidos clientes". Puntilla ordenaba todo en la cantina para que no faltara nada, al menos ese día. Chiche le recordaba a Puntilla "esa gente beben de verdad".
Empezó la "carfanería".
Como a las cuatro de la tarde ordenaron comida, que consistía en frituras. Saciaron su hambre y ahí cogieron nuevos bríos. Entre botellas vienen y botellas vacías, el grupo se divertía con ganas, sin saber, a excepción de Papito Rincón, lo que les esperaba. Se hizo de noche y empezaron a llegar "las chicas nocturnas" que fueron invitadas según llegaban. Ya era una fiesta al estilo de Biencito Gómez o la de Negro Cruz y Toño Colón.
Cerca de la media noche ordenan comida para todos y todas. Esta vez se dio el caso de que el borracho cuando come le da sueño. Y se quedaron donde Chiche con sus chicas. Chiche ya tenía una deuda con las dueñas de frituras, con los limpiabotas, diciéndoles que mañana él pagaría todo.
Lunes por la mañana, ya cerca de las nueve, Chiche va a la habitación donde dormía Papito. Lo llama y éste entre sueño le pasa todas las quinielas. Chiche antes de salir a la calle se dio cuenta de que las quinielas no pertenecían al sorteo de ayer. Estaban "pelá". Y rápidamente buscó a Puntillas y varios amigos, que llegaron al lugar machete en manos, para no dejar salir a nadie de su habitación hasta que él, Chiche, no regresara. En menos de media hora, apareció Chiche con cinco policías. Al llegar, ya el escándalo era mayúsculo. Estaba media 300 reunida en esa esquina. En ese tiempo la policía no contaba con vehículos, todo era a pies. Cogieron el grupo, siete en total, y lo echaron por delante. Más atrás, las chicas, luego las dos señora y sus esposos que habían suministrado las frituras y por último los dos limpiabotas que les habían lustrado sus zapato. Ese desfile por medio de las calles y en pleno día, se encaminaban cada cual a buscar sus cuartos, rumbo a la policía.
Allí en la policía le hicieron el expediente para remitirlos a la justicia. Terminado éste, vuelve el desfile que sale desde la policía hacia el palacio de justica, por todo lo largo de la calle Gregorio Aracena. Todos los observaban con los ojos desorbitados. Mira a fulano, ¡ay pero mira el hijo de zutano!, y así por el estilo. Fue tanto el asombro de todas las gentes que me supongo hubo llamadas telefónicas enterando los padre de ellos, porque cuando llegaron al palacio de justicia, ya varios padres y madres de ellos esperaban en la puerta del palacio. Para concluir, debo decirles, que los padres y madres de ellos se las arreglaron con Chiche, "las chicas nocturnas", las dueñas de las frituras y los limpiabotas, con un balance igual al que cuesta la preparación de un terreno para la siembra arroz. ¡Ah, Papito Rincón!, dondequiera que estés un abrazo y gracias por las memorias.
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Estimado Ley:
ResponderBorrarMe inagino que los amigos de Papito Rincón lo habrán "guinda'o", después de semejante vagabundería, la cual, conociendo al Papito de entonces, creo en todas sus partes.
Un abrazo,
Fernan Ferreira
arapf@codetel.net.do
Muy buena la historia Ley, recibe un fuerte abrazo junto a toda la familia. Tengo añales que no te veo hermano.
ResponderBorrarAfectos
Angel Berto Almonte
Papito era un personaje simpático, agradable, travieso, hijo de Anadina (?), una señora que trabajó mucho tiempo en la oficina del correo de Mao. Desde mucho tiempo reside en Puerto Rico.
ResponderBorrarRafael Darío Herrera
Papito vive hoy en Miami, anoche hablé con él y me encarga que salude a todos sus maeños queridos. Me encarga también que les cuente el final de la historia: Barceló les prestó lo de la fianza, para pagarle a Chiche y a los demás. Lo que les sobró se lo bebieron seguido en la barrita de Tumín que quedaba cerca del palacio de Justicia.
ResponderBorrarIsaías
Sobre Papito- Pues Isaias lo ubicó. Tambien yo hablé con él,comencé hablar con él a las 12:17 pm, y terminamos a las 4:26. Cubrimos partes de los 29 años sin vernos;en esas 4 horas y mas de conversación solo mencionamos a unas 6 personas ,el resto fue risas mencionando a esas personas entre ellas al viejo Turrú de quien dijo que dormía sentado por la cuadratura del torax y eso le facilitaba sacarle los $3. que siempre cargaba turrú en su bolsillo derecho.
ResponderBorrarPapito me alegró muchisimo,tiene su familia organizada,ya anda con sus nietos,pero mantiene el mismo papito con su humor de siempre.Hablamos de nuestra juventud llena de ron,de travesuras,pero sana,donde casi todos de nuestra generación superaron etapas.
Dios lo siga bendiciendo.
Ahh, me preguntó si todavía se vendía bebidas alcoholicas y le contesté que tambien yo no sabía.
Abrazos para Papito y su familia.
Manito
Ya mi amigo Fernan tiene una idea de lo sencillo que eran esos muchachos. En vez de guindarlo ellos entre si, se felicitaban. Ley. S
ResponderBorrarAprovecho para saludar con mucho cariño a Papito y a Angel Berto Almonte. Muchas bendiciones.
ResponderBorrarPapito rincón recuerdo me decía: Potencia.... Pero poco territorio. La historia fue él mismo que me la contó, "un poco después de la llegada de Colón a esta tierra". Ojálá la esté pasando bien junto a los suyos. Te quiero mucho Papito, digo, digo, POTENCIA. Ley S.
Hola a todos. Mi nombre es orlando cordero, escritor. Me gustaría conocer datos historico biográfico de Biencito Gómez. Me interesa sobremanera. ¿Quién me podría facilitar documentación o datos aéreos, o anécdotas. Apreciaría mucho la colaboración: cordero.orlando@gmail.com, estoy en facebook. Gracias. Ah, mi móvil es 829-986-5676 por si desean comunicarse más directamente. Lo agradeceré mucho.
ResponderBorrarcuanto me he reido de este cuento, ya lo conocia a travez de Miguelito Colon, gracias por compartir tantas anecdotas y memorias.
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