lunes, 25 de mayo de 2015
CRIMEN YASMÍN AÚN SIGUE IMPUNE
Por Fernando Rodríguez Céspedes
Este lunes 25 se cumplen cinco años del asesinato de una joven madre, crimen que sacudió la provincia Valverde, sin que las autoridades hayan hecho lo necesario para dar con sus autores, no obstante la insistencia del esposo ante las altas instancias policiales y judiciales, y el clamor de la familia y el pueblo de Mao para que se haga justicia.
Yasmín Valdez de Rodríguez, madre de dos niños, fue degollada en su hogar frente a su pequeña de 8 meses de edad, mientras su esposo, el profesor universitario e historiador, Manuel Rodríguez Bonilla, llevaba a su otro hijo, David Emmanuel, al colegio y realizaba varias diligencias encomendadas por ella.
El esposo, junto a sus dos pequeños hijos, ha padecido un largo viacrucis con la salida forzosa de su pueblo por una infame campaña sustentada en la precipitada opinión del fiscal adjunto Nelson Rodríguez quien calificó, ante decenas de curiosos, que el crimen fue pasional e inculpó al profesor a los pocos minutos de llegar a la escena del crimen.
A la campaña de descrédito, desatada por varios sicarios morales, disfrazados de comunicadores y sostenida por enemigos del viudo, se sumó el padre, un oficial retirado de la Policía, y la familia de la occisa quienes han proferido todas clases de insultos y amenazas públicas contra este, careciendo, porque no existen, de elementos de pruebas en su contra.
Pese a ese escenario de peligro para Rodríguez Bonilla, hay autoridades que pretenden que este se exponga y lleve a sus hijos a visitar a la familia prejuiciada, ignorando el trauma que pueden sufrir los niños al escuchar a su abuela incriminando a su padre, en lugar de ocuparse de lo que es su responsabilidad mayor: dar con los asesinos de Yasmín Valdez de Rodríguez.
Mientras esto no suceda, el morbo y las maledicencias seguirán ensañados contra un ciudadano y esposo ejemplar que lo que hizo a lo largo de su vida fue servir, como dirigente comunitario y contra quien nadie ha podido mostrar un solo acto de violencia ni pública ni privada, ni siquiera en su larga labor de docente en las aulas universitarias.
Quienes somos testigos de excepción del amor y respeto que prevaleció en la relación de pareja entre Yasmín y Manuelo, y damos seguimiento al cuidado y esmero con que este educa a sus hijos, no acabamos de entender cómo todavía hay personas que sucumben ante una campaña que en principios, lució espontánea pero que luego se tornó interesada.
Y cabe recordar, el principio elemental y universal de la investigación criminológica que plantea, en busca de culpables, la interrogante de: ¿quién se beneficia de un crimen? A juzgar por los resultados, contrario a beneficiarse, el más perjudicado, en este caso, es el profesor Rodríguez Bonilla a quien, además de privarlo de su esposa, lo obligaron a salir de su pueblo con sus dos pequeños niños a cuesta.
Este lunes 25 se cumplen cinco años del asesinato de una joven madre, crimen que sacudió la provincia Valverde, sin que las autoridades hayan hecho lo necesario para dar con sus autores, no obstante la insistencia del esposo ante las altas instancias policiales y judiciales, y el clamor de la familia y el pueblo de Mao para que se haga justicia.
Yasmín Valdez de Rodríguez, madre de dos niños, fue degollada en su hogar frente a su pequeña de 8 meses de edad, mientras su esposo, el profesor universitario e historiador, Manuel Rodríguez Bonilla, llevaba a su otro hijo, David Emmanuel, al colegio y realizaba varias diligencias encomendadas por ella.
El esposo, junto a sus dos pequeños hijos, ha padecido un largo viacrucis con la salida forzosa de su pueblo por una infame campaña sustentada en la precipitada opinión del fiscal adjunto Nelson Rodríguez quien calificó, ante decenas de curiosos, que el crimen fue pasional e inculpó al profesor a los pocos minutos de llegar a la escena del crimen.
A la campaña de descrédito, desatada por varios sicarios morales, disfrazados de comunicadores y sostenida por enemigos del viudo, se sumó el padre, un oficial retirado de la Policía, y la familia de la occisa quienes han proferido todas clases de insultos y amenazas públicas contra este, careciendo, porque no existen, de elementos de pruebas en su contra.
Pese a ese escenario de peligro para Rodríguez Bonilla, hay autoridades que pretenden que este se exponga y lleve a sus hijos a visitar a la familia prejuiciada, ignorando el trauma que pueden sufrir los niños al escuchar a su abuela incriminando a su padre, en lugar de ocuparse de lo que es su responsabilidad mayor: dar con los asesinos de Yasmín Valdez de Rodríguez.
Mientras esto no suceda, el morbo y las maledicencias seguirán ensañados contra un ciudadano y esposo ejemplar que lo que hizo a lo largo de su vida fue servir, como dirigente comunitario y contra quien nadie ha podido mostrar un solo acto de violencia ni pública ni privada, ni siquiera en su larga labor de docente en las aulas universitarias.
Quienes somos testigos de excepción del amor y respeto que prevaleció en la relación de pareja entre Yasmín y Manuelo, y damos seguimiento al cuidado y esmero con que este educa a sus hijos, no acabamos de entender cómo todavía hay personas que sucumben ante una campaña que en principios, lució espontánea pero que luego se tornó interesada.
Y cabe recordar, el principio elemental y universal de la investigación criminológica que plantea, en busca de culpables, la interrogante de: ¿quién se beneficia de un crimen? A juzgar por los resultados, contrario a beneficiarse, el más perjudicado, en este caso, es el profesor Rodríguez Bonilla a quien, además de privarlo de su esposa, lo obligaron a salir de su pueblo con sus dos pequeños niños a cuesta.
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He oido en reiteradas ocaciones que hay serias sospechas y hastas declaraciones ofrecidas a las autoridades judiciales de quienes muchos creen, fueron los autores de tan nefasto y vulgar crimen que, todavía hoy trascurridos 5 años, conmueve y lacera el alma de un pueblo que no merece tan mal ejemplo.
ResponderBorrarAntonio Mateo Reyes.