domingo, 8 de diciembre de 2013
ESCARCEOS ANTE SENTENCIA DEL TC E INFORME DE LA CIDH
Por Fernando Rodríguez Céspedes
La visita, por invitación del gobierno dominicano, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y su informe desfavorable, exacerbaron el escarceo que se produjo en el país desde el primer momento de la emisión de la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional.
La sentencia, per se, y luego la visita de la referida comisión, pasando antes, por las opiniones de personalidades nacionales e internacionales y un manejo mal intencionado de las autoridades de Haití, han creado una situación incómoda para el país y sus autoridades que hasta el momento, se han manejado prudentemente.
A este mare mágnum tenemos que agregar el envalentonamiento patriotero del cardenal López Rodríguez y de algunas autoridades locales que haciendo uso de un inadecuado lenguaje a sus investiduras, han pretendido denostar la labor realizada en todo el país por los comisionados de la CIDH.
La situación también ha dado pies a un penoso enfrentamiento entre valiosos periodistas, que pretenden descalificarse entre sí, llevando, en ocasiones, sus diferencias al plano personal, lo que nunca debiera ocurrir entre profesionales que se supone deben exponer sus criterios en un plano de respeto y decencia.
Como era de esperarse, también han surgido grupos nacionalistas de nuevo cuño que cuestionan, censuran y hasta motivan a sus seguidores a la agresión física contra los comunicadores que, en ejercicio libérrimo de sus derechos, han sostenido posiciones contrarias a la sentencia 168-13.
Por suerte la sangre no llegará al río y, tarde o temprano, independientemente de las desfavorables conclusiones de la CIDH, tendremos que convenir en que nuestro país, con sus defectos y virtudes, es un lugar al que no solo quieren venir los haitianos, sino gentes de todo el mundo.
Amemos y defendamos nuestra patria, respetando siempre los derechos humanos de los dominicanos descendientes de haitianos o de cualquier otra nacionalidad, seamos más educados y tolerantes con nuestros visitantes, y entre nosotros mismos que, al fin y al cabo, debemos seguir conviviendo como buenos dominicanos.
La visita, por invitación del gobierno dominicano, de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), y su informe desfavorable, exacerbaron el escarceo que se produjo en el país desde el primer momento de la emisión de la sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional.
La sentencia, per se, y luego la visita de la referida comisión, pasando antes, por las opiniones de personalidades nacionales e internacionales y un manejo mal intencionado de las autoridades de Haití, han creado una situación incómoda para el país y sus autoridades que hasta el momento, se han manejado prudentemente.
A este mare mágnum tenemos que agregar el envalentonamiento patriotero del cardenal López Rodríguez y de algunas autoridades locales que haciendo uso de un inadecuado lenguaje a sus investiduras, han pretendido denostar la labor realizada en todo el país por los comisionados de la CIDH.
La situación también ha dado pies a un penoso enfrentamiento entre valiosos periodistas, que pretenden descalificarse entre sí, llevando, en ocasiones, sus diferencias al plano personal, lo que nunca debiera ocurrir entre profesionales que se supone deben exponer sus criterios en un plano de respeto y decencia.
Como era de esperarse, también han surgido grupos nacionalistas de nuevo cuño que cuestionan, censuran y hasta motivan a sus seguidores a la agresión física contra los comunicadores que, en ejercicio libérrimo de sus derechos, han sostenido posiciones contrarias a la sentencia 168-13.
Por suerte la sangre no llegará al río y, tarde o temprano, independientemente de las desfavorables conclusiones de la CIDH, tendremos que convenir en que nuestro país, con sus defectos y virtudes, es un lugar al que no solo quieren venir los haitianos, sino gentes de todo el mundo.
Amemos y defendamos nuestra patria, respetando siempre los derechos humanos de los dominicanos descendientes de haitianos o de cualquier otra nacionalidad, seamos más educados y tolerantes con nuestros visitantes, y entre nosotros mismos que, al fin y al cabo, debemos seguir conviviendo como buenos dominicanos.
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Muy buena exposición de Fernando, realidades que muchos queremos desconocer y que no han tomado en cuenta las consecuencias.que esta medida puede traer al país.
ResponderBorrarPapito Mármol