Hola Isaías. Este artículo, o carta, lo publicó alguien con el seudónimo de Nicanor en el periódico santiagués El Eco del Pueblo, el 31 de julio de 1882, y revela detalles interesantes sobre el estado de la educación en Mao en ese momento. Existen indicios de que fue escrito por Jacobo Rodríguez, hermano del general Santiago Rodríguez. Rafael Darío Herrera.
Mao, 28 de julio de 1882.
Sr. Redactor de “El Eco del Pueblo”
Mi muy estimado amigo:
Siguiendo mis colaboradoras tareas, me propongo por esta tratar de la parte más interesante e importante, la instrucción pública. Aquí, como en otras, sufrimos el terrible efecto que causa el no ver por la instrucción pública. Hacemos, pues, justicia a nuestros amables lectores, suponiéndolos plenamente convencidos del eterno principio de igualdad que debe presidir aquí, en donde la tiranía y el egoísmo, las preocupaciones y el interés privado engendraron en perjuicio de nuestros antepasados, viciosas y ridículas diferencias, a que la razón se opone y el espíritu público rechaza. Hoy por fortuna, en los países libremente regidos, donde la instrucción liberal ha llegado a su mayor altura, los cargos públicos y las distinciones honoríficas son el precio reservado a los ingenios esclarecidos y a los merecimientos personales, procedan estos del hijo del pobre labriego o bien del poderoso magnate; del que fue envuelto en miserables harapos, como del que cubrió sus carnes con ricas y preciosas telas: todos al abrir los ojos a la luz hemos sentido idénticas necesidades, hemos tocado los mismos contratiempos y aplicado nuestros labios para gustar el mismo delicioso alimento, sujetándonos el pobre y el sucio, el humilde y poderoso a las humanas leyes de la naturaleza, en cuyo centro preside un sol de justicia que extiende sus rayos benéficos por todo el universo, bañado de luz, con equitativa igualdad, a los innumerables seres que lo pueblan.
La ilustración popular, interpretando fielmente el sentimiento público es solamente la única causa que puede producir la igualdad. Si, la instrucción vierte también como el sol, torrente de luz, lo mismo en la cabaña miserable del infeliz mendigo, que en la ostentosa morada del poderoso.
¿Qué misión más enaltecida, por sus propios méritos, que la del que se consagra al importante cargo de la instrucción pública? ¿Qué destino, girando en el vastísimo horizonte, reparte en la tierra con mayor igualdad, los inmensos beneficios de que es fiel, y constante depositario? Regístrense las demás profesiones encaminadas a la dirección del hombre, y no es posible hallar otra que, con más nobles títulos, pueda aspirar, bajo este punto de vista, a la consideración y al aprecio público.
Pero no es este el propósito que me ha guiado a escribir estas líneas: he querido, si, llamar la atención de nuestra primera autoridad, para que se persuada de la necesidad que hay de proteger la enseñanza pública, que tan incalculables beneficios produce a la sociedad.
No negamos que los profesores que hemos tenido no han cumplido debidamente con su deber, a contar desde la venturosa época en que tuvo principio u origen el colegio en este lugar, instalado por el muy recomendado e inolvidable señor don Juan de Dios Pardo (cubano); más tarde tuvimos por preceptor al señor Rosendo Pardo también cubano, y hermano del ya mencionado don Juan de Dios.
Bien luego, por la ausencia de estos señores, nos vimos en la indispensable necesidad de confiar dicho cargo al modesto y prudente joven, señor Jesús María Peña (primer discípulo del ilustre maestro don Juan de Dios Pardo). Los modales y buenas costumbres del maestro fueron heredados dignamente por el discípulo, quien, en poco tiempo demostró el valioso mérito de su ciencia y saber que en su tiempo había gustado en las fuentes de las luces, que su sabio maestro derramó sobre este pueblo.
Rápidos y asombrosos progresos venía haciendo nuestro joven maestro a favor de la instrucción pública y a costa de privaciones y de un sin número de sacrificios, pudo lograr después de un corto tiempo, satisfacer nuestros deseos y levantar nuestro colegio a tal grado de perfección que era el embeleso y admiración de todos, teniéndose en cuenta el poco tiempo de estudio en el susodicho joven, así también la escasez de medios con que contaba. Más, de repente el colegio sintió una gran mudanza. ¡Quién lo hubiera dicho! El sagrado deber de obediente hijo obligó a nuestro joven a separarse del destino con que tanto placer nuestro venía desempeñando, para quedarse en la casa de sus queridos padres en la educación de sus pequeños hermanos.
¡Ah! Desde entonces dio nuestro colegio un gran bamboleo. La instrucción faltó y el pueblo espera… Los padres de familia solicitan un consuelo, un remedio, y piden a las autoridades que no sean indiferentes.
Por fortuna nuestra, hace algunos meses que la providencia nos ha proporcionado el sujeto que hasta hoy le viene sosteniendo. Mucho sentimos que hasta ahora no hayamos tenido el tiempo necesario para ocuparnos de sus trabajos y formar de ellos el correspondiente concepto; pero no seremos descuidados y lo haremos tan luego como las circunstancias nos lo permita.
Entretanto no negaremos que por los momentos, nuestro colegio se halla falto de muchas cosas, útiles necesarios para llevar a cabo la instrucción. Carecemos de una gran mesa, un pizarrón, asientos y otros recursos del caso; pero no dudamos que tan luego como se instale en esta Común el Cuerpo Municipal, será esta una de las primeras cosas de que se ocupará, a fin de que la instrucción pública no sufra de manera ninguna.
Ya he hablado del municipio, no perderé la ocasión de manifestar que habiendo sido erigido este pueblo en Común, siendo así reconocido, a contar desde el 1º de septiembre del corriente año, no hemos desperdiciado el tiempo, y desde luego ya se deja correr la voz de los candidatos que deberán componer el primer municipio de esta Común, a saber: Francisco Reyes, alias Tito, José Dolores Gómez, Antonio Inoa e Isaías Cabral. Síndico, Daniel Tineo. No tenemos reparo en manifestar que la elección no podía ser más perfecta, pues se ha reunido un número de individuos, que a la vez que no carecen de los conocimientos necesarios, existe también en ellos, un fondo de honradez y de buenos deseos para su pueblo, a toda prueba, y así es verosímil no dejarán desmentidos los deseos de un pueblo que de todo corazón de ellos fía, por que de ellos espera…
NICANOR
viernes, 6 de diciembre de 2013
EL ESTADO DE LA EDUCACIÓN EN MAO EN 1882
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Muy interesante documento.felicitaciones por darnos tan valiosa información.
ResponderBorrarAntonio Mateo Reyes, tataranieto de Francisco Reyes(Tito).
Interesantisimo artículo.reflejatorio de que en todas las épocas han habido munícipes preocupados por la instrución, a sabienda de que es el mejor camino para superar la ignorancia y los males que de ella se originan.Rafael Darío felicitaciones por tan importante artículo.
ResponderBorrarAntonio Mateo Reyes.
Nota: Si fue Juan de Jesús Reyes el autor de tan interesante trabajo, tendría para esa época apenas 12 años de edad y reflejaría su precoz inteligencia y su gran destreza para la escritura.
Tienes razón Monchy, hay que descartar a Juan de Js. Reyes. En esa época en el país muchos escritores utilizaban seudónimos para escribir lo cual llevó al historiador Emilio Rodríguez Demorizi a publicar su libro titulado Seudónimos dominicanos, Ciudad Trujillo, 1956.
BorrarLos autores del artículo pueden ser entonces el ya mencionado Jacobo Rodríguez o José R. Morel. Así como este existen numerosos artículos en la prensa nacional que entregaremos al amigo Isaías para su publicación.
Rafael Darío Herrera