miércoles, 8 de mayo de 2019

ANA DELIA JORGE DE DEL VILLAR

Semblanza en ocasión del Homenaje Póstumo realizado a su memoria el 20 de mayo de 2018 en el auditórium de la UASD, Centro Mao.

Por Lavinia Del Villar


Durante todos estos años hemos hablado de la Ana Delia Jorge que siendo santiaguera llega a Mao el 2 de junio de 1926 para fungir como directora de la Escuela Graduada Mixta #1, hoy Juan Isidro Pérez; hemos hablado de la Ana Delia cuya historia como maestra no cabe en las aulas ni en un curriculum educativo, sino que trasciende más allá del deber hasta llegar al servicio. Hemos celebrado su obra cuando el Ayuntamiento la nombra Hija Meritoria in Memoriam del Municipio de Mao, ASOMAU la distingue en un Homenaje Póstumo, y otra vez el Ayuntamiento asigna una calle con su nombre. Hemos eternizado su memoria en el colegio que lleva su nombre, y plasmado en un libro su presencia a través de sentidos testimonios de hijos, familiares, alumnos y amigos, conocedores de la siembra que realizó en su caminar por nuestras vidas.

Sin embargo, hoy queremos recordar a la madre en toda su magnitud, a la Ana Delia que, fruto de su matrimonio con Jorge Del Villar procreó seis hijos: Martín, Jorge (Yoryi), Fineta, Andrés, Lavinia y Bethania; a la Ana Delia que también fue madre de sus hermanos, de sus alumnos, y de aquellas personas en necesidad de apoyo y comprensión. A aquella Ana Delia que rezaba mucho, cultivaba flores, decoraba su hogar, cocinaba rico, cosía, bordaba, escribía versos, y sobre todo, guiaba y disciplinaba su cría.

Nos enseñó a obedecer con solo el poder de su mirada, a respetar nuestros mayores, a querer nuestros vecinos, a seguir los mandamientos de la ley de Dios, a amar nuestra patria, a venerar nuestras raíces, a defender nuestros derechos, a cantar nuestro Himno Nacional, a apreciar la amistad, a practicar valores, a soñar, y a ser feliz con lo que podíamos tener.

“Mi madre era joven, la casa era vieja…
Mullidos los lechos, sabroso el yantar
Éramos pequeños, teníamos entonces
El alma de luna… de flor…de cristal…”


Poseedora de un temple extraordinario que contrastaba con un alma blanda, sensible y compasiva, no se dejó nunca amilanar por las dificultades. Afrontó con dignidad y entereza todos los retos que se le presentaron en su lucha por sacar adelante su familia, y salvó con valor los escollos que la vida le puso en el camino. Su máquina de coser fue su aliada para conseguir parte del sustento del hogar, y por las noches se entregaba a ella hasta muy tarde, a veces con una lámpara de gas, a terminar compromisos de entrega de confecciones, pero…

“Se enfermó su cuerpo… con un mal sin nombre
Que ninguno supo conocer quizás
Y las santas manos se le retorcieron
Como los sarmientos que envejecen ya”.


Apenas cumplía 55 años de edad cuando se marchó a la casa del Padre, pero en su sabiduría supo aprovechar el tiempo de Dios para dar forma a su obra. Sus mensajes aún viven, y su legado perdura como testimonio del tesoro que en una cajita mágica nos regaló, porque como dijera la profesora Venecia Franco en su poema “Huellas”:

“Sobre tus huellas florecieron las rosas
Tu alma pura fue fino cristal
Con tu verbo y tus manos
¡Cuántos hombres forjaste
Ana Delia Jorge de Del Villar!”

“Benditas entrañas que me dieron vida
Manos cariñosas que me dieron pan…”

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