Nuestro país tiene, la nada envidiable fama, de encabezar estadísticas en muertes por accidentes de tránsito, embarazos en adolescentes, deficiencia educativa, en corrupción pública, y ahora, según informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS), exhibe un consumo per cápita anual de 6.9 litros de alcohol puro, 7 puntos por encima del per cápita del consumo mundial.
El estudio comparativo, hecho sobre la base de cifras proporcionadas por los países analizados, consigna que se refiriere al alcohol puro, es decir que no incluye el consumo de vino y cerveza, renglón este último en el cual, de seguro, resultaríamos campeones mundiales debido a las marcas nacionales y brasileñas que inundan nuestro mercado.
Por idiosincrasia, es raro el dominicano que no brinde ron, "una fría", unas copas de vino o un escocés, en cualquier ocasión, porque las bebidas alcohólicas forman parte de nuestra cultura de manera tan arraigada que siempre se encontrará un motivo para brindarlas sin importar el día ni la hora.
Muchos países del mundo, entre ellos Cuba y los Estados Unidos, limitan los lugares, días y horas en la venta de alcohol, contrario al nuestro, donde, aunque se prohíbe su consumo mientras se conduce, existen por doquier, centros de expendios, colmadones y gasolineras donde te llevan las cervezas al automóvil.
Mientras el Estado siga pensando más en las altas recaudaciones que le proporciona la venta sin control de alcohol, que en la salud física y mental de sus ciudadanos, formaremos parte importante de las estadísticas mundiales que reportan 3.3 millones de muertes anuales a consecuencia de las enfermedades, accidentes y hechos de violencia vinculados a esta denominada "droga legal".
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