Por Lavinia del Villar
Contra viento y marea escribí de manera diferente mi lista de resoluciones para el Nuevo Año. En vez de pretender adquirir nuevas cosas, de comenzar nuevos hábitos, alcanzar nuevas metas, y explorar nuevos horizontes, he pedido al Señor que me permita quedarme con algunos logros por los que he trabajando de por vida, y que las circunstancias del momento en que vivimos en nuestro país, pretenden arrebatarme.
No pido nada nuevo, no anhelo nada más, solo asegurarme de no perder la ilusión de ser, ni la alegría de vivir. Por eso, en este año quiero conservar:
- La fe en que podemos superar las desgracias que nos devastan;
- el optimismo de que el sol saldrá para todos;
- la confianza de que podremos levantar nuestra nación;
- la solidaridad con las personas más necesitadas;
- la disposición de escuchar a quien necesite compartir penas o alegrías;
- la gratitud por las bendiciones que Dios me ha dado;
- la humildad para entender que aunque circunstancias y esfuerzos nos hacen diferentes, al final, todos somos iguales y buscamos las mismas cosas;
- la indulgencia que aligera el camino y hace la mochila menos pesada;
- la compasión con los pobres de bienes, y los de espíritu;
- la apreciación a quienes me ayudan a trillar mi senda;
- la aceptación de que solo puedo controlar una persona: yo;
- el amor por mi pueblo, mi patria, mis raíces;
- el respeto por aquellos que ofrendaron sus vidas para legarnos libertad;
- el valor para repudiar la indolencia, la corrupción, la impunidad, la violencia de género, la delincuencia, la injusticia, y el abuso en todas sus manifestaciones.
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