martes, 28 de febrero de 2012

TERCER CAMINO

DE CORAZÓN A CORAZÓN
Por Lavinia del Villar

“La enseñanza que deja huellas no es la que se hace de cabeza a cabeza, sino la que se hace de corazón a corazón”   Howard Hendrick

El teatro Jaragua era en tiempos atrás el entretenimiento favorito de nuestro pueblo, lo que significa que en materia de diversión sana estábamos más adelantados en esa época que ahora, porque lamentablemente no hay ninguno. Quienquiera ir al cine debe desplazarse por lo menos a Santiago, con el inconveniente que el regreso de noche es arriesgado para los que ya la vista no es tan buena, y peligroso para los que sí tienen buena vista, pero también buen ánimo para acompañar el viaje con las obligadas cervecitas o el acostumbrado traguito. Pero bueno eso ya es otra historia.

Vivíamos al lado del teatro, y como en los pueblos de esos tiempos todos éramos familia, los dueños del teatro eran una especie de tíos a los que yo quería mucho, y ellos a mi también.

El dueño, Mario Evertz, cubría la primera parte de la supervisión de las entradas, y ya cuando la película estaba comenzada, partía con su caja registradora, léase cualquier cajita o bolsa, debajo del brazo, llevándose el dinero recaudado en la función, no sin antes cambiar la guardia con su esposa Dilia Reyes de Evertz, más conocida como “Llilla la de Mario”.

Ahí comenzaba el picoteo de Llilla, pues no faltaba quien pagara sus centavitos aunque la película estuviera por mitad, aduciendo que ya encontrarían quien les contara el comienzo.

Como yo entraba de gratis, siempre me tiraba los estrenos, y así las noches siguientes de repetición las disfrutaba acompañando a Llilla en la puerta del teatro. No se imaginan las edificantes conversaciones que compartíamos a pesar de la gran diferencia de edad.

Una vez me contó que cuando era jovencita le pidió a Dios que no la dejara pasar de los 40, porque a esa edad ya iba a estar vieja y fea, y no querría vivir más. Sin embargo, cuando llegó a esa edad, de rodillas le pidió a Él que le diera otra oportunidad y le permitiera llegar a los 60. En el tiempo de la confidencia ya esos años se estaban acercando por lo que nuevamente le tocó negociar su estadía rezando: “¡Ay Señor, no me tomes la palabra!”

Parece ser que a Dios le hizo mucha gracia la candidez de sus cambios de opiniones, y ha permitido que ella decida cuando se quiera ir, pues con casi 100 años, vive todavía bajo el cuidado de su único hijo de su primer matrimonio, el doctor Pedro José (Papi) Chávez.

Esas pláticas con Llilla confirmaron valores y reforzaron buenas costumbres, porque sus enseñanzas pasaron como por medio de un sifón, de corazón a corazón, cuando ella con su alma blanca llenó de buenas razones las noches que disfrutábamos como amigas en el teatro Jaragua.

¡Gracias Llilla! Aunque quizás no me puedas escuchar…, Dios sí.

4 comentarios:

  1. Cinco pa'gallina doña Llilla,cinco !! ","noo,ahora no,haciendo señales que Mario estaba ahí. Ese diálogo era ecuchado por mí ya que no lo podía entablar por la falta de los 5 cheles.Yo era del grupo que esperaba que la doña nos dejaba entrar gratis faltando apenas unos 10 minutos para finalizar la película que tenía un equivalente a verla entera,porque me mantenía en los escalones mirando las patas de los caballos por debajo de las cortinas esperanzado en la llegada de algunas brisitas que la levantara levememente para ver el caballo completo.
    Algunas veces eramos favorecidos por la salida de algun cliente que accidentalmente las dejaba un poco separada.
    Ahh; este ha sido el único teatro con relevista o sustitutos.A ud. lo dejaban entrar en sustitución del cliente que se iba por una u otra razones. El cliente al salir elegía uno de afuera para que lo sustituyera viendo la película. Si señor.Qué bueno es recordar entre todas las miserias; y no lo canta Palito Ortega.

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  2. ¡Qué bueno está ese comentario!
    Así mismo era como dice, me lo gocé riendome michísimo con el recuerdo.
    ¿Quién lo escribió? Se me parece a Manito.
    Gracias por el aporte, lo voy a anexar al escrito, con permiso del autor.
    Lavinia Del Villar

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  3. Ja,ja,ja, ,Cónchole!!hasta por detrás me conocen!! Frase arreglada del famoso cuento de Quevedo, hombre con los pantalones rotos sin calzoncillos.
    Nunca olvidaré 3 cosas del Jaragua,a)el timbre avisando que no ha comenzado,b)Tarzán, c)El Capitán maravilla.Ahh,y los Trailers Promoción de peliculas,que dejaban las cortinas abiertas y un famoso cómico llamado Arbogasto.
    Saludos
    Manito

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  4. Profe. Cuantos recuerdo nos traen a la mente su publicacion de el famoso teatro Jaragua. Hasta me recuerdos los pantaloncitos cortos con breteles que usábamos. En ese lugar empezamos a hacer pinino en el arte de la pintura, pintando los carteles bajo la supervisión de Adolfo. Luego nos dejaba solo, mientras se iba a revisar la película del día. Cuanto me arrepenti de haberle regalado a don Mario aquella varita de bambu que nunca apartaba de su lado.

    Afectos in couple de Ley S.

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